sábado, 18 de diciembre de 2010

África inocente



En el papel, tienen todo para ser los mejores del mundo. No es casualidad que los atletas de color han dominado en los deportes, solo es de hacer memoria: Jackie Robinson fue el primer beisbolista negro aceptado en la MLB y, para utilizar términos futboleros, la "rompió"; y a partir de ahí, los atletas de color independientemente de su procedencia, son los mejores.

El futbol americano está plagado de jugadores afroamericanos. Sí, tradicionalmente se la daba cierta preferencia a los QB's caucásicos... pero en años recientes aparecieron Michael Vick entre otros para demostrar que también saben lanzar el ovoide.

En basquetbol, en atletismo, ni hablar. Es raro encontrar jugadores caucásicos que sobresalgan. El Heat de Miami se reforzó esta temporada con tres superestrellas: Dwayne Wade, Lebron James y Chris Bosh... los tres afroamericanos. Usain Bolt se encarga de asombrar al mundo superándose a sí mismo en la competencia de 100 metros planos cada que se le antoja, y antes que él estaban Carl Lewis, Michael Johnson o Jesse Owens.

Hasta el momento, son pocos los deportes en los que todavía no domina la raza negra, como la natación, el hockey... pero citando al comediante Chris Rock: "niggas don't skate!"

Sin embargo, en ningún deporte se ha augurado un futuro tan brillante y tan dominante para los atletas negros (uso el término de manera no despectiva, sino porque no se me hace tan políticamente incorrecto) como en el fútbol.

Y sí, uno puede decir que en la selección de Brasil ha habido futbolistas negros desde siempre. También que el brasileño (y tal vez el futbolista) más brillante de la historia, O Rei Pelé, es negro. Ejemplos hay bastantes, pero me refiero en esta ocasión a los negros africanos.

Cuando apareció George Weah era la excepción a la regla. Consiguió ser el primer africano en recibir el premio de la FIFA al Mejor Futbolista del Año en 1995, algo sin precedentes. Destacó y triunfó con el AC Milan en la década de los 90's, aunque con su selección nacional, Liberia, jamás pudo destacar a nivel internacional. El destino le jugó una pesada broma geográfica que jamás le permitiría participar en una Copa del Mundo.

A partir de entonces comenzaron a escucharse voces predictivas de especialistas pegándole al Nostradamus: es cuestión de tiempo para que los equipos africanos dominen. Son superiores en fortaleza, en velocidad, su falta de disciplina táctica los hace impredecibles, disfrutan el futbol... esperen y vean.

Y siguen surgiendo individualidades aisladas que permiten que esas voces no se apaguen después de más de 10 años hablando. Eto'o, Drogba, Adebayor, son solamente algunos jugadores africanos que brillan en el futbol europeo y fungen como capitanes en sus países.

Antes del mundial de Sudáfrica 2010 las voces retomaron fuerza: ahora es cuando. Los equipos locales de una manera u otra avanzan, muchos de los jugadores africanos participan en equipos europeos, se han empapado de la disciplina táctica al ser reclutados desde temprana edad por los equipos de las ligas más competitivas. Si eran diamantes en bruto, ahora habían sido pulidos y estaban listos para deslumbrar al mundo.

Todo quedó en promesa. Solo uno de los equipos africanos calificó y lejos de sorprender, se convirtió en favorito sentimental por la inocencia y desparpajo de sus jugadores. Nada diferente al Camerún de Italia 1990, a Nigeria de 1994, a Senegal del 2002, etc. Los underdogs de los torneos mundiales son africanos. El mundo quiere verlos llegar lejos a sabiendas de que son sueños guajiros verlos campeones.

Y las voces persisten y retoman fuerza cuando un equipo como el TP Mazembe, a pesar de la insignificancia del Mundial de Clubes sacado de la manga por la FIFA, llega a una final contra el Internazionale de Milan, el equipo campeón de Europa. Desconocidos, eliminaron al campeón de la CONCACAF (Pachuca) lo cual se calificó más como un fracaso mexicano que un acierto africano. Pero el vencer al Inter de Porto Alegre, el campeón de la CONMEBOL, disminuyó el menosprecio. ¿Podría ser cierto que este equipo totalmente desconocido en el medio futbolístico internacional lograra lo imposible?

No lo niego, yo los quería ver ganar. Me gusta apoyar a los menospreciados y sé que los jugadores del Inter no iban a disfrutar un campeonato de este nivel como lo hubieran valorado los jugadores del Congo. Los quería ver bailar, los quería ver brincar, festejar de maneras inusitadas contagiando al mundo de la alegría que sienten al jugar futbol.

Gol a gol a gol, fríamente, con paciencia, con inteligencia, el Inter de Milan apagó esas ilusiones. Los jugadores africanos se notaban sorprendidos: así no terminaba la película en el guión que se fabricaron mentalmente. Sí, intentaron de diferentes maneras pero los festejos se quedaron guardados en el cajón del olvido y de las ilusiones perdidas.

No dudo que falta poco para que brillen y conquisten algún campeonato. Partidos como los de hoy son evidencia de lo que puede ser. Sin embargo, creo que falta mucho tiempo para éso. No tanto como para decir que México quedará campeón del mundo antes que ellos, pero en un futuro a corto y/o mediano plazo, lo dudo mucho.

¿Qué fue lo que pasó? Aunque es uno de los clichés más utilizados en el medio futbolero para describir a los equipos africanos, creo que situaciones así demuestran por qué se convirtió en cliché.

Los jugadores africanos son demasiado inocentes.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hablando de mujeres y traiciones...




Voy a decir una verdad que pocos hombres nos atrevemos a proclamar en público. Espero no haya consecuencias desastrosas.

Llámenme machista, pero las mujeres no tienen nada qué hacer dentro de un estadio o animando a un equipo si nunca han jugado futbol. Iba a decir que no tienen nada que hacer dentro del futbol aparte de como adorno, pero entonces sí me granjearía unas cuantas enemigas. Aparte de que estaría generalizando.

Pero me explico. Amar el futbol (si es que una cosa así es posible) o apasionarse, que va de la mano, es comprensible solamente desde el punto de vista del que tiene los pelos de la burra en la mano. No puedes valorar la belleza de un cañito, de una chilena, de un tiro de tres dedos que golpea el interior del poste a la derecha del arquero y besa las redes... si no sabes lo complicado que resulta hacer cada una de las anteriores cosas.

Tal vez no sea el mejor símil, pero voy contra el cliché de que los críticos de arte, en cualquiera de sus múltiples expresiones, son artistas frustrados. Sí, Roger Ebert tal vez haya visto más películas que nadie en el mundo y las haya reseñado, y bajo sus criterios subjetivos las califica y las apoya o denigra... ¿pero qué pasaría si él se animara a realizar su propio guión, o dirigir, o actuar, o producir?

Todos podemos ver una pintura, pero no es tan fácil expresar lo que nos hace sentir. Es facilísimo leer (cualquier cosa) pero entender lo que a veces se nos quiere expresar, no tanto. Por éso es más fácil (y barato, pero éso es otro tema) un periódico de nota roja que un libro más profundo.

¿Pero entonces por qué me concentro solamente en las mujeres alrededor del futbol, preguntará alguna feminista furibunda o un pro-derechos de la mujer confundido? Pues porque, bien que mal, en una sociedad como la nuestra TODOS los varones en algún momento determinado desde la infancia han tenido contacto con una balón. Que a algunos degenerados no les haya gustado practicarlo, es otro asunto. Pero un hombre relativamente normal (y los anormales también podemos) le gusta esa sensación de participar de un equipo. De soñar que estamos en el Azteca participando en la Final de la Copa del Mundo, y cada gol equivale a un triunfo sobre la realidad atosigante.

Las mujeres rara vez participan del juego. Y si lo llegan a hacer no es algo que toman en serio GENERALMENTE, aclaro.

Cualquier hombre puede ser Director Técnico de tribuna o de sofá o de lo que sea. Analizar los parados tácticos, qué movimientos deberían de ser hechos, resaltar las virtudes de un jugador y decir por qué el entrenador en turno no sabe nada de futbol. Y nosotros sí.

Una mujer generalmente se queda en emocionarse. Apoyan al equipo del novio en turno, y si ganan festejan como el que más. Hasta pueden utilizar la playera del equipo, proclamar su amor a los colores por cualquiera de las redes sociales disponibles.

Pero no saben lo que es sufrir un descenso como si fuera la muerte misma, los nervios de cobrar un penalti y saberte observado, de ver a tu equipo anotar un gol en el último minuto de la temporada cuando ya no hay esperanzas de clasificar... y festejarlo y gritarlo como si tuviera la más remota importancia.

Y mi tolerancia para con ellas es vasta. Digo, mi novia sabe relativamente de futbol pero no puedo hablar con ella como hablo con mis mejores amigos de futbol. Ni siquiera como cuando hablo con mis peores conocidos, o con el taxista, o con el paciente que tiene tatuado el escudo del Monterrey en el pecho. Y aún así, la quiero y entre mis planes está compartir mi vida con ella (ah neteando...)

Pero lo que me ha colmado el plato son los medios. Si escucho a una mujer comentar de futbol en radio, la siento falsa. Si la leo en Twitter o en Facebook, me controlo para no escribirle que mejor se calle y que no tiene una idea de lo que está diciendo. Si la veo en TV, cuento hasta 10 y pienso que es un adorno con boca y trato de bloquear todo lo que dice.

Estoy desesperado, juro que amo a las mujeres como el que más, las aprecio, las valoro, las consiento y las respeto.

Pero por favor... déjennos el futbol.


lunes, 8 de noviembre de 2010

El cañito


Pocas jugadas son tan innecesarias y superfluas dentro de una cancha de fútbol. Con el balón en los pies, los menos artistas preferimos una de varias opciones: hacer un recorte hacia afuera, hacia adentro, intentar superar al marcador por velocidad, retroceder con el balón y tocar lateral, intentar un pase a profundidad, o aventar el balonazo a ver qué sale.

Y no es que sea un recurso infalible como para intentarlo en repetidas ocasiones. El atacante a final de cuentas queda en desventaja. El balón si todo sale como se planeó inicialmente, pasará entre las piernas del defensa. Aún así, todavía queda el obstáculo de sortear el cuerpo del rival para alcanzar el destino que es el balón rodando pasivamente, esperando.

¿Entonces por qué intentarlo?

Tengo (o tenía) un amigo que en la escuela era el más habilidoso. Chaparro, delgado, con un andar cansino en la cancha. Habilidoso con ambas piernas, y con una técnica depurada. De todos mis amigos, fue el único que remotamente tenía condiciones para probar suerte de profesional. Y era el único al que le salían las jugadas más propias de malabaristas que de futbolistas que aparecían en los comerciales de futbol.

Era desesperante en ocasiones compartir equipo con él, porque en lugar de buscar la jugada fácil esperaba al defensa contrario para intentar un "túnel", romperle la cintura, hacer alguna fantasía. ¿Qué necesidad de hacerlo, si no hay público que te canté un Olé?

Pero siempre hay público. Y ése es el atractivo de intentar esas jugadas. Cuando la haces, es inevitable que brote la sonrisa en tu rostro mientras escuchas los "uuuuuuuuuu"'s de tus compañeros/espectadores. Es una manera de burlarse, de ser lo más antideportivo posible sin romper los cánones de la etiqueta correspondientes. No te pueden amonestar por hacer un túnel.

Pero ay de ti cuando te toca estar en el lado opuesto. Las constantes recriminaciones mentales: ¿por qué no cerré las piernas? ¡Era obvio que la iba a intentar! Te enfureces con el rival pero más contigo mismo, por ser tan permisivo, por ser tan mal defensa, por verte humillado. Volteas y lo ves brincar alegremente balón en pie y tú con la sed de venganza que el autocontrol aquieta y te impide soltar el guadañazo justo, reparador de tu amor propio herido.

Es una jugada innecesaria, superflua, que a veces solo funciona como motivador y alienta a escuchar los aplausos del respetable. Pero cuando haces un cañito limpio, sin que toque los bordes de los botines del rival, superándolo por velocidad ante el recurso imprevisto, listo para hacerle frente al siguiente oponente... No se necesitan los aplausos. Éstos resuenan en la mente del atacante con ínfulas de arrabalero.


viernes, 5 de noviembre de 2010

The Special One


En un mundo en el que el Barcelona representa la luz, su némesis no es otro equipo necesariamente. De acuerdo, el Real Madrid y el Barca tienen una rivalidad de más de medio siglo bastante bien fundamentada: el rechazo de Di Stéfano por vestir la playera blaugrana por la intervención del Generalísimo Franco que lo llevó al Madrid; los arbitrajes si no cargados entonces dudosos, los numerosos campeonatos del Real Madrid, el asesinato del presidente Josep Suñol i Garriga, entre muchas otras cosas.

Sí, el odio entre blaugranas y merengues es verdadero y probablemente sea el derby más importante del mundo.

En el mundo nos manejamos con antónimos para definir muchas cosas. Algo es bueno porque no es malo, algo es caliente porque no es frío. Sí, ya sé que puede ser regular o tibio, pero son los extremos lo que nos importan.

Si el Barcelona representa el fairplay, la humildad, la sencillez, el trabajo de fuerzas básicas, una sonrisa alegre al marcar gol, ser buenos triunfadores, representar a la UNICEF... el Real Madrid representa lo opuesto. El derroche, la soberbia, ganar sobre todos los medios, comprar a cada figura que despunte en cualquier rincón del mundo, fiestas, excesos, egoísmo.

En una historia en la que el bueno y el malo están tan bien marcados, apareció en escena hace unos cuantos años un pequeño hombre de Portugal. Su equipo, el Porto, siempre ha sido de los clubes más importantes en la Liga de futbol portuguesa... una Liga de nivel B. No tenía figuras en el equipo, carecía de recursos económicos y eran virtuales desconocidos. Ésa sería su ventaja.

Este hombre, hijo de entrenador, pupilo de Sir Bobby Robson, llevó al patito feo que era el Porto a conquistar la Champions. Emigró.

Un estudioso del balompié y de la táctica, con todas las artimañas, inteligencia y agudeza mental para aprovecharlas. Casado con un sistema, sabiendo aprovechar los recursos de cada uno de sus jugadores. Es un artista.

Y es soberbio. Y es pesado. El autodenominado "The Special One" a muchos futboleros les cae como una patada bien dada... ¿Qué importa el fairplay que tanto pregona la FIFA? Ése nunca ha dado campeonatos. Y cómo eliminar el juego de conjunto de otro equipo. Nadie dijo que jugar con 9 atrás estaba prohibido. ¿Hacer tiempo? Pues por qué no. Todo es válido, nada está prohibido. Siempre y cuando el resultado final sea la victoria.

Con el Chelsea de Inglaterra empezó su rivalidad con el Barcelona. Mandó inundar la cancha del Stamford Bridge antes de un juego contra el Barcelona FC, para así impedir el juego a ras de pasto del Barca. Que perdió el partido, sí... por suerte. Por una genialidad de un hombre que más que futbolista parece contador, Andrés Iniesta.

Con el Inter de Milan pareció hallarse por fin en el lugar correcto. El equipo en donde nació el catenaccio de Helenio Herrera vino a encontrar a la posible reencarnación de este último DT. Ganó todo lo que podía ganar. Y por fin dejó en evidencia al Barcelona. El fin justifica los medios en el mundo de José Mourinho.

Claro, le faltaba algo para completar el guión. Y entonces llamó a su puerta Florentino insistiéndole en que tomara las riendas de SU Real Madrid. Llegó con los billetes en la mano y con la promesa de que tendría control total sobre el equipo. Si me apuran, estoy casi seguro que lo habría hecho de a gratis. Éste era su destino.

La mesa está puesta. Va poco de la competencia y su Real Madrid está arrasando sin jugar un futbol particularmente espectacular. Las contrataciones fueron económicas y están rindiendo frutos. Ni siquiera se da cuenta uno de la ausencia de Kaká. Y Mourinho sigue ganando.

Uno se puede preguntar cómo es posible que dando la apariencia de ser un ser tan soberbio, tan pedante, tan lleno de sí mismo, sea capaz de liderar y convencer a más de 20 hombres que están acostumbrados a sentirse ellos mismos el centro del Universo. No lo sabemos, pero es claro que lo que refleja al resto del mundo probablemente sea un espejismo destinado a confundir. Probablemente no sea mala persona.

Pero en nuestra historia, ya teníamos al bueno. Josep Guardiola, Messi, Alves y compañía: el FC Barcelona, más que un club.

Siempre he tenido cierta predilección por los villanos. Alguna vez quisiera ver ganar a Tom, al Coyote, a Cerebro, a Lex Luthor ( es más fácil y más sano pensar en villanos ficticios ja). Creo que a pesar de ser catalogados como los "malos", no lo han de ser tanto. Alguna cualidad que los redime han de poseer. Qué aburrido es que siempre gane Supermán.

Nuestro villano es José Mário dos Santos Mourinho Félix. Él, también, es más que un club. Por mi parte, lo quiero ver ganar.

martes, 2 de noviembre de 2010

El 50 del 10



Hablar de Diego Armando Maradona para el común de la gente es como hablar de la Iglesia, de las drogas, del aborto. Asumo que el lector está familiarizado aunque sea "por encimita" con la historia de Maradona, sus inicios, sus triunfos y sus demonios... entonces esto no será un intento más de biografía.

Tampoco va a ser una apología, porque ya antes la hizo Sacheri (Me van a tener que perdonar) y la hizo bien. Entender lo que representa para los argentinos es algo que el resto del mundo podemos imaginarnos pero jamás comprender. Los pueblos latinoamericanos hemos sufrido por circunstancias similares, pero creo que para ninguno el futbol es algo tan importante como para nuestros hermanos argentinos. Entonces, un triunfo tan contra todos, tan rabioso, tan lleno de rebeldía, tan con la cara al frente, con tanto orgullo y con tanto coraje... repito, apenas podemos imaginarnos lo que representa.

Entonces no es sorprendente que le perdonen todo. Tantos errores cometió y sigue cometiendo, pero esos años llenando de magia (perdón por el lugar común, pero no hay otra palabra) las canchas lo tienen puesto en un pedestal inalcanzable, impoluto, lejos de todo juicio.

Ahora bien, si le preguntamos a los ingleses todo cambia. Tomemos en cuenta que la relación Inglaterra-Argentina está lejos de ser la más cordial del mundo. En el mundial del '66, el capitán argentino Rattín, se encargó de enfurecer a toda una nación. La multitud lo despidió entre gritos de "Dago" (sudaca) y burlas. Si él encendió esa rivalidad, la guerra de las Malvinas lo convirtió en asunto serio.

Es fácil entender qué cosas tienen importancia y cuáles no. En la guerra se perdieron vidas de muchachos argentinos que fueron enviados por su gobierno en un afán político reeleccionista. Rendirse, y perder una isla que es poco más que un pedazo de roca fue algo de importancia.

El partido del '86 entre los dos seleccionados, no tiene importancia. Pero como dijo Arrigo Sacchi, "el futbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes." Era una revancha. Minúscula, sin consecuencias... pero una revancha al fin de cuentas. Por éso, los argentinos lo idolatran y los ingleses lo califican como un tramposo, como un drogadicto, como un cínico.

Y las maneras. El primer gol fue para demostrar que sí, era un cínico. Pero el segundo, para los argentinos... el segundo, para los ingleses... fue algo que culminó el cisma. No se puede demeritar algo así. No se puede dejar de valorar.

Que cometió errores, los cometió. Demasiados, y los sigue y los seguirá cometiendo. Que solamente en Argentina se le perdona todo, se le glorifica, se le mima y se le venera (literalmente... ahí exista la Iglesia Maradoniana), es cierto. Pero de qué otra manera se puede tratar al héroe, al ídolo de la casa, al más querido de todos los hijos.

Y no deja de ser un patrimonio de la humanidad futbolera. No se puede hacer menos su talento, su "bronca" contra todos y contra todo, su afán de brillar, de llegar hasta lo más alto.

Hablar de Maradona es hablar de algo polémico. Hay gente a favor y hay gente en contra. Para los expertos de la FIFA, el mejor jugador de todos los tiempos es Pelé. Para el pueblo futbolero, Maradona ganó la votación.

La historia de Diego es una historia pura de futbol. Y es el más triunfador de los rebeldes. Si Diego no hubiera ganado ese campeonato (porque lo ganó... solo), no sería una figura tan mítica. Pero lo tenía que ganar. Para ganarse su lugar en la historia aunque las autoridades no quisieran. Para demostrar que las historias de triunfos improbables son las mejores. Para que el niño de Villa Fiorito llegara a lo más alto del mundo.

Lo que pasó después, era lo lógico. Para arriba ya no podía ir.

Hace mucho que se espera su muerte. Sería lo normal, lo esperable. Alguien que ha vivido con tantos excesos, de una manera tan explosiva, sin prestarle atención a lo "normal"... hace años que ya debería estar 6 pies bajo tierra.

Sin embargo, Maradona cada 4 o 5 años sorprende a la gente. No muere. Al contrario, se reinventa. Aparece con unos kilos menos, con una arracada más, ahora canoso, ahora con barba. Y sigue sin poder mantener esa boca cerrada. Opina de todo. No conoce la moderación, y si la conoce, no la saluda ni de lejos.

Ese desparpajo que lo hacía brillar en la cancha, ahora lo mantiene en la órbita futbolera por su sinceridad. Porque podrá ser muchas cosas, pero que dice lo que piensa no se cuestiona, y éso no es tan común como debería.

Este es mi pequeño homenaje para en mi juicio, el futbolista más interesante que ha pisado una cancha. Y para una de las personas más interesantes que existe al mismo tiempo que yo. Felices 50 años, Maradona.

Veremos qué es lo que sigue. Creo que todavía le queda algún truco en la chistera.


// como addéndum:

Amigos me reprochan que sea tan "Maradoniano" siendo él argentino y yo mexicano. Que las drogas, que el egocentrismo, etc.
La rivalidad de Argentina y México es sana, y nos ha dado excelentes partidos hasta el momento. No se guarda rencor por las derrotas, aunque calen. Pero de andar de vengativo y malaleche, jamás.

Lo de las drogas... Maradona fue grande A PESAR de las drogas, no GRACIAS A las drogas. Intenten salir a correr un sábado en la mañana después de ponerse una borrachera de aquéllas, y rendir a un, si no bueno, regular nivel. Así con él, se descuidaba pero a la hora de los partidos nadie lo paraba. No le hacían bien, al contrario.

El futbol no conoce patrias ni colores. Como decía Eduardo Galeano, "Yo voy por las canchas mendigando una buena jugada." Donde la encuentre, de quien la encuentre... la voy a agradecer. No importa si es de un ruso, de un letón, de un francés o hasta de un tigre...

saludos, gracias por sus visitas y si se toman la molestia en comentar, les agradeceré mucho. Se trata de fomentar el debate futbolero. Todo con respeto e inteligencia, el que se enoja pierde.

un abrazo

viernes, 29 de octubre de 2010

Alcides Ghiggia



Difícilmente en la vida las cosas resultan como deberían. Vaya, digo, al final de cuentas dice Milan Kundera que la vida es un borrador que nunca se llevará a plasmar en obra final porque nada más contamos con una oportunidad. No hay oportunidad de comparar qué hubiera pasado si en lugar de hacer las cosas de una manera las hubiéramos intentado de otra... Entonces, nada más hay una manera de cómo pueden salir (y saldrán). Pero lo que quiero decir no es tan metafísico, es nada más afirmar que la vida no es una película. Al menos, generalmente no lo es.

Sin embargo, de vez en cuando los astros se alinean y ocurre algo que es digno de contarse. Son demasiadas coincidencias que forjan historias épicas, con héroes y villanos, con triunfadores y vencidos. La vida tenuemente se transforma en poesía a la que las palabras no le hacen justicia.

Como este es un blog de futbol me dispongo a contarles una historia que es por de más conocida: lo que pasó en la Final de la Copa del Mundo Brasil 1950, el mítico "Maracanazo".

Las cosas estaban preparadas para que fungiendo como anfitriones se coronaran. El primer paso para el festejo fue construir el estadio de futbol más grande del mundo, el Maracaná, con una capacidad de más de 170 000 personas. Brasil a lo largo del torneo mostró un paso arrollador. Tenían al mejor portero del Mundial, Moacyr Barbosa. El que terminó como campeón goleador, Ademir.

A diferencia de circunstancias actuales, el torneo se definió en ronda final de cuatro equipos, jugando todos contra todos. Brasil le había endosado 7 goles a 1 a los suecos, y un contundente 6 a 1 a los españoles. Uruguay cosechó un empate a 2 con España, y a Suecia la venció 3 a 2. El partido entre Brasil y Uruguay definiría al campeón. Uruguay tenía que ganar sí o sí, el empate le alcanzaba a Brasil para quedar campeón.

De cualquier manera, los brasileños no pretendían empatar. De este partido se han dicho tantas cosas que tienen el estatus de leyenda. Dicen que los directivos uruguayos hablaron con los jugadores antes del partido y lo único que les dijeron fue que evitaran recibir más de 4 goles, que con éso se daban por bien servidos. Los brasileños confiados ya tenían listas 500 000 playeras con la leyenda "Brasil campeón del mundo" para el festejo del día siguiente. Las portadas de los periódicos ya estaban listas. La fiesta era inminente.

Uruguay recibió un gol en contra al minuto 2 del segundo tiempo. Otra leyenda es que el capitán de Uruguay, Obdulio Varela, tomó el balón entre sus manos y pasó 5 minutos discutiendo con el árbitro para enfriar el ambiente. Schiaffino anotó el empate al minuto 21 y el estadio enmudeció.

Faltando 11 minutos, Alcides Ghiggia enfiló por la banda izquierda. Lo esperaban sus compañeros dentro del área. El portero Barbosa recorrió el área para interceptar el centro que esperaba. Ghiggia disparó a primer poste, Barbosa alcanzó a arañar la pelota pero fue a parar al fondo de las redes. El partido había terminado, Uruguay había conseguido sorprender al mundo.

Siguen las leyendas. Jules Rimet, el presidente de la FIFA, solamente tenía escrito un discurso de entrega en portugués por lo que la premiación se redujo a entregarle la Copa al capitán Varela.

La banda encargada de tocar el himno del país vencedor calló. No tenían la partitura del himno nacional uruguayo.

Varela no festejó. Dicen que pasó la noche de bar en bar, consolando a cuanto brasileño se le ponía enfrente. Los directivos uruguayos que habían desconfiado le regalaron un carro deportivo último modelo. Él lo vendió.

Los suicidios se dispararon ese año en Brasil.

El portero Barbosa, a pesar de ser nominado en el Equipo ideal del Mundial 1950, fue despreciado en todo Brasil. Su triste frase célebre: “En Brasil, la mayor pena que establece la ley por matar a alguien es de 30 años de cárcel. Hace casi cincuenta años que yo pago por un crimen que no cometí y sigo encarcelado; la gente todavía dice que soy el culpable”.


Dicen que no hay historias con finales felices. Éstos duran un momento que debería permanecer congelado. El fugaz presente se convierte en un futuro en el que todo termina. Nos vamos, se quedan otros, los triunfos se convierten en recuerdos, el olvido se adueña. El inmisericorde tiempo no se apiada de nadie.

El final de esta historia, el final que ahorita tiene, me gusta. Como dije al inicio, a veces las cosas resultan como debieran pasar. El Sr. Ghiggia es el único de los 22 jugadores que participaron en ese partido que sigue con vida. Él, que convirtió el 2º y definitivo gol uruguayo, ha dicho en su vida repetidas veces: "Solo tres personas han conseguido silenciar al maracaná...Sinatra, el Papa y yo".

Alcides Ghiggia, acompañó al equipo uruguayo a Sudáfrica 2010. Ese olvido del que hacía mención se ha encargado de enturbiar el recuerdo. Algunos de los jóvenes jugadores no tenían idea de quién era ese viejecito que los acompañaba. Solamente otro gran personaje del futbol, Sebastián "El Loco" Abreu, podía encargarse de darles una lección de historia e invitar a sus compañeros a sentarse con el héroe y escucharlo.

Ahí debería terminarse la historia. Desgraciadamente, si la vida fuera una película, Uruguay hubiera quedado campeón en Sudáfrica. Nada me hubiera gustado más. A veces la vida tiene muy mal gusto.


jueves, 28 de octubre de 2010

Futbol al Día



Desafortunadamente para el que no vive en Monterrey y sigue el futbol, es difícil entender la influencia de Roberto Hernández Jr y Multimedios. El futbol de por sí es un deporte que genera apasionamientos y fanatismos irracionales... tener a una persona así hablando de futbol casi las 24 horas del día es como poner al loco del pueblo a apagar un incendio con gasolina.

Roberto Hernández Jr. es un comentarista y narrador de fútbol radicado en la ciudad de Monterrey de la empresa de Multimedios. Desde hace muchos años es el conductor por TV del programa Futbol al Día que de lunes a sábado aparece de 2 a 3 de la tarde. En el programa se encarga de hablar de fútbol casi única y exclusivamente sobre los dos equipos locales, Monterrey y Tigres. Hasta ahí pareciera algo normal, pero su presencia en radio es tan o más fuerte que en TV. Desde las 7 AM está en RG690, y sus intervenciones a lo largo del día en los diferentes programas de la estación son frecuentes, dependiendo del tema que se haya manejado.

En nuestra ciudad, se consume el futbol desde que inicia el día acompañados de Don Robert y una gran variedad de conductores/narradores/comentaristas formados bajo su escuela de pensamiento y de periodismo, si así se le puede llamar. No es muy complicado. Simple y llanamente, se trata de generar polémica. Bajo cualquier circunstancia, sobre cualquier cosa. Es provocar a la gente, picarle donde más le duela, echarle sal a la herida, burlarse, poner en duda cualquier logro de un equipo, apoyar desmedidamente a otro, reírse, ser groseros, interrumpir los argumentos, tachar a la gente de ignorante. El mito ya de sobra conocido en el medio regiomontano futbolero es que los conductores ya saben cuál es el papel que les tocará jugar a lo largo del programa. Uno a favor, otro en contra, y se vale argumentar cualquier cosa, por más mal fundamentada que esté. Se trata de provocar.

Uno pensaría que no es gran cosa. Sinceramente, se trata de verlo y escucharlo para creerlo. En Monterrey el futbol es una religión 24/7 en la que tienes que estar al tanto día a día para no quedarte atrás. Si eres hombre y no te gusta el futbol, no eres hombre. Y tienes que irle a uno de los dos equipos locales. Qué importan las finales, lo importante del año es el Clásico.

También uno podría decir que se necesita ser inteligente y evitar ese periodismo deportivo que solamente entorpece a la gente. Pero habla mucho de la habilidad de Roberto Hernández Jr como provocador y manipulador mediático el que pocos se puedan resistir a su embrujo. Lo mismo se puede escuchar aficionados cultos y que expresan sus argumentos de una forma ordenada, lógica y coherente... que a un tipo autodenominado como el "Chilindrino" con una voz chillante, repitiendo robóticamente argumentos sin fondo, perpetuando el ciclo de polémica embrutecedora.

Y es suficiente manipulador para ser el único conductor local que no necesita patiños a un lado para soportar un programa. Don Róber solito puede. Nuestro conductor carece de la más elemental objetividad, evidente en su parcialidad, intransigencia, dogmatismo, absoluta incapacidad para aceptar y rectificar sus constantes errores de juicio, y hasta malinchismo

Y es lo que tristemente sucede aquí. Los argumentos vacíos y "contundentes" son repetidos ad nauseaum por los regiomontanos.

"¿Lo marcó el árbitro? Entonces no fue gol/fuera de lugar/falta."
"Ya se van a subir al carritooooooo."
"Déjenme verrr, déjenme ver."
"Pues claaro, ¡agarraron pichón!"
"Ya tendieron la camita."
"¡Ya le va!"
"Son unos cobijados."

"Don" Roberto se ha caracterizado por hacer y deshacer con la "noble" afición regiomontana a su antojo. Cuestiona todo con una descarada falta de profesionalismo, cualquier triunfo del equipo de la ciudad que apoya en turno es poco más que una hazaña propia de héroes, y lo mismo del otro equipo es algo circunstancial, de poco mérito, esperable y obligatorio, y en el mejor de los casos, de legalidad dudosa.

Si "Don" Roberto dice que la afición acuda al estadio vestida de tal manera, así irán. Si dice que no vayan, no irán. Si pide y grita que exijan, lo harán. Con la excusa de vivir apasionadamente el futbol, orilla a la población regia a extremos ridículos. Es una obligación tener la playera del equipo. Es obligatorio saber todo lo que ocurre con los equipos locales, y defender despiadadamente los colores propios ante el acérrimo rival. Se vale burlarse del contrario, hacerlo menos, atacar desde cualquier frente y con cualquier arma.

Y las pantallas locales se llenan de sus clones. Repiten desesperantemente cada una de sus frases, le rinden pleitesía, se postran a sus pies si decide intervenir fuera de tiempo en alguno de los otros programas, hablan como él, provocan como él. Perpetúan la mayor tragedia del futbol y de los medios regiomontanos.

Presumimos ensoberbecidos ser la mejor afición del futbol regiomontano. Justificamos los llenos totales como una fidelidad a prueba de todo; el verdadero amor está a prueba de todo, pregonamos. Nadie paga los precios que nosotros pagamos, nadie habla de futbol tanto, nadie aplaude a su equipo a pesar de los malos resultados, tenemos una paciencia infinita y una esperanza inquebrantable. Ninguna afición como la regiomontana.

Pero al escuchar a la gente que habla a los programas de Multimedios, ver que los mismos argumentos insulsos se repiten hasta el cansancio, ver que todos somos en mayor o menor medida parte del rebaño de "Don Rober"...

Que hace el futbol más entretenido, más debatible, más polémico... es incuestionable.

domingo, 24 de octubre de 2010

Clásico que te quiero ver.

Las grandes rivalidades siempre han existido. Son maneras que nos inventamos para romper la monotonía, para darle especial renombre a cualquier tipo de encuentros, para sentirnos todavía más parte de una competencia.

En el futbol existen, y existen muchos. Algunos, los más, se definen por mera cuestión geográfica. 2 equipos son de la misma ciudad, la afición se encuentra dividida, el honor de presumir superioridad está en juego. El ejemplo arquetípico de esta rivalidad se encuentra en Milán. El AC Milan de Berlusconi y el Inter de Milán de Moratti. Dos equipos de larga tradición, con numeros escudettos y paridad en los logros. Totalmente incapaces de compartir el mismo estadio... pero en aras de la economía, es menos costoso utilizar el mismo con diferente nombre que construir uno diferente. (Estadio Giuseppe Meazza si juega el AC Milan, San Siro si es el Inter).

Los partidos se convierten en algo todavía más importante que la vida y la muerte. Es la defensa del orgullo, de poder salir a la calle con la mirada de frente, de vivir sin burlas. Dos hombres con todo en común pudieran ser grandes amigos, y esta única diferencia los podría llevar a discusiones, confrontamientos, agresiones físicas y verbales. En la historia del futbol en las tribunas, ha llevado a muertes.

No hay patria más grande que el club que se defiende.

El mejor cuento de futbol sobre este tipo de partidos ya está escrito, y se titula 19 de diciembre de 1971. El autor es el Negro Fontanarrosa, caricaturista argentino, aficionado de Rosario Central. (http://faculty.chicagobooth.edu/christian.broda/website/more/19%20de%20diciembre%201971.pdf)

Luego comentaré de ese cuento, ahorita en lo que me quiero enfocar es en otra cosa. Sí, existen esos Clásicos basados en la localización. Pero hay otro tipo de Clásicos, quién sabe si más importantes pero sí diferentes. Éstos están basados en una animadversión existencial. No te odio porque juegues donde juego, sino porque lo que representas es todo lo que yo no soy. No necesito de tu legión de aficionados, tengo la mía que es incondicional. Si me ganas, mis filas no se verán mermadas.

Yo soy humilde. Tú eres soberbio. Yo soy picardía. Tú eres orden. Yo soy sincero. Tú eres mentira. Yo invierto en la juventud. Tú gastas en lo ya hecho. Yo soy disciplina. Tú eres desorden. Yo me presumo simple. Tú te enorgulleces de ser presumido.

De ésos hay menos. Muchos aspiran a ese lugar... pero esas rivalidades no se inventan en un estudio de TV. Se fermentan en las canchas, en las tribunas, en las casas, en los parques, en el trabajo.

El Clásico por excelencia en México siempre ha sido el América-Guadalajara. Son los dos equipos más triunfadores, representaban sectores poblacionales diferentes.

El Guadalajara es el equipo de México (no hagamos caso a Jesús Martínez y su Pachuquita), apoyado por la Nación Chiva, que en todo México siempre hay un chiva hermano. Eran humildes... o lo son en su mayoría, hasta que apareció Vergara.

El América es el equipo de Televisa. No le importa gastar mientras se consigan resultados. Los jugadores son presuntuosos, dan una impresión de sentirse y saberse superiores en todo. Los aficionados soberbiamente dicen: "ódiame más". Se saben detestados y lo disfrutan.

En teoría, esta rivalidad es la número uno del país. Todos los ingredientes ahí están.

Desafortunadamente, desde hace unos años a la fecha falta el principal. El futbol.


BRONCA AMERICA VS CHIVAS ¡TODOS LOS JUGADORES EXPULSADOS!
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sábado, 23 de octubre de 2010

La perfección que no convence

Éso de apoyar equipos a nivel club de otros países, siempre se me ha hecho bien chafa. Una cosa es ver los partidos y saberse los nombres de los jugadores. Otra totalmente distinta es decir "¡Hala Madrid!" o "Aúpa Aleti" o "Forza azzurri", enfundado en la respectiva playera. Para bien o para mal, me tocó nacer en México, en la ciudad de Monterrey, en el seno de una familia con un padre Rayado. Entonces, le "voy" a México y al Monterrey, no en ese orden.

Sin embargo, parte de lo que hace al futbol algo tan atractivo es la posibilidad de cada 90 minutos cambiar de preferencia. Es más, confieso: hay partidos en los que cambio mi apoyo muchísimas veces. Anota uno, y quiero que el equipo chico empate. Si empata, me acuerdo de ese jugador que me gusta y quiero verlo anotar para que el resto del mundo se de cuenta de que existe. Vaya, quiero que ganen los dos, por lo que el empate no me deja satisfecho.

Entonces uno puede concluir que mi fanatismo está reservado solamente para cuando juega el Monterrey. Pero no quiero hablar de "mi" equipo el día de hoy.

Sí, cambio de opinión muy seguido. ¿Y qué? Pero no sé en qué momento empecé a apoyar a un equipo por liga. Era mi manera de extrapolar lo que siento por el Monterrey a un plano más global.

De Holanda, al Ajax de Amsterdam (por ese equipo plagado de futuras estrellas de la Selección holandesa: Kluivert, Davids, los gemelos de Boer, Jari Litmanen, Marc Overmars).

De Italia, el AC Milan. Primero, porque jugaba ahí Demetrio Albertini (sí, me caía bien porque su apellido suena como mi nombre). Luego, porque ahí estaba Paolo Maldini, Franco Baresi, porque supe de Van Basten, y porque Berlusconi siempre me ha resultado simpático.

De Francia, de noche. Pero en su momento me caía bien el Mónaco porque jugaba Rafa Márquez pre-soberbia.

De Inglaterra, el Arsenal. Me gusta que el nombre del equipo y del entrenador sea el mismo desde hace años, la idea de apostar por la juventud, de intentar pescar un garbanzo de a libra entre la multitud de falsas esperanzas. Así como puedes encontrar un Cesc, puede salirte un Vela. Pero la apuesta me encanta.

Y de España, el Barcelona. Es más que un equipo, dicen los culés. Y sí, inicialmente me gustó el Barca porque la mayoría de mis jugadores favoritos del Ajax fueron al Barca. Ahí estaba Cruyff... ya sabía quién era y lo que representaba, y me gusta todavía leer sus opiniones. Además, el uniforme me gusta más que el del Madrid. Y los equipos estilo Madrid siempre me han caído mal.

Me dio gusto que el Barcelona volviera a triunfar. Madrid y Florentino gastaban barbaridades en los Galácticos. El Barcelona apostaba por La Masía y algunas contrataciones bien hechas. Beckham deslumbraba a los fotógrafos con su galanura. Ronaldinho y su sonrisa horrible enamoraban a millones de hombres por su inocencia y desparpajo al jugar. El Madrid ganaba, pero no movía corazones. El Barcelona podía perder, pero es difícil no emocionarse.

Y sí... mi divorcio con el Barcelona empezó en la pasada Copa del Mundo. El equipo que mejor juega, el del famoso "tiki taka" me da flojera. Juegan como relojito, tienen a un filósofo en el banquillo, sus jugadores son mediáticos pero aceptables para la familia. Messi no deja de parecer un chiquillo. Iniesta y Xavi parecen los tipos más inofensivos del mundo. Puyol se ve torpe y atrabancado. Piqué parece galán de balneario. Y todos juegan como genios. No sobra nadie y tampoco falta.

Y a mi me dan flojera.

Se puso de moda irle al Barcelona. Se puso de moda también decir que el Real Madrid (declarado por la FIFA como el mejor equipo del siglo pasado) no es tan bueno. Que sus títulos están fincados en sus gastos. Que compran y venden a lo tonto. Que los campeonatos logrados últimamente por el Barcelona lo convierten en "mejor equipo" que el Real Madrid. Que el Real Madrid vive del pasado.

Ni es mejor equipo, ni el Real Madrid es malo, ni siempre gasta a lo tonto. El dinero mejor invertido este año se fue en contratar a Mourinho y a Ozil, que va 3 minutos adelante que el resto de los futbolistas del mundo.

No quiero convencer a nadie, pero creo que lo mejor que le puede pasar al Barcelona este año es que el Real Madrid lo gane todo. Otra vez.

El Barca sigue y seguirá siendo más que un club.

jueves, 21 de octubre de 2010

Un caballero aburrido.



Definitivamente la gente que es aburrida batalla para ganarse un lugar en nuestra memoria.

Por ejemplo, Zinedine Zidane pasó toda su carrera repartiendo fantasías a diestra y siniestra. Un golazo por aquí, una ruleta por allá. Quedó campeón del mundo, y aún así creo que hasta antes del cabezazo a Materazzi pocos se hubieran atrevido a colocarlo al mismo nivel de Pelé, Maradona y algún otro genio. Todavía DESPUÉS del cabezazo que nos mostró a "Zizou" como un ser humano temperamental, hay muchos que no se atreven a colocarlo ahí.

Aquéllos que se ganan un lugar en nuestra memoria colectiva son los extravagantes, los excéntricos, los que "tienen personalidad", carácter, huevos. Antonio Mohamed y sus Toros Neza multicolores, Paul Gascoigne y sus portadas de tabloide (todavía... pobre Gazza), vamos, hasta los troncazos que han pasado por el futbol mexicano como Gerardo Rabajda con su pelo largo largo y calva amplia amplia es recordado. No hablemos del "Cuchillo" Herrera, el "Picas" Becerril, el "Coreano" Rivera.

Los tibios, los que no se atreven, los pasivos parece que quieren reservar su pasaje al olvido. Para los observadores casuales, su intrascendencia dentro de una cancha nos da la certidumbre de que deben ser igual de intrascendentes fuera de la misma. ¿Por qué pensar lo contrario?

Y sin embargo, emitir juicios sin fundamentos es algo demasiado sencillo, barato e injusto. Que todos lo hagamos no lo justifica.

A veces se nos olvida que las personas que vemos en los periódicos, en las televisiones, de los que leemos nota tras nota, son seres humanos con familias, con esperanzas, con frustraciones, tristezas, miedos, vida.

Definitivamente mi fanaticismo dentro de las canchas (y tal vez fuera también) está reservada para los rebeldes, los autodestructivos, los poetas de las canchas y de la vida. Si pudiera partirme en dos, mi yo preferido se parecería más a George Best que a Raúl.

Pero creo que el secreto de la felicidad, si es que existe alguno, es buscar parecerse más a Victor Manuel Vucetich tirándole a ser aburrido, pero honorable, honesto, trabajador, humilde, sencillo, modesto, respetuoso. Un hombre que antepone a su familia y a su entorno que la posibilidad (aunque sea remota) de la gloria.

jueves, 14 de octubre de 2010

El Chilenazo

De todos los movimientos que se pueden hacer con una pelota de futbol hay uno que sobresale por su elegancia, por la rareza con la que se realiza, por su acrobacia y complejidad. Y también porque uno se expone al mayor de los ridículos si se fracasa en el intento.

Por esta razón, el temor al reproche y a los chiflidos del respetable, generalmente los jugadores de pobre mentalidad deciden intentar algo más sencillo. Controlar el balón, no pegarle de botepronto, buscar a un compañero con quién repartir la culpa, dejarla pasar, brincar para que no digan que te quedaste estático... Las maneras de hacerse buey y parecer jugador de futbol son bastantes.

Si es difícil ver una chilena en un estadio profesional, todavía más raro es verla en alguien que conoces. Pero bueno, siempre hay un amigo excéntrico...

Eran otros tiempos. Para empezar, todavía intentaba pegarle al futbolista, tenía más condición, menos peso, más tiempo libre... Todos éramos más inocentes dentro y fuera de la cancha. En aquéllos días no era raro prolongar los partidos toda la tarde y parte de la noche, hasta que llegara un cuarteto de desconocidos pidiendo oportunidad de probarse ante uno de los equipos participantes. Por estos insolentes que nos pudieran interrumpir, buscábamos la cancha más escondida, menos conocida, donde fuera menos probable que llegaran a interrumpirnos.

Jugábamos por diversión, con equipos ya establecidos y con el afán de anotar la mayor cantidad posible de goles.

Esos partidos en mi mente se han ido mezclando unos con otros... Los equipos casi siempre eran los mismos, los marcadores siempre eran escandalosos, siempre terminábamos llenos de sudor sentados en mi casa platicando... de lo que acabábamos de hacer. Definitivamente, era más sencillo, más romántico y más inocente todo.

Pocos partidos brillan con fulgor propio, y ninguno de los demás opaca el mejor recuerdo que tengo de esos días.

Llevábamos ya varias horas jugando. Podía más el orgullo que la condición física, y aún así, qué tanto orgullo te puede dar ganar un partido en el que te anotaron más de 40 goles. Pero vamos, algo es algo. Era una lucha en donde nadie daba ni pedía cuartel. Caía un gol a favor, e inmediatamente el equipo contrario se lanzaba desesperadamente al frente... y el gol caía, de horrible manufactura generalmente, pero caía. La igualdad de fuerzas (a la baja) era manifiesta.

¡Y pobre de aquél al que se le ocurriera pedir un tiempo fuera! Ni hablar de éso... como dije, era una cuestión de orgullo. Joto el primero que pidiera parar el partido. "¿Uuuuh ya se van a echar para atrás? Para éso me gustaban, maricones..." "Déjalos güey, ya saben que les vamos a meter una chinga..." Nada, ni el desprecio de una mujer, puede calar más en el orgullo, en el amor propio que escuchar palabras semejantes. Primero ser un piltrafo dentro de la cancha, dormir llorando por el dolor en las piernas, que andar de cagón pidiendo el tiempo.

La desesperación era palpable desde que andábamos en los veintes... ya con el marcador sobrepasando los 40 goles por bando, era un espectáculo tristísimo. Un pique, y pararte unos minutos para recuperar el aire. Las playeras empapadas de sudor. Uno allá por la esquina a punto de desmayarse por el cansancio. Pero los goles seguían cayendo.

Entonces, pasó algo diferente.
A Iván yo lo conocía desde que estábamos en 2° de primaria. Por ser vecino de la colonia, y como a los dos nos iba bien en calificaciones, nos hicimos amigos. Iba a su casa, él iba a la mía... una amistad sincera y desinteresada, como las que se forman en esos primeros años.

Él era muy aplicado e inteligente, por lo que uno no se explica que fuera del salón de clases fuera así... Digamos que su sentido del humor era diferente, siempre se estaba riendo, y siempre ha tenido un gran amor propio. Pocos le decíamos ya para ese momento Iván... No sé en qué momento ni qué comediante en ciernes vio su semejanza con un Oso (¿?), pero le empezaron a decir Oso Grizzley... Para quedar en Oso. Iván dejó de ser Iván.

No era ningún prodigio físicamente, ni era dotado técnicamente... Pero ésas cosas nunca le detuvieron la lengua para presumir sus habilidades, para burlarse al anotar un gol, o para intentar algo que a leguas se notaba era imposible para él.

Los detalles de cómo fue a parar el balón al aire no los recuerdo, ni importan. Pudo haber sido un rebote, pudo haber sido un momento de locura del Oso donde se decidió a levantar el balón unos metros... Pero definitivamente recuerdo haber estado a 2 de metros de él, y verlo comenzar una de las maniobras más bellamente ridículas que me ha tocado observar.

El esférico iba ya bajando. Él se encontraba de espaldas al marco contrario, a nivel de la media cancha (en una cancha de menos de 15 metros de largo, no es tanto la media cancha). De repente, se agachó para impulsarse y veo que brinca.

Es fecha que no doy crédito a lo que vi. Estéticamente, la chilena fue digna de una fotografía, de hacerla póster y mandarla enmarcar. Todos los movimientos que llevaron desde el brinco inicial hasta el golpear la pelota estuvieron dotados de una plasticidad que Hugo Sánchez envidiaría.

Ese momento sinceramente lo viví en cámara lenta, de frente, en primera fila.
Por un momento, todo se detuvo. ¿Qué importaba lo que pasara después? Ahí todo fue perfecto, valio la pena su locura, su desfachatez, ser insensato. ¿Quién anota un gol de chilena en media cancha? ¿Quién va a intentar una chilena en una cancha de concreto donde no hay absolutamente nada que amortigüe la caída? ¿Quién va a intentar algo así cuando ya van más de 40 goles por bando? Mi amigo el Oso.

miércoles, 6 de octubre de 2010

The Little Pea


Javier Hernández Balcázar es un futbolista de tercera generación. Éso en sí no tiene por qué ser un certificado de autenticidad... Por cada futbolista que pareciera llevar ésto en la sangre, hay muchos como Hugo Sánchez Portugal que terminan viviendo de la fama de su progenitor.

Sin embargo para la Nación Chiva y para la enorme mayoría de los mexicanos en este joven delantero están volcadas las expectativas y los sueños a futuro del balompié nacional.

Con un ascenso meteórico y un promedio de gol por partido que en este momento lo tienen en el top 5 de goleadores del mundo mundial (sorprendente, pero sí...) es casi inevitable enamorarse de este carismático joven con cara de niño. Cosecha elogios a diestra y siniestra, y no de cualquiera eh... Sir Alex Ferguson, Gary Neville, Paul Scholes entre otros se han pronunciado favorablemente del mexicano comparándolo con una antigua gloria del Manchester United, Ole Gunnar Solskjaer.

Los niños quieren ser como él, los hombres lo envidian, las mujeres lo adoran. Es joven, anota, tiene una sonrisa perfecta y despide un aura de niño bueno que hace que todas las señoras mexicanas lo quieran como yerno.

¿Entonces por qué a mi no me llena el ojo?

La respuesta fácil (y probable) es que sí, me da envidia su situación. Y no me faltarían motivos como ya he dado a entender: es joven, atractivo, con mucha$ razone$ de pe$o para que la$ mujere$ $e enamoren de él y con todo un futuro por delante.

Pero no, sinceramente no es nada más éso.

Al principio pensaba que su racha goleadora era sólo éso, una racha. Que en muchísimas ocasiones han surgido promesas que terminan por malograrse (por ejemplo Luis Angel Landín, Omar Arellano, vamos, hasta Santiago Fernández jugó con el Barcelona B). Que tarde que temprano su rachita tenía que acabarse y entonces quedaría expuesto como un "one season wonder".

Pero luego pasó lo del Manchester...

Y bueno, siguió anotando. Nada más que ahora no era ante las endebles defensivas mexicanas. Su primer anotación en encuentro oficial con el Manchester United fue ante el Chelsea inglés de Ancelotti. Con John Terry y Ashley Cole en la defensa. ¿Qué es entonces lo que me genera animadversión y deseos de que falle?

Tuve que replantearme la pregunta y es hasta éstos días en los que empiezo a construir una respuesta, que probablemente no tiene nada de razón porque está basada en gustos personales pero no deja de ser MI razón.

Detesto a los niños buenos.

Prefiero mil veces a un Wayne Rooney en líos de faldas, a un Cuauhtémoc Blanco cínico, burlón, malhablado, encarador, con valentía (o como gusten llamarlo). No por nada siempre me han interesado más las historias de Garrincha, de Paul Gascoigne, de George Best, hasta de Marco Van Basten y sus piernas de cristal o de Dennis Bergkamp y su fobia a los aviones que lo obligaba a programar sus calendarios acorde a las rutas ferroviarias.

Que tiene talento el Chicharito es muy difícil negarlo ya. Pero no batallo para imaginarlo en la ya célebre fiesta de los seleccionados en Monterrey después del encuentro ante Colombia, y diciendo: "Oigan no hay que ser, mejor vámonos a dormir porque mañana sale temprano nuestro vuelo", y que la única razón por la que se quedó es por la presión de sus mayores (y más gandallas) compañeros.

Tal vez me caería mejor si a él también lo hubieran suspendido junto con Efraín Juárez y "Carlitos" Vela.

No le deseo nada malo, me gusta la idea de futbolistas mexicanos triunfando en el extranjero. Pero sinceramente, cuando veo que anotó un gol y empiezan a compararlo con Hugo Sánchez, una parte de mí quiere que fracase estrepitosamente y termine jugando en la Segunda división de Chipre.



Pero este video sí me hace reír.

lunes, 4 de octubre de 2010

Monterrey



Hablando de futbol para mí es inevitable empezar hablando por este equipo: el Club de Futbol Monterrey de la Liga Mexicana.

Como mencioné en el post anterior mi afición a este equipo es como mi religión: decidida primordialmente por ubicación geográfica y el ambiente que me ha rodeado. Es decir, si hubiera nacido en el D.F. (Dios me libre),tal vez fuera Cruz Azulino, o Águila o ya con mucha mala suerte,del Necaxa. Pero no, nací en Monterrey en el seno de una familia rayada y por éso soy Rayado.

Estas historias de enamoramiento empiezan siempre en el estadio. De la misma manera en que tu artista preferida se ve más buena en persona que en la televisión,la emoción de estar viendo un partido no es la misma si no la vives rodeado de 25 mil energúmenos que gritan, lloran, beben, abuchean, ríen, festejan. Todos se creen directores técnicos de tribuna, criticamos señalando los errores como obviedades que es imposible creer pasaran desapercibidas para el DT, amenazamos de muerte impunemente al árbitro, a sus abanderados, y de sus respectivas madrecitas nos encargamos de que por lo menos hoy no queden enterradas en el olvido.

Y sin embargo no recuerdo mi primer partido. No sé si por culpa de la edad, del desinterés hasta cierto punto normal en un mocoso de 5-6 años o si el partido era sumamente aburrido. Tengo esbozos de recuerdos: un partido en la tribuna de Sol en el que le vomité la espalda a unos jóvenes que estaban sentados enfrente de nosotros (para terminar vomitando también el vochito de mi tío César), la final del campeonato 92-93 que perdió el Monterrey asombrosamente en nuestro estadio, una playera del Monterrey que por la oscuridad y las prisas,me equivoqué de número... (yo quería la del Pibe Verdirame, número 11... terminaron comprándome la 17 del Tato Noriega).

En fin, que mis visitas al estadio eran frecuentes. En un momento determinado empecé a memorizar las alineaciones, a aprenderme el Himno del equipo, a leer el periódico y escuchar en la radio las transmisiones de los partidos. Empecé a enamorarme del equipo cuando no me daban muchas razones para hacerlo.

Si uno escucha a un aficionado promedio de los clubes regiomontanos sin estar enterado del entorno y del contexto del futbol en la ciudad pensaría que son los dos clubes más importantes en el país. Y tal vez en el mundo. Cuando la realidad es que son dos clubes medianeros con pocos logros en muchísimos años de historia, que a veces enfrentan problemas de descenso, a veces clasifican, a veces (muy a veces) llegan a una Final. Pero no es regla que la ganen.

Monterrey tiene 3 títulos de Liga, 2 de ellos desde que se implantó el formato de Torneos cortos... y uno debatible con la afición felina puesto que fue en el Torneo México 86 poco antes del Mundial de futbol.

Los Tigres tienen 2 títulos de Liga, en el 78 y en el 82. Ambos conseguidos con una generación extraordinaria (dicen) de futbolistas y comandados por un DT verdadero apasionado del futbol local. Desde entonces no han ganado una Final y sí han perdido dos.

Dentro de la irregularidad y mediocridad del futbol nacional, los Tigres y los Rayados enarbolan esos dos términos como definición propia.

Y sin embargo dudo que en otro lugar en el país se genere tanta pasión, haya tanta difusión mediática sobre el deporte, los futbolistas, CUALQUIER dato que involucre a los dos equipos. El pueblo espera los partidos, los consume y los rumia pacientemente los siguientes 8 días hasta que los pueda ver de nueva cuenta. Y los dos equipos generan un apasionamiento y una rivalidad incesante.

Ser rayado es ser antitigre y viceversa. Es atacar uno al otro apoyándose en los datos más endebles, en intentar justificar y argumentar una superioridad inexistente e irrelevante.

Siendo o mejor dicho, intentando ser un ente razonable, intento escapar a esos enfrentamientos...

pero el día de hoy me doy cuenta que por más que lo intente no creo ni quiero lograrlo.

Hoy el Club de Futbol Monterrey está en la lista de la IFFHS en el lugar número 55, siendo el 2º equipo mexicano mejor ranqueado.

Está el Cruz Azul en el 46; Monterrey en el lugar 55; Toluca, 97; Santos, 108; Chivas, 160; Pachuca, 167; Morelia, 198; Pumas, 250.

Y los Tigres, ni sus luces.

domingo, 3 de octubre de 2010

Introducción

Mi relación con el futbol siempre ha sido de análisis y lectura. No recuerdo bien quién lo dijo, pero cuando te das cuenta que no pasarás de ser del montón, que las jugadas de Pelé y demás genios son ajenas por completo a lo que tus dos pies son y serán capaces de crear... la mejor manera de sentirse parte de este juego es hablando de él, analizándolo e imaginando esos goles que jamás podrás realizar.

No voy a decir que desde que nací un balón era mi mejor amigo, empezando porque nunca estuve en equipos de futbol "oficiales" y mi madre rara vez nos permitía ir al parque a pelotear. Las veces que jugaba eran más los balones que regalaba al contrario que los goles que marcaba. A veces me salía algo diferente... pero eran las menos de las veces. Entonces, desde pequeño me dispuse a leer todo lo que encontrara de fútbol, todo lo que pudiera alcanzar.

No recuerdo la edad a la que leí el libro de La historia de las Copas del Mundo, de Orlando Duarte con una sección de Fernando Schwartz... pero leía todas las estadísticas y los resúmenes de cada Mundial. Gracias a éso, hoy sé quién es Stábile, que Leónidas anotó en el 38 un gol descalzo porque así jugaba normalmente en las playas de Brasil, que Ferenc Puskas y su Hungría del 54 era una máquina que solamente Alemania pudo detener, que Rattin salió expulsado contra Inglaterra y se sentó en la alfombra de la Reina... entre otras cosas que en la "vida real" no me son útiles mas que para hacer conversación. Y éso, solamente con seres igualmente enfermos.

Soy Rayado así como soy católico: por ubicación y herencia de mis padres. Algo de importante habrá en que en una utilicé mayúscula y en la otra no. Sin embargo, quiero pensar que con el paso del tiempo he aprendido a separarme de ese apasionamiento que se me hace dañino como seguidor de este deporte. Lo suficiente al menos como para no odiar a ningún club o selección nacional. Es difícil en ocasiones hacerlo, porque entiendo que es parte de lo atractivo de ver el futbol: las rivalidades, las envidias, las revanchas. Lo HUMANO en sí que lo hace tan semejante a la vida misma.

Mi historia no es diferente a la de miles de aficionados al futbol. Y éso también es lo que lo hace atractivo. Es un tema del que cualquiera puede opinar con entera subjetividad, a veces sin argumentos razonables, y pasar horas hablando de él.

Me gusta escribir, me gusta el futbol... entonces por fin después de años hoy me llegó el chispazo de "¿por qué no hacerlo en un blog con esa finalidad?" Soy de impulsos, entonces aprovechando la idea hoy me decidí a hacerlo. Tal vez no dure nada y sea una llamarada de petate más... pero HOY, ¿por qué no hacerlo?

Que hoy al menos se establezca como una posibilidad. Ya mañana veremos.