viernes, 30 de diciembre de 2016

Intensito

"¿Por qué te gusta querer con fuerzas?", me preguntaron.

Se me ha acusado en múltiples ocasiones de "intenso". Quiero y se me nota en todo lo que digo y hago. Me brilla la cara y río y se me pone la piel chinita por pendejadas cursis y casi me orino en los pantalones cuando me abraza.

Escribo poemas y ensayos y le escribo mensajes en la mañana al abrir los ojos y por la noche antes de dormir. Salgo y estoy en reuniones y fiestas y paso el tiempo revisando mi celular por si acaso llegara un mensaje de ella para contestarle. Agarro camino a mi casa y le marco para escucharla antes de llegar.

Cuando quiero a alguien, le digo que la quiero. He dicho "te amo" tantas veces antes de tiempo. A veces lo he sentido, a veces -en retrospectiva- no tanto. Pero jamás me he arrepentido.

Cuando quiero a alguien, se lo digo hasta el cansancio. Le canto. Le escribo cartas a mano con frases bonitas e ingeniosas y que jamás he dicho antes. Le dedico canciones diferentes a las que he dedicado. Le digo que la quiero una y otra vez. Se lo publico y se lo hago saber y hago que todos lo sepan.

Cuando quiero a alguien, tenemos rutinas secretas y especiales. Tenemos chistes personales que solamente a nosotros nos dan risa. Tenemos particularidades que nos individualizan y nos conectan.

Cuando quiero a alguien, también explotan mis inseguridades. ¿Por qué ella conmigo? ¿Qué vio? ¿Qué ve? ¿No se da cuenta todavía de quien soy? ¿Está miope? ¿Ciega? ¿Bruta? ¿Sordomuda? Siento que todos pueden ver lo que ella no ve en mí y que todos están en espera de que ella me termine para invitarla a salir. Tal vez por eso lo quiero compensar "queriendo" tanto: ser lo más cercano a la perfección para que no se vaya.

Nunca grito pero a veces he gritado cuando he querido. Me han dado cachetadas. He golpeado a la pared. Me he reído a carcajadas en mal pedo. He llorado mientras abrazaba a alguien pidiéndole que no se fuera. Me quise morir. Seguí viviendo a pesar de. Heme aquí.

Entonces, ¿para qué quiero querer con fuerzas? Yo sé y tengo claro que el amor es patológico. No acepto debates al respecto: querer a alguien más en tu vida con todas sus peculiaridades, intransigencias, virtudes y defectos es algo anormal. Trae cosas buenas pero trae muchas más cosas malas. Es imposible entender a la otra persona y que ella te entienda. Vas a sufrir por culpa de esa persona y no hay nada que pueda evitarlo. Como diría Louis C.K., "something shitty's gonna happen" por culpa de esa persona, porque decidiste sonreírle y aceptarla en tu vida.

Además, sé que yo soy patológico: medio roto, inseguro, egoísta, burlón y otros tantos defectos de carácter.

¿Por qué carajos quiero querer con fuerzas? Respondo con otra pregunta: ¿Por qué vergas no, si es lo único que le da sentido a esta vida? No quiero algo mediocre, algo para pasar el tiempo. No quiero voltear atrás en 10, 15, 20 años y pensar: fuck, ¿por qué me conformé? ¿Por qué me dejé llevar por el temor a la soledad, por la presión social, por la necesidad de encajar? Quiero todo, quiero algo mágico, algo inolvidable, algo que, si bien no elimine mis dudas, si las vuelva tolerables. Quiero ser infinitamente feliz y hacer infinitamente feliz a alguien. ¿Pasará? Es dudoso pero ahorita prefiero estar solo y en espera a conformarme con alguien que simplemente me tolere y que esté conmigo por temor a la soledad. Y viceversa.

Quiero una historia de amor extraordinaria que solamente tengamos que saber ella y yo. No quiero impresionar a nadie mas que a ella.

Y ya. Por éso quiero con fuerzas.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Puede ser.

Voy a empezar ésto diciendo algo que no resulta fácil de decir: sólo quiero gustarles. 

Ni siquiera quiero decir "gustar" en el sentido romántico/sexual/platónico. También, a veces, pero no estoy hablando de éso ahorita. Quiero agradarles. Quiero resultarles simpático. Quiero mostrarme tal cual soy y hacerlos reír, hacerlos pensar. Hacerles querer echarse unas cervezas conmigo y platicar y reír y emborracharnos y mirar al cielo y formar un recuerdo y acordarnos de todo ello de vez en cuando y sonreír al hacerlo.

Éso quiero más que nada en este mundo. Cuesta trabajo decirlo porque es imposible de lograr. Estoy perfectamente consciente de mí mismo. Éso no me hace especial ni me hace más inteligente ni me hace particularmente agradable. Pero me ayuda a saber qué cosas de mí pueden no resultarles así. 

Puede que piensen que soy petulante. Soy la persona más insegura posible. 
Puede que piensen que soy machista. He amado a tantas mujeres -otra vez, no necesariamente en el sentido romántico/sexual/platónico- y he tratado de ser agradable para ellas también. 
Puede que piensen que soy retraído. Tengo miedo. 
Puede que piensen que soy sarcástico. Es mi mecanismo de defensa. 
Puede que piensen que soy culero. Me río de todo para no llorar. Y como quiera siempre lloro.
Puede que piensen que soy cínico. Soy más bien ingenuo porque sigo creyendo en la bondad de las personas por sobre todas las cosas. 
Puede que piensen que soy tímido. Sólo estoy esperando que me dirijan la palabra. 
Puede que piensen que soy inteligente. Puedo ser tan tonto.
Puede que piensen que soy mentiroso. Siempre digo la verdad -aún cuando no quisiera, aún cuando no conviene-.
Puede que piensen que soy exhibicionista. Me repito: sólo quiero agradarles. Ésto es un intento más.
Puede que piensen que soy seguro. Estoy a dos tropiezos de tener otra crisis de ansiedad.
Puede que piensen que soy feliz todo el tiempo. Tengo pavor a tener otro episodio depresivo mayor.
Puede que piensen que soy coqueto. Siento que no tengo a nadie a quien le importe realmente.
Puede que piensen que vivo sonriendo. Trato de hallarle el gusto a la vida y me fuerzo a sonreír.
Puede que piensen que soy astuto. Me tardé muchísimo en escribir esta oración.
Puede que piensen que todo ésto es pretencioso. Puede que piensen que es patético y forzado y triste y poco original y barato. Puede que ahí tengan un poco de razón.

domingo, 30 de octubre de 2016

Cómo saber cuando un bato está enamorado

Me preguntaron hace rato cómo saber cuando un bato está enamorado. (Se escribe vato, ftw). Como lo prometido es deuda, he aquí un post al respecto.

Primero, hablemos de mí. Ayer le dije a una amiga que me da risa la dualidad de mis interacciones que siempre dependerá del género del interlocutor. El yo que soy cuando hablo con mujeres es más yo. El yo que soy cuando hablo con hombres es una versión de mí mismo que no me agrada tanto, que me parece más soso y aburrido, más plano y bobo, más simple y primitivo. Una de mis hipótesis es que ésto es generalizado y que no soy un copo de nieve especial y único. Los hombres tenemos la libertad de mostrarnos débiles con ciertas mujeres en ciertos momentos, libertad con la cual no contamos cuando nos mostramos ante el mundo en general. 

Todo ésto va a que las señales que un hombre muestra ante el mundo cuando está enamorado son unas y las que va a mostrarle a su pareja son otras. Trataré de hacer una pequeña lista que obviamente estará incompleta, por lo cual se admiten sugerencias, correcciones y observaciones.

1. Un hombre enamorado estúpidamente lo va a demostrar por todos los medios. Hará muchas cosas de las cuales seguramente se arrepentirá: lo publicará en todos lados, le dedicará canciones en lo secreto y en lo visible, le cantará aunque desafine y desentone, le escribirá poemas y pensamientos sosos y repetitivos y comúnes pensando que son mágicos y especiales y geniales. Uno no puede ocultar lo que le brinda felicidad.

2. Un hombre enamorado te mirará como miras una hamburguesa del McDonald's en plena peda: con hambre, con ilusión y esperanza. No le importa el cómo, sólo importa el por qué.

3. Un hombre enamorado tiene la risa fácil. No es que seas tan graciosa, es que todo lo que digas le parece encantador y creativo y genial. 

4. Un hombre enamorado no piensa en límites de tiempo ni de dinero. No es que te prefiera sobre sus amigos o el fútbol o la peda. Es que ni siquiera pasa por su mente que exista otra opción que tú.

5. Un hombre enamorado te cuenta todo lo que pasa por su mente. A veces fácilmente, a veces no tanto pero eventualmente se abrirá. Estar enamorado es estúpido y nos hace estúpidos. Mostrar las vulnerabilidades es algo estupidísimo. So, he'll do that. 

6. Un hombre enamorado te va a buscar cuando estás enojada. El orgullo es estúpido para los enamorados. Hará su mejor esfuerzo por contentarte sin importar si tu enojo está fundamentado o no. Si necesitas tiempo, te lo dará. Si necesitas risas, te las ofrecerá. Aunque batalle y estés reacia y seas terca y obstinada, no va a ceder hasta que te haga reír. Ése es el premio a la perseverancia y la motivación también.

7. Un hombre enamorado confiará en ti. Period.

8. Un hombre enamorado trabajará para ser digno merecedor de tu confianza. Period.

9. Un hombre enamorado te abrazará y te llenará de besos siempre que pueda. A veces en público no tanto pero intentará sacudirse esa programación social prohibitiva.

10. Un hombre enamorado se esforzará por resultarte atractivo: será prolijo, limpio, aseado, hará caso de tus consejos sobre cómo vestirse, etcétera. 

11. Un hombre enamorado hará muchas cosas para demostrarte que está enamorado. Ni siquiera las hará intencionalmente y, a veces, no conscientemente. Todo ésto porque, pues, está enamorado. Si dudas, tal vez no está enamorado. El enamoramiento, en hombres y en mujeres, es evidente.

jueves, 18 de agosto de 2016

Colates

Tengo una sobrina que está a punto de cumplir 2 años de edad y es mi adoración. Si me fascinan los niños con los cuales no tengo algún motivo en particular para desarrollar apego, con mi sobrina me sobran los motivos.

Sin embargo, soy torpe al querer: la molesto, le hago cosquillas, la abrazo aún cuando no quiere ser abrazada, le doy besos en sus mejillas, en su frente, en sus ojos mientras ella grita y lucha por escapar. Soy un fastidioso de primera y ella ha desarrollado progresivamente cierto grado de repele hacia mí. Sigue sabiendo que soy alguien que la quiere y, supongo, a veces me quiere porque a veces se le olvida lo molesto que he llegado a ser y me sonríe, me abraza, me platica cosas en su cada vez más entendible balbuceo.

Aunque generalmente no es así. La mayor parte del tiempo ella huye y grita y dice "Nononononono" repetidamente en cuanto me ve llegar. Grita y se esconde detrás de su papá. Me daría risa si no fuera un poco triste y una versión beta de cómo son mis interacciones con las mujeres en general. Igual me da risa, la verdad.

El detalle es que hace aproximadamente un mes y medio tuve un momento de inspiración. Llegué a casa y el ritual de siempre: ella gritando, escondiéndose, haciendo un pequeño escándalo como buena mujer-en-formación. Ahí tuve el flashazo y le dije: ¿Quieres un chocolate? Ella inmediatamente paró de gritar, se interesó, me sonrió y dijo: ¿Colate? Saqué una bolsa de M&M's de mi mochila y le ofrecí chocolates, uno por uno. Ella me sonreía. Le ofrecí mis brazos y aceptó que la cargara. Le pedí un beso y me dio cinco en cada mejilla. Vaya, le había ofrecido algo que ella no podía rechazar. Si deseara verse así, había comprado su amor.

Sé que no es así. Sé -o espero- que ella me quiere y que es una niña y que es un comportamiento bastante natural y normal para la edad que ella tiene. La cuestión es que me hizo pensar y extrapolar toda esta dinámica entre mi sobrina y yo a cómo han sido y son mis interacciones con mujeres más mayorcitas.

La verdad es que todas, absolutamente todas tienen un "colate" que uno les puede ofrecer para que caigan rendidas y entreguen todo lo que uno necesite, busque o desee. No hablo únicamente de cuestiones materiales, no es algo tan simplista. Hay "colates" metafísicos, emocionales, espirituales, neurolingüísticos, pues. La cuestión es descubrir cuál es el "colate" que necesita la mujer que te interesa y ofrecérselo.

Además, claro está, de que existen los "colates" normales y siempre es válido y divertido probar con ellos.

miércoles, 3 de agosto de 2016

Claro que te quiero coger

Hasta la pregunta es estúpida. Por supuesto que quiero acostarme contigo. Lo supe desde la primera vez que te vi. Supe que quería acostarme contigo por lo menos una vez. Una vez para probar el cielo, para sentir que había vivido por algo, que andaba sin buscarte pero sabiendo que andaba para encontrarte, etcétera.

Aunque tal vez una sola vez sería demasiado poco. Mejor que me cayera un rayo al terminar o, mejor, en la mañana cuando tú tuvieras que irte y antes de que yo saliera rumbo al trabajo. Qué mejor forma de morir que realizado y satisfecho, antes de que llegue la inevitable decepción. Qué importa lo que venga después. No es que me quiera morir pero qué vida de mierda si implica seguirla sin ti.

O mejor no te vayas y sigamos acostados. No necesitas estar despierta. Se entiende mal ésto y por éso aclaro: quiero seguir acostado contigo después de coger. Si me dejas abrazarte, bien. Si estás despierta, mejor. Prometo ir a lavarme la boca antes de que despiertes. Prometo tener planes para desayunos. Si te preparo el desayuno, ten por seguro que ya soy tuyo. (Spoiler alert: te prepararía el desayuno. Al menos la primera vez).

Quiero coger contigo pero de una forma sublime, trascendental. Que sea de forma literal pero también metafórica. Que sea físico y mental, vaya. Las mejores cogidas que me han metido y viceversa han sido sin necesidad de meterla.

Es que claro que te quiero coger. Ya sé que es repetitivo que lo diga. No es lo único que quiero hacerte. Ni siquiera es la prioridad. Puedo sobrevivir "cogiéndome" solo -porque lo he hecho hasta ahora-. Puedo esperar, no hay ningún tipo de prisa. Mi prioridad sería preparar todo para ese día. Por decirlo de cierta manera: compenetrarnos sin necesidad del pene para que todo sea mejor y más profundo. Sin albur.

Quiero que quede claro: te quiero coger. Quiero que quede algo todavía más claro: te quiero querer todo el tiempo que sea posible.

jueves, 14 de julio de 2016

Random ramblings


Dicen constantemente los enterados y conocedores del tema que primero tiene que estar bien uno. Dicen también que las cosas llegan precisamente cuando no estás buscándolas. Dicen que se debe buscar a alguien que te complemente. No especifican que tan diferente o que tan similar debe ser a ti. Hablan de "complementar" como si se tratara de una receta de cocina. 

Me permito diferir. Nunca he estado bien. No creo que una persona en su sano juicio y poseedora del mínimo intelecto pueda aseverar con total y completa seguridad que está bien. Estamos que ya es ganancia. Aspiramos a cierta estabilidad pero siendo como somos y teniendo la cabeza tan llena de mierda como la podemos tener, no creo que podamos aspirar a decir otra cosa que "más o menos". ¿Cuál es el caso entonces de esperar a llegar a ese utópico estado mental en el que los planetas se alinearon y estamos c o m p l e t o s? Aún a pesar de que dentro de esa suficiencia/completitud, todavía nos falta a l g u i e n. Como que algo hay ahí que no cuadra.

Las cosas llegan cuando llegan, independientemente si las buscamos o no. Supongo que estadísticamente hay mayor propensión a encontrarlas cuando -vaya descubrimiento- las estamos buscando. Nada te cae del cielo. El amor no se trata de suertes, bendiciones o magias. El amor -creo yo- es circunstancial. Las circunstancias que nos orillan a estar juntos hoy, tal vez mañana sean diferentes. Aún cambiando las circunstancias, también las personas cambian. Entonces estar junto a alguien sí que es un accidente. Entiéndase "accidente" como un suceso eventual que altera el orden regular de las cosas. Puedo decir que son los accidentes más hermosos que me han pasado aún cuando a veces apenas he salido con vida de ellos.

Pudimos haber pasado la vida entera sin saber de la existencia de esa persona cuya misma existencia ahora nos pesa. La serie de (nuevamente) accidentes del destino que llevaron a que dos personas dentro de las miles de millones que habitan este planeta se encontraran en un mismo espacio y tiempo, se hablaran, se comunicaran, empatizaran y se besaran es tan casual que resulta difícil considerarlo coincidencia. Hablo entonces de pesar sin la connotación negativa... aunque a veces la posea. Estar y compartir(se) con alguien implica abandonar la comodidad de sí mismo. Es abrirle las puertas a otra persona junto con sus ideas, morales, éticas, prejuicios, temores, virtudes, defectos, traumas, sueños, motivaciones y miedos. Es una decisión ilógica, a todas luces estúpida. Sin embargo, es la única decisión que le brinda sentido a todo lo que ocurre. Nunca se está tan seguro de nada como cuando se ama. 

Entonces. No estoy bien pero qué importa. Si buscaba o no, es irrelevante. El amor es un accidente, sí pero me interesa más lo que es que la causalidad. Las circunstancias hoy no son las más propicias. Tal vez mañana sí. Entonces, mañana nos vemos.


viernes, 8 de julio de 2016

La prueba del celular

En la película "A Bronx Tale", hay un momento en que un personaje aconseja al otro sobre (¿qué más?) el amor y cómo distinguir a una morra egoísta. Todo gracias a la prueba de la puerta. Cito:


Sonny: Alright, listen to me. You pull up right where she lives, right? Before you get outta the car, you lock both doors. Then, get outta the car, you walk over to her. You bring her over to the car. Dig out the key, put it in the lock and open the door for her. Then you let her get in. Then you close the door. Then you walk around the back of the car and look through the rear window. If she doesn't reach over and lift up that button so that you can get in: dump her.
Calogero 'C' Anello: Just like that?
Sonny: Listen to me, kid. If she doesn't reach over and lift up that button so that you can get in, that means she's a selfish broad and all you're seeing is the tip of the iceberg. You dump her and you dump her fast.

Se lee drástico pero tiene sentido. Se realiza un juicio categórico y sumario que no deja lugar a justificaciones, disculpas o explicaciones. "You dump her and you dump her fast". Sí, uno puede inferir que es una persona egoísta porque no te abre la puerta del coche cuando sólo le costaría estirarse un poco. Tal vez sí, tal vez no pero hacemos juicios mucho más pendejos con menor evidencia y sustento.

Ahora bien, lamentablemente esta prueba es imposible de realizar ahora que contamos con seguros automáticos y controles remotos. Por ello, propongo una nueva prueba: La prueba del celular.

En estos tiempos, todos tenemos la manía de tener el celular siempre al alcance. Es esa imperiosa necesidad de estar todo el tiempo en todo lugar, enterado de todo lo que ocurre y opinar sobre todo. No es la intención del presente ensayo dilucidar los por qués sino proponer lo siguiente:

Pasas por una chica. Bajas de tu carro. Llamas a su puerta. Sonríele. Camina a su lado hacia el carro. Ábrele la puerta. Abre tu puerta. Conduce. Haz un chiste. Mírala. De reojo y posteriormente volteando por completo. Sonríele. Elige a dónde irán. No le pidas aprobación. Si no le gusta el lugar, ni modo. Elige bien y pensando en ella y sus gustos, eso sí. Jala su silla. Ayúdala a sentarse. Siéntate frente a ella. Mírala a los ojos, siempre sonriendo. Haz conversación. Sé entretenido. Sé interesante. Escúchala. Ríete de sus chistes, si dan risa. Búrlate de sus chistes, si no dan risa. Pregúntale cosas. Haz preguntas interesantes. Pregúntale lo que te gustaría que te preguntaran. Contesta sus preguntas con la verdad. Sé sincero y honesto. 
Halágala pero no seas lamebotas. Dile que se ve bonita. 
Si en el transcurso de todo ella saca su celular y pasa más de 30 segundos viéndolo, riéndose sin compartir el chiste y sin voltear a verte ni a escucharte, abandona todo intento de algo con ella. Ella está en otro lado, no está contigo. No la capturaste, no la sedujiste y no llamaste suficientemente su atención. 
Sigue todo con normalidad. Sigue siendo entretenido. Paga todo. Sal, ábrele la puerta, mírala de reojo y posteriormente voltea por completo, sonríele, llévala a su casa, agradécele, besa su mejilla, baja del carro, abre su puerta, camina a su lado, nuevamente besa su mejilla, despídete. Nunca más la vuelvas a llamar.


miércoles, 6 de julio de 2016

Para mí sí eras suficiente

Esta vez sí se trata de lloriquear un poco. No es la primera ni la última vez que te rechazan pero ojalá que sí sea la última. Le pasa a todo mundo pero lo importante es que te pasó a ti. 

No vuelves a hacerlo. No te vuelves a exponer ni a arriesgar ni mucho menos a mostrarte vulnerable. Es un mundo de mierda, sí, donde a nadie le importa ni le interesan las intenciones que tienes o que trates de ser bueno. Es irrelevante. No se acaba el mundo pero sí van a cambiar las cosas. Convéncete de ello.

Estás triste pero es más lo que pasas decepcionado. ¿Por qué tú no? ¿Por qué él sí? ¿Nada más porque había llegado antes? Bah. No eres suficientemente maduro, seguro, asertivo o atractivo pero sí eres muchas otras cosas. No eres mal partido. Siendo tú mismo te ha bastado para muchas cosas y te ha sobrado para otras tantas. No necesitas hacer un performance. Exageras tus defectos y minimizas tus virtudes. Las puedes, no nos hagamos tontos.

La verdad, por más que duela e incomode y parezca injusto, es que el problema sí era ella. No sabe lo que quiere o necesita o desea o busca o todas juntas. No la culpas, tampoco porque también has estado ahí. La diferencia es que tú sí te has sentido mal por la otra persona implicada. Es lo humano. El amor es una cosa, claro, pero la decencia y el sentido común y la bondad son otras cosas. No se trata de conformarse si no sabes qué es lo que quieres y eliges a todas luces lo que no deberías elegir. No te eligió a ti. No sabes si es o será un error pero, aceptémoslo, probablemente sí lo sea. Ahora bien, conformarse con menos de lo que mereces  es de pusilánimes, de mediocres, de deshuevados. Estás acostumbrado a luchar por lo que quieres aún cuando lo que quieres no te quiere a ti. Habría que ser menos pusilánime, menos mediocre, menos deshuevado. Aprende a quererte. No es demasiado tarde. Quieres tenerlo todo pero ya que sea con alguien que quiera todo de ti sin necesidad de demostrar o de convencer o de probar.

Claro que es una mierda. No eres feo, al contrario. No te ha ido mal. Te ha ido excelentemente bien. Te han amado mujeres maravillosas. Te han mirado embobadas y te han abrazado y te han besado y las has escuchado suspirar por ti. Claro que la querías a ella. También es maravillosa pero éso qué. 

Está claro que hubieras hecho todo por ella, que la hubieras hecho reír hasta que le doliera la cara, que la hubieras hecho brincar de emoción, que hubieras devuelto sus abrazos y sus besos y sus palabras y sus caricias y hubieras consolado sus quebrantos y lamido sus lágrimas y ya le tenías el altar y le dijiste todo lo que piensas y que nunca habías dicho y le hiciste sentir cosas. No van a ser. No quiere. Sí sabe pero no le importa que pienses todas estas cosas. Sí sabes qué decir. Eres más de lo que aparentas y no necesitas ser más de lo que ya eres. Eres interesante, eres inteligente, eres apto, eres muchas cosas que otras personas en otro momento han valorado y apreciado y agradecido y amado. ¿A ella no le brillaron los ojos? Ella se lo pierde, querido.

No te conformes con menos de lo que mereces. Tú no eres Islandia. Tampoco eres Inglaterra ni Francia ni Alemania. No juegan las analogías futboleras, no van. Eres tú y debes aprender que vales un vergo y que lo imposible puede ser siempre y cuando no lo fuerces. Puedes y debes levantarte de la lona pero no para tirar un golpe de suerte sino para seguir boxeando. No con ella ni con alguien en particular sino contigo mismo. Lo dijo Bolaño: "Hay momentos para recitar poesías y hay momentos para boxear". Sígale boxeando, mijo. La vida y ella y todo lo que venga te la tiene que pelar.

No tienes ni tenías por qué enamorarla. Por una vez, permite que se enamoren de ti.

lunes, 4 de julio de 2016

No eres suficiente

No se trata de lloriquear. No es la primera ni la última vez que te rechazan. Son cosas que pasan y que le pasan a todo mundo (creo).

Te expones, arriesgas, te muestras vulnerable y te dan una patada en el culo. No se acaba el mundo. Convéncete de ello. 

Pasas tus días triste, pensando en qué pudiste haber dicho o hecho para que las cosas resultaran diferentes. Para que ella se enamorara de ti. Para que no se quisiera ir nunca. Sí hay momentos específicos en los que piensas que pudiste haber actuado mejor: ser más maduro, más seguro, más asertivo, más atractivo. Son los menos. La verdad de las cosas es que no hiciste otra cosa mas que ser tú mismo. No se puede fingir todo el tiempo, no se puede aparentar ser algo que no eres todo el tiempo porque no eres Daniel Day Lewis, simplemente eres tú. Tú, con tus virtudes y tus terribles, terribles defectos que algunas personas (las menos) encontrarán adorables y que otras (las más) encuentran insoportables.

La verdad, por más que duela e incomode y parezca injusto, es que el problema eres tú. No eres lo que la otra persona quiere o necesita o desea o busca o todas juntas. No la culpes, eh. Has estado del otro lado del mostrador y entonces no te has sentido mal. Es válido. Se supone que el amor es una cosa que arde, no que sea tibio. Debes -o deberías- buscar a alguien que te haga explotar. No debes -o deberías- conformarte con menos que éso. Conformarse es de pusilánimes, es de mediocres, de deshuevados. Lucha por lo que quieres o espéralo hasta que llegue. Si no llega, ni modo. No era para ti. Que sea lo que sea y todas esas mierdas. Nunca te vendiste a la noción de hacer-lo-que-se-tiene-que-hacer y no cediste en tu intento de tenerlo todo, a pesar de las consecuencias.

Igual es una mierda, eh. Lo intentas racionalizar y entiendes que hay más opciones, que no eres el más guapo del mundo y que lo compensas siendo "interesante" (whatever that means) y que no te ha ido mal. Tampoco particularmente bien pero te ha ido y es mejor que nada. Lo entiendes, sí, hasta cierto punto. Pasado ese punto, deja de importar lo lógico y lo racional porque tú la querías a ella, querías hacer todo por ella y hacerla reír hasta que le doliera la cara, hacerla brincar de emoción cuando te viera, recibir sus abrazos y sus besos y sus palabras y sus caricias y consolar sus quebrantos y lamer sus lágrimas y hacerle un altar y decirle todo lo que piensas y que nunca has dicho y hacerle sentir la mitad de lo que tú sientes nada más de pensar todas estas cosas que pudieron haber sido y que ya no serán. Ojalá fueran. Ojalá quisiera. Ojalá supiera y le importara que piensas todas estas cosas. Ojalá supieras qué decir. Ojalá fueras más que lo que ya eres y fueras más guapo, más interesante, más inteligente, más apto, más seguro, más asertivo, más lo que fuera que fuera necesario ser para que a ella le brillaran los ojos al verte.

No te conformes. Islandia le ganó a Inglaterra. Es irrelevante la trapeada que le puso Francia posteriormente. Lo imposible puede ser. Puedes levantarte de la lona y pegar un golpe de suerte. Puedes ser adorable. Puedes hacer que se enamore de ti.

O no.

lunes, 27 de junio de 2016

Me gustan

Me gustan las mujeres que la hacen de pedo. Siempre lo han hecho. No las que la hacen de pedo por estupideces sino porque es justo y necesario hacerlo. Me gustan las que son inteligentes y se dan cuenta de la mierda que puedo llegar a decir para hacerles sentir algo. Porque puedo decir cualquier pendejada con sinceridad y mirándolas a los ojos, sin pestañear, con el corazón en la mano, con la voz temblorosa, con el corazón acelerado y sudando profusamente. No digo que sea un performance pero qué cosa en la vida no lo es.

Me gustan porque se ríen cuando digo y hago las cosas así. Me gustan porque me miran como pendejeándome, como si vieran a través de mí y percibieran mis supuestas falsedades o hipocresías. Me gustan porque hacen que me esfuerce más, que hable mejor, que invente nuevos halagos, porque me retan y me invitan a ser mejor, más atractivo, más interesante, más inteligente, más convincente y más seductor. 

Me gustan porque hacen que me emocione. Hacen que brille y que se me inflame el corazón y el cerebro se me achicharre de tanto sentirlas y de tanto pensarlas. Hacen que salga del tedio de estar pensando en mí y en mis cosas. Hacen que me interese, sin importar si ésto resulta ser breve o prolongado. Hacen que sienta, que viva, que respire, que sufra, que llore, que ría, que corra, que grite, que calle, que tiemble, que muera y me reviven entonces.

Me gustan porque sí. 

Lo gracioso de todo ésto es que todas las mujeres con las que he interactuado piensan que son ese tipo de mujer. Lo verdaderamente hilarante es que, al final, todas caen igual.

domingo, 5 de junio de 2016

Sobrevida en 5 años



En cuanto a los padecimientos oncológicos, hay diferentes tipos de enfermedades y generalmente se evita hablar sobre "curación" porque, la verdad, no sabemos tanto sobre qué pasará y qué expectativa de vida tienen los pacientes hasta que siguen vivos aún cuando todo indicaría que debieron haber fallecido ya.

Entonces hablamos sobre porcentajes de curación que dependen en gran medida en el momento que se establece el diagnóstico, el tipo de enfermedad, los tipos de tratamiento que requerirán y sobre la extensión al momento del diagnóstico inicial. Una gran cantidad de "ifs" que condicionan la supervivencia de una persona. 

Entonces hablamos sobre porcentajes de sobrevida en 5 años. No es un rango de tiempo corto pero tampoco es un rango de tiempo particularmente largo. Son 5 años. Casi la misma cantidad de tiempo que transcurre entre una Copa del Mundo y otra. Yo ya estoy esperando la Copa del Mundo en Qatar 2020 y una gran cantidad de personas no sabe si estará viva en 5 pinchurrientos años.

John Lennon dijo que la vida es aquéllo que te sucede mientras estás ocupado haciendo planes
. Luego el destino tomó forma humana en Mark David Chapman y le arrebató al mundo su genio como si se tratara de una respuesta macabra a su cita citable. 

Planea, ten expectativas, siembra tu terreno, alimenta tus relaciones interpersonales, piensa en qué pasará y qué harás sin saber si el tiempo que estás esperando lo tienes agendado. 

No acostumbro hacer planes mas que a corto plazo. Sé lo que tengo que hacer hoy y lo que tengo programado para mañana. Me he hecho un especialista en sobrevivir día a día como si comulgara con la filosofía de AA. Sólo por hoy estoy aquí, mañana no sé. Ojalá que sí. Tengo una vaga idea sobre lo que quiero pero no sé cuándo ni cómo. Mañana me daré cuenta, seguro. Tal vez pasado mañana.

Por eso me admira y me neurotiza escuchar hablar a los demás sobre sus planes. Quieres hacer una subespecialidad. Quieres estudiar una maestría. Tienes que salir de la ciudad. Te quieres ir a Canadá y quién sabe si regreses. No piensas en casarte porque qué miedo tener hijos, qué miedo traer a alguien a este mundo y hacerte responsable. 

Y si te vas, ¿qué hago yo? Porque hoy sé que mañana quiero verte otra vez.

martes, 26 de abril de 2016

La Barbería

Hoy fui a una barbería moderna para que me raparan y le dieran forma a la barba de vagabundo que traía. Sabía que por la ubicación y la mercadotecnia iba a ser un precio exagerado aún a pesar de los supuestos beneficios pero la pereza y las ganas de chiflarme vencieron a mi razón.

Llegué a sabiendas de que el costo de la experiencia sería de $500 pesos mexicanos o el equivalente a diez cajetillas de cigarros. Casi once. Decidí dejar de pensar en el costo y concentrarme en "vivir la experiencia". Mis únicas experiencias en barberías se reducían a dos ocasiones que fui a una de cholos donde la especialidad de la casa era hacer cortes para chicanos y otra a donde fui en múltiples ocasiones porque era un viejecillo que hacía maravillas con una navaja a un precio decente y competitivo. Llegué y sobra decir que fue completamente diferente: un lugar que cobra por el estatus, por la ubicación y porque las que te atienden son tres muchachonas de aspecto pasable que te respiran cerca del oído y te acarician la cabeza, todo dentro de los límites de la decencia clasemediera regiomontana. Ahora entendía todo más claro.

No pienso repetir la experiencia y todo ésto no es para ahondar en el tema de las barberías o del estatus. Si acaso de soslayo es sobre las muchachonas pero principalmente es sobre mí.

La muchacha que estaba rasurándome se embarró las manos con un menjurje de olor mentolado y aspecto grasoso, volteó a verme y me dijo lo siguiente:
-¿Tu piel es sensible a algo?

Sólo atiné a pensar lo que sin duda debí de haber respondido:
"Sólo a las caricias". 

Qué bueno que sólo dije que a nada.

sábado, 9 de abril de 2016

Mi mamá y sus loqueras parte 1

Mi mamá es la típica mamá de los pollitos que siempre acude al rescate de los más necesitados. Éso tiene muchas ventajas para uno siendo su hijo pero también es sumamente desesperante pero gracioso cuando sus inescapables afanes de ayudar y salvar al mundo le resultan contraproducentes.

Un ejemplo que se me vino a la memoria fue ahorita que estaba perdiendo el tiempo en Facebook -signo incontrovertible de sanidad mental y buen estado de ánimo- cuando me topé con las fotos de un hijo de puta que fue compañero mío en la primaria, secundaria y preparatoria. El hijo de puta tiene ahora unos hijitos de putita muy bonitos y simpáticos, uno de los cuales parece una copia al carbón del original. Viéndolo recordé esta anécdota.

Eran finales de preparatoria y mi mamá era la encargada de organizar la fiesta de graduación en mi escuela lasallista. Se había vuelto una experta en planeación. Ya conocía salones, alimentos, luces, decoraciones, centros de mesa, equipos de sonido y grupos musicales. Para variar, se había vuelto experta en algo aparentemente ajeno a sus habilidades y zonas de confort.

Era también la encargada de recolectar el dinero de cada uno de los graduados. Una cantidad nada despreciable pero adecuada para un evento clasemediero de festejo.

Mi compañero no tenía madre. Literalmente. La señora había fallecido cuando él estaba en primaria -no recuerdo las circunstancias, cue the violin music- y tenía dos hermanos menores. Su padre estaba y no estaba así que sus circunstancias familiares eran anómalas en el entorno lasallista. Por ende, mi mamá lo "adoptó". Además, era amigo mío porque yo padezco el mismo mal que mi madre pero no ahondo.

A la hora de recoger los pagos, mi compañero declinó asistir. El único de la generación de casi 150 estudiantes que no iría. Sobra decir que mi mamá casi estalla en llanto. Sabiendo que el orgullo es característica de todo hombre a toda edad, se ingenió una mentira burda: le llamó a mi compañero diciéndole que se había ganado una rifa donde el premio eran los boletos para ir a la fiesta de graduación con todo pagado para él y sus acompañantes.

Adivinen qué dijo el hijo de puta. Que si no le podían regalar mejor el equivalente al costo de los boletos en efectivo.

Casi siempre eso es lo que uno consigue cuando intenta ayudar al que no tiene interés ni necesidad de ayuda. Mejor de lejitos.

sábado, 13 de febrero de 2016

Si me pides que deje todo

Si me pides que deje todo y vaya, lo haré. No inmediatamente. Hay muchas cosas que arreglar antes de dejarlo todo. A veces uno tiene una vida o algo que se le asemeja: trabajo, familia, amigos, hobbies, rutinas, cosas. Tampoco es que sean situaciones que no se pueden abandonar pero a veces cuesta porque empezar algo cuesta. También ilusiona pero éso es otro tema.

Necesito que me lo pidas. Necesito esa motivación y esa sensación de certeza que no se basa en la realidad sino en la ilusión. Es fácil decir "ven", casi lo es tanto como decirte que iré si es que me lo pides.

Si me pides que deje todo, no necesito que me prometas el equivalente en vida para dejar lo mío. No quiero conocer a tus amigos o a tu familia. No quiero que me ofrezcas nuevos hobbies y rutinas. Ni siquiera quiero que te me prometas. Nada más pídemelo e iré. Es un buen trato. Sin embargo, no prometo quedarme. No es que me guste errar sin norte. Tampoco es que desee establecerme en algún lugar. Pasa que ocupo saber que se trata de una elección consciente y al mismo tiempo impulsiva además de mutua. Lo que prometo es que bastará que me digas "ven" o "regresa" para estar ahí aunque sea por un rato, aunque sea para siempre.

Si me pides que deje todo y vaya, lo haré. A lo mejor inmediatamente. La única forma de saberlo a ciencia cierta es que me lo pidas. Después veremos si nos quedamos.

martes, 9 de febrero de 2016

A cuentagotas no

No te voy a decir que te voy a querer como nunca te han querido. Ni siquiera te voy a prometer que te voy a querer más de lo que alguna vez ya quise porque no creo que sea capaz de hacerlo y no quiero mentirte. Tampoco es que sea malo éso, eh. He querido y mucho, tanto como me han querido antes. Algo habré aprendido de querer, entonces. Tanto, espero, como tú has aprendido.

No te voy a prometer amor eterno porque capaz mañana no despierto y me vuelvo nada y ahí muere todo lo que siento. Ahí sí que para siempre. No es que quiera morir, tampoco. Hay muchísimas cosas que quiero hacer y de preferencia contigo. El problema es que nunca se sabe lo que va a pasar y sólo tenemos ahorita y ahorita sí que te quiero.

No te voy a decir que vamos a ser uno mismo. Tú ahí y yo acá. Tú en tu espacio y yo en el mío. Tú tan libre de ser como eras antes de mí y tan libre de crecer tanto como quieras para ti. Te prometo ayudarte a crecer en la medida de lo posible y siempre que tú me lo pidas. Ni tú ni yo somos un proyecto pero tampoco creo que estemos terminados. Hasta a la Mona Lisa la volvería a pintar Leonardo si pudiera.

No te voy a decir siempre todo lo que pienso. Tampoco quiero que seas adivina. No creo que quieras saber lo que a veces puede llegar a pasar por mi cabeza. No soy un monstruo pero soy yo. También a veces te escucharé decirme cosas que, te lo juro, no me van a interesar. Te prometo escucharte de forma educada pero a veces deseando fervientemente que termines tu historia y tu anécdota para hablar de otra cosa. No siempre será así pero a veces sí.

No te voy a dar la razón siempre. Si pienso que estás equivocada, te prometo que te lo haré saber. Repetidamente. Con lujo de detalles. Muy seguido, burlándome. Ocasionalmente, molesto. Rara vez, fastidiado. Nunca odiándote. Tienes todo el derecho de refutar, de burlarte y de pegarme pero no te voy a hacer fácil ganarme alguna discusión. Cualquier discusión. Te prometo que odiarás éso de mí.

No te voy a querer todos los días de la misma manera. A veces estaré de malas porque mi equipo perdió. A veces llevaré conmigo los problemas y preocupaciones del trabajo. En ocasiones solamente estaré de malas porque sí, porque puedo, porque quiero y no tengo que darte motivos siempre de ello. A veces me voy a fastidiar de ti y pensaré en por qué estoy contigo, en lo fácil que sería irme, en lo tentador que resulta aventarte por las escaleras y enterrarte en el patio junto con el perro que yo no quería. Te prometo que tan sólo lo pensaré y ahogaré esas fantasías con una cerveza o dos o tres. Eso sí: trataré de estar de buenas sin tratar. Me explico. Generalmente me pone de buenas imaginarte reír. Es en mi propio interés y beneficio hacer que eso ocurra. Esos días te querré un poco más, te abrazaré un poco más y te diré más cosas lindas que los demás. Esperemos sean los más.

No te prometo cogerte como nunca te han cogido. No me interesa saber cómo te han cogido o si has cogido antes o si soñaste coger con un actor, futbolista o vecino. No te prometo que no se vuelva una rutina o que no te diga que hoy no, que estoy muy lleno/me duele la cabeza/tengo sueño/no tengo ganas. Te prometo sinceramente que nunca te diré que hagamos el amor. Te prometo que siempre que te coja, lo haré pensando en nuestra satisfacción. Te prometo besarte mucho mientras te cojo. A veces te diré putita. No lo tomes a mal. Es otra forma de decir que te quiero.

Sobre todas las cosas, te voy a querer a lo bruto. Te voy a querer a lo estúpido porque así me gusta. Te voy a querer como un río que se desborda sobre sí mismo, deseoso de comerse la tierra que lo rodea, besándola, lamiéndola y llenándola de sí. Te voy a querer como si el mundo se fuera a acabar hoy. Te voy a querer en mundos infinitos. Te voy a querer como si sólo existiéramos tú y yo. Te voy a querer convencido de que quiero quererte. Te voy a querer lleno de contradicciones. Te voy a querer como nunca te han querido, te voy a querer eternamente, te voy a querer queriendo fundirme contigo, diciéndote siempre todo lo que pienso sin callarme nada, dándote la razón para que te calles y queriéndote y agradeciéndote cada minuto, cada hora, cada día. Te voy a coger como nunca te han cogido y nunca, nunca, nunca te voy a querer a cuentagotas.