sábado, 18 de diciembre de 2010

África inocente



En el papel, tienen todo para ser los mejores del mundo. No es casualidad que los atletas de color han dominado en los deportes, solo es de hacer memoria: Jackie Robinson fue el primer beisbolista negro aceptado en la MLB y, para utilizar términos futboleros, la "rompió"; y a partir de ahí, los atletas de color independientemente de su procedencia, son los mejores.

El futbol americano está plagado de jugadores afroamericanos. Sí, tradicionalmente se la daba cierta preferencia a los QB's caucásicos... pero en años recientes aparecieron Michael Vick entre otros para demostrar que también saben lanzar el ovoide.

En basquetbol, en atletismo, ni hablar. Es raro encontrar jugadores caucásicos que sobresalgan. El Heat de Miami se reforzó esta temporada con tres superestrellas: Dwayne Wade, Lebron James y Chris Bosh... los tres afroamericanos. Usain Bolt se encarga de asombrar al mundo superándose a sí mismo en la competencia de 100 metros planos cada que se le antoja, y antes que él estaban Carl Lewis, Michael Johnson o Jesse Owens.

Hasta el momento, son pocos los deportes en los que todavía no domina la raza negra, como la natación, el hockey... pero citando al comediante Chris Rock: "niggas don't skate!"

Sin embargo, en ningún deporte se ha augurado un futuro tan brillante y tan dominante para los atletas negros (uso el término de manera no despectiva, sino porque no se me hace tan políticamente incorrecto) como en el fútbol.

Y sí, uno puede decir que en la selección de Brasil ha habido futbolistas negros desde siempre. También que el brasileño (y tal vez el futbolista) más brillante de la historia, O Rei Pelé, es negro. Ejemplos hay bastantes, pero me refiero en esta ocasión a los negros africanos.

Cuando apareció George Weah era la excepción a la regla. Consiguió ser el primer africano en recibir el premio de la FIFA al Mejor Futbolista del Año en 1995, algo sin precedentes. Destacó y triunfó con el AC Milan en la década de los 90's, aunque con su selección nacional, Liberia, jamás pudo destacar a nivel internacional. El destino le jugó una pesada broma geográfica que jamás le permitiría participar en una Copa del Mundo.

A partir de entonces comenzaron a escucharse voces predictivas de especialistas pegándole al Nostradamus: es cuestión de tiempo para que los equipos africanos dominen. Son superiores en fortaleza, en velocidad, su falta de disciplina táctica los hace impredecibles, disfrutan el futbol... esperen y vean.

Y siguen surgiendo individualidades aisladas que permiten que esas voces no se apaguen después de más de 10 años hablando. Eto'o, Drogba, Adebayor, son solamente algunos jugadores africanos que brillan en el futbol europeo y fungen como capitanes en sus países.

Antes del mundial de Sudáfrica 2010 las voces retomaron fuerza: ahora es cuando. Los equipos locales de una manera u otra avanzan, muchos de los jugadores africanos participan en equipos europeos, se han empapado de la disciplina táctica al ser reclutados desde temprana edad por los equipos de las ligas más competitivas. Si eran diamantes en bruto, ahora habían sido pulidos y estaban listos para deslumbrar al mundo.

Todo quedó en promesa. Solo uno de los equipos africanos calificó y lejos de sorprender, se convirtió en favorito sentimental por la inocencia y desparpajo de sus jugadores. Nada diferente al Camerún de Italia 1990, a Nigeria de 1994, a Senegal del 2002, etc. Los underdogs de los torneos mundiales son africanos. El mundo quiere verlos llegar lejos a sabiendas de que son sueños guajiros verlos campeones.

Y las voces persisten y retoman fuerza cuando un equipo como el TP Mazembe, a pesar de la insignificancia del Mundial de Clubes sacado de la manga por la FIFA, llega a una final contra el Internazionale de Milan, el equipo campeón de Europa. Desconocidos, eliminaron al campeón de la CONCACAF (Pachuca) lo cual se calificó más como un fracaso mexicano que un acierto africano. Pero el vencer al Inter de Porto Alegre, el campeón de la CONMEBOL, disminuyó el menosprecio. ¿Podría ser cierto que este equipo totalmente desconocido en el medio futbolístico internacional lograra lo imposible?

No lo niego, yo los quería ver ganar. Me gusta apoyar a los menospreciados y sé que los jugadores del Inter no iban a disfrutar un campeonato de este nivel como lo hubieran valorado los jugadores del Congo. Los quería ver bailar, los quería ver brincar, festejar de maneras inusitadas contagiando al mundo de la alegría que sienten al jugar futbol.

Gol a gol a gol, fríamente, con paciencia, con inteligencia, el Inter de Milan apagó esas ilusiones. Los jugadores africanos se notaban sorprendidos: así no terminaba la película en el guión que se fabricaron mentalmente. Sí, intentaron de diferentes maneras pero los festejos se quedaron guardados en el cajón del olvido y de las ilusiones perdidas.

No dudo que falta poco para que brillen y conquisten algún campeonato. Partidos como los de hoy son evidencia de lo que puede ser. Sin embargo, creo que falta mucho tiempo para éso. No tanto como para decir que México quedará campeón del mundo antes que ellos, pero en un futuro a corto y/o mediano plazo, lo dudo mucho.

¿Qué fue lo que pasó? Aunque es uno de los clichés más utilizados en el medio futbolero para describir a los equipos africanos, creo que situaciones así demuestran por qué se convirtió en cliché.

Los jugadores africanos son demasiado inocentes.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hablando de mujeres y traiciones...




Voy a decir una verdad que pocos hombres nos atrevemos a proclamar en público. Espero no haya consecuencias desastrosas.

Llámenme machista, pero las mujeres no tienen nada qué hacer dentro de un estadio o animando a un equipo si nunca han jugado futbol. Iba a decir que no tienen nada que hacer dentro del futbol aparte de como adorno, pero entonces sí me granjearía unas cuantas enemigas. Aparte de que estaría generalizando.

Pero me explico. Amar el futbol (si es que una cosa así es posible) o apasionarse, que va de la mano, es comprensible solamente desde el punto de vista del que tiene los pelos de la burra en la mano. No puedes valorar la belleza de un cañito, de una chilena, de un tiro de tres dedos que golpea el interior del poste a la derecha del arquero y besa las redes... si no sabes lo complicado que resulta hacer cada una de las anteriores cosas.

Tal vez no sea el mejor símil, pero voy contra el cliché de que los críticos de arte, en cualquiera de sus múltiples expresiones, son artistas frustrados. Sí, Roger Ebert tal vez haya visto más películas que nadie en el mundo y las haya reseñado, y bajo sus criterios subjetivos las califica y las apoya o denigra... ¿pero qué pasaría si él se animara a realizar su propio guión, o dirigir, o actuar, o producir?

Todos podemos ver una pintura, pero no es tan fácil expresar lo que nos hace sentir. Es facilísimo leer (cualquier cosa) pero entender lo que a veces se nos quiere expresar, no tanto. Por éso es más fácil (y barato, pero éso es otro tema) un periódico de nota roja que un libro más profundo.

¿Pero entonces por qué me concentro solamente en las mujeres alrededor del futbol, preguntará alguna feminista furibunda o un pro-derechos de la mujer confundido? Pues porque, bien que mal, en una sociedad como la nuestra TODOS los varones en algún momento determinado desde la infancia han tenido contacto con una balón. Que a algunos degenerados no les haya gustado practicarlo, es otro asunto. Pero un hombre relativamente normal (y los anormales también podemos) le gusta esa sensación de participar de un equipo. De soñar que estamos en el Azteca participando en la Final de la Copa del Mundo, y cada gol equivale a un triunfo sobre la realidad atosigante.

Las mujeres rara vez participan del juego. Y si lo llegan a hacer no es algo que toman en serio GENERALMENTE, aclaro.

Cualquier hombre puede ser Director Técnico de tribuna o de sofá o de lo que sea. Analizar los parados tácticos, qué movimientos deberían de ser hechos, resaltar las virtudes de un jugador y decir por qué el entrenador en turno no sabe nada de futbol. Y nosotros sí.

Una mujer generalmente se queda en emocionarse. Apoyan al equipo del novio en turno, y si ganan festejan como el que más. Hasta pueden utilizar la playera del equipo, proclamar su amor a los colores por cualquiera de las redes sociales disponibles.

Pero no saben lo que es sufrir un descenso como si fuera la muerte misma, los nervios de cobrar un penalti y saberte observado, de ver a tu equipo anotar un gol en el último minuto de la temporada cuando ya no hay esperanzas de clasificar... y festejarlo y gritarlo como si tuviera la más remota importancia.

Y mi tolerancia para con ellas es vasta. Digo, mi novia sabe relativamente de futbol pero no puedo hablar con ella como hablo con mis mejores amigos de futbol. Ni siquiera como cuando hablo con mis peores conocidos, o con el taxista, o con el paciente que tiene tatuado el escudo del Monterrey en el pecho. Y aún así, la quiero y entre mis planes está compartir mi vida con ella (ah neteando...)

Pero lo que me ha colmado el plato son los medios. Si escucho a una mujer comentar de futbol en radio, la siento falsa. Si la leo en Twitter o en Facebook, me controlo para no escribirle que mejor se calle y que no tiene una idea de lo que está diciendo. Si la veo en TV, cuento hasta 10 y pienso que es un adorno con boca y trato de bloquear todo lo que dice.

Estoy desesperado, juro que amo a las mujeres como el que más, las aprecio, las valoro, las consiento y las respeto.

Pero por favor... déjennos el futbol.