lunes, 8 de noviembre de 2010

El cañito


Pocas jugadas son tan innecesarias y superfluas dentro de una cancha de fútbol. Con el balón en los pies, los menos artistas preferimos una de varias opciones: hacer un recorte hacia afuera, hacia adentro, intentar superar al marcador por velocidad, retroceder con el balón y tocar lateral, intentar un pase a profundidad, o aventar el balonazo a ver qué sale.

Y no es que sea un recurso infalible como para intentarlo en repetidas ocasiones. El atacante a final de cuentas queda en desventaja. El balón si todo sale como se planeó inicialmente, pasará entre las piernas del defensa. Aún así, todavía queda el obstáculo de sortear el cuerpo del rival para alcanzar el destino que es el balón rodando pasivamente, esperando.

¿Entonces por qué intentarlo?

Tengo (o tenía) un amigo que en la escuela era el más habilidoso. Chaparro, delgado, con un andar cansino en la cancha. Habilidoso con ambas piernas, y con una técnica depurada. De todos mis amigos, fue el único que remotamente tenía condiciones para probar suerte de profesional. Y era el único al que le salían las jugadas más propias de malabaristas que de futbolistas que aparecían en los comerciales de futbol.

Era desesperante en ocasiones compartir equipo con él, porque en lugar de buscar la jugada fácil esperaba al defensa contrario para intentar un "túnel", romperle la cintura, hacer alguna fantasía. ¿Qué necesidad de hacerlo, si no hay público que te canté un Olé?

Pero siempre hay público. Y ése es el atractivo de intentar esas jugadas. Cuando la haces, es inevitable que brote la sonrisa en tu rostro mientras escuchas los "uuuuuuuuuu"'s de tus compañeros/espectadores. Es una manera de burlarse, de ser lo más antideportivo posible sin romper los cánones de la etiqueta correspondientes. No te pueden amonestar por hacer un túnel.

Pero ay de ti cuando te toca estar en el lado opuesto. Las constantes recriminaciones mentales: ¿por qué no cerré las piernas? ¡Era obvio que la iba a intentar! Te enfureces con el rival pero más contigo mismo, por ser tan permisivo, por ser tan mal defensa, por verte humillado. Volteas y lo ves brincar alegremente balón en pie y tú con la sed de venganza que el autocontrol aquieta y te impide soltar el guadañazo justo, reparador de tu amor propio herido.

Es una jugada innecesaria, superflua, que a veces solo funciona como motivador y alienta a escuchar los aplausos del respetable. Pero cuando haces un cañito limpio, sin que toque los bordes de los botines del rival, superándolo por velocidad ante el recurso imprevisto, listo para hacerle frente al siguiente oponente... No se necesitan los aplausos. Éstos resuenan en la mente del atacante con ínfulas de arrabalero.


viernes, 5 de noviembre de 2010

The Special One


En un mundo en el que el Barcelona representa la luz, su némesis no es otro equipo necesariamente. De acuerdo, el Real Madrid y el Barca tienen una rivalidad de más de medio siglo bastante bien fundamentada: el rechazo de Di Stéfano por vestir la playera blaugrana por la intervención del Generalísimo Franco que lo llevó al Madrid; los arbitrajes si no cargados entonces dudosos, los numerosos campeonatos del Real Madrid, el asesinato del presidente Josep Suñol i Garriga, entre muchas otras cosas.

Sí, el odio entre blaugranas y merengues es verdadero y probablemente sea el derby más importante del mundo.

En el mundo nos manejamos con antónimos para definir muchas cosas. Algo es bueno porque no es malo, algo es caliente porque no es frío. Sí, ya sé que puede ser regular o tibio, pero son los extremos lo que nos importan.

Si el Barcelona representa el fairplay, la humildad, la sencillez, el trabajo de fuerzas básicas, una sonrisa alegre al marcar gol, ser buenos triunfadores, representar a la UNICEF... el Real Madrid representa lo opuesto. El derroche, la soberbia, ganar sobre todos los medios, comprar a cada figura que despunte en cualquier rincón del mundo, fiestas, excesos, egoísmo.

En una historia en la que el bueno y el malo están tan bien marcados, apareció en escena hace unos cuantos años un pequeño hombre de Portugal. Su equipo, el Porto, siempre ha sido de los clubes más importantes en la Liga de futbol portuguesa... una Liga de nivel B. No tenía figuras en el equipo, carecía de recursos económicos y eran virtuales desconocidos. Ésa sería su ventaja.

Este hombre, hijo de entrenador, pupilo de Sir Bobby Robson, llevó al patito feo que era el Porto a conquistar la Champions. Emigró.

Un estudioso del balompié y de la táctica, con todas las artimañas, inteligencia y agudeza mental para aprovecharlas. Casado con un sistema, sabiendo aprovechar los recursos de cada uno de sus jugadores. Es un artista.

Y es soberbio. Y es pesado. El autodenominado "The Special One" a muchos futboleros les cae como una patada bien dada... ¿Qué importa el fairplay que tanto pregona la FIFA? Ése nunca ha dado campeonatos. Y cómo eliminar el juego de conjunto de otro equipo. Nadie dijo que jugar con 9 atrás estaba prohibido. ¿Hacer tiempo? Pues por qué no. Todo es válido, nada está prohibido. Siempre y cuando el resultado final sea la victoria.

Con el Chelsea de Inglaterra empezó su rivalidad con el Barcelona. Mandó inundar la cancha del Stamford Bridge antes de un juego contra el Barcelona FC, para así impedir el juego a ras de pasto del Barca. Que perdió el partido, sí... por suerte. Por una genialidad de un hombre que más que futbolista parece contador, Andrés Iniesta.

Con el Inter de Milan pareció hallarse por fin en el lugar correcto. El equipo en donde nació el catenaccio de Helenio Herrera vino a encontrar a la posible reencarnación de este último DT. Ganó todo lo que podía ganar. Y por fin dejó en evidencia al Barcelona. El fin justifica los medios en el mundo de José Mourinho.

Claro, le faltaba algo para completar el guión. Y entonces llamó a su puerta Florentino insistiéndole en que tomara las riendas de SU Real Madrid. Llegó con los billetes en la mano y con la promesa de que tendría control total sobre el equipo. Si me apuran, estoy casi seguro que lo habría hecho de a gratis. Éste era su destino.

La mesa está puesta. Va poco de la competencia y su Real Madrid está arrasando sin jugar un futbol particularmente espectacular. Las contrataciones fueron económicas y están rindiendo frutos. Ni siquiera se da cuenta uno de la ausencia de Kaká. Y Mourinho sigue ganando.

Uno se puede preguntar cómo es posible que dando la apariencia de ser un ser tan soberbio, tan pedante, tan lleno de sí mismo, sea capaz de liderar y convencer a más de 20 hombres que están acostumbrados a sentirse ellos mismos el centro del Universo. No lo sabemos, pero es claro que lo que refleja al resto del mundo probablemente sea un espejismo destinado a confundir. Probablemente no sea mala persona.

Pero en nuestra historia, ya teníamos al bueno. Josep Guardiola, Messi, Alves y compañía: el FC Barcelona, más que un club.

Siempre he tenido cierta predilección por los villanos. Alguna vez quisiera ver ganar a Tom, al Coyote, a Cerebro, a Lex Luthor ( es más fácil y más sano pensar en villanos ficticios ja). Creo que a pesar de ser catalogados como los "malos", no lo han de ser tanto. Alguna cualidad que los redime han de poseer. Qué aburrido es que siempre gane Supermán.

Nuestro villano es José Mário dos Santos Mourinho Félix. Él, también, es más que un club. Por mi parte, lo quiero ver ganar.

martes, 2 de noviembre de 2010

El 50 del 10



Hablar de Diego Armando Maradona para el común de la gente es como hablar de la Iglesia, de las drogas, del aborto. Asumo que el lector está familiarizado aunque sea "por encimita" con la historia de Maradona, sus inicios, sus triunfos y sus demonios... entonces esto no será un intento más de biografía.

Tampoco va a ser una apología, porque ya antes la hizo Sacheri (Me van a tener que perdonar) y la hizo bien. Entender lo que representa para los argentinos es algo que el resto del mundo podemos imaginarnos pero jamás comprender. Los pueblos latinoamericanos hemos sufrido por circunstancias similares, pero creo que para ninguno el futbol es algo tan importante como para nuestros hermanos argentinos. Entonces, un triunfo tan contra todos, tan rabioso, tan lleno de rebeldía, tan con la cara al frente, con tanto orgullo y con tanto coraje... repito, apenas podemos imaginarnos lo que representa.

Entonces no es sorprendente que le perdonen todo. Tantos errores cometió y sigue cometiendo, pero esos años llenando de magia (perdón por el lugar común, pero no hay otra palabra) las canchas lo tienen puesto en un pedestal inalcanzable, impoluto, lejos de todo juicio.

Ahora bien, si le preguntamos a los ingleses todo cambia. Tomemos en cuenta que la relación Inglaterra-Argentina está lejos de ser la más cordial del mundo. En el mundial del '66, el capitán argentino Rattín, se encargó de enfurecer a toda una nación. La multitud lo despidió entre gritos de "Dago" (sudaca) y burlas. Si él encendió esa rivalidad, la guerra de las Malvinas lo convirtió en asunto serio.

Es fácil entender qué cosas tienen importancia y cuáles no. En la guerra se perdieron vidas de muchachos argentinos que fueron enviados por su gobierno en un afán político reeleccionista. Rendirse, y perder una isla que es poco más que un pedazo de roca fue algo de importancia.

El partido del '86 entre los dos seleccionados, no tiene importancia. Pero como dijo Arrigo Sacchi, "el futbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes." Era una revancha. Minúscula, sin consecuencias... pero una revancha al fin de cuentas. Por éso, los argentinos lo idolatran y los ingleses lo califican como un tramposo, como un drogadicto, como un cínico.

Y las maneras. El primer gol fue para demostrar que sí, era un cínico. Pero el segundo, para los argentinos... el segundo, para los ingleses... fue algo que culminó el cisma. No se puede demeritar algo así. No se puede dejar de valorar.

Que cometió errores, los cometió. Demasiados, y los sigue y los seguirá cometiendo. Que solamente en Argentina se le perdona todo, se le glorifica, se le mima y se le venera (literalmente... ahí exista la Iglesia Maradoniana), es cierto. Pero de qué otra manera se puede tratar al héroe, al ídolo de la casa, al más querido de todos los hijos.

Y no deja de ser un patrimonio de la humanidad futbolera. No se puede hacer menos su talento, su "bronca" contra todos y contra todo, su afán de brillar, de llegar hasta lo más alto.

Hablar de Maradona es hablar de algo polémico. Hay gente a favor y hay gente en contra. Para los expertos de la FIFA, el mejor jugador de todos los tiempos es Pelé. Para el pueblo futbolero, Maradona ganó la votación.

La historia de Diego es una historia pura de futbol. Y es el más triunfador de los rebeldes. Si Diego no hubiera ganado ese campeonato (porque lo ganó... solo), no sería una figura tan mítica. Pero lo tenía que ganar. Para ganarse su lugar en la historia aunque las autoridades no quisieran. Para demostrar que las historias de triunfos improbables son las mejores. Para que el niño de Villa Fiorito llegara a lo más alto del mundo.

Lo que pasó después, era lo lógico. Para arriba ya no podía ir.

Hace mucho que se espera su muerte. Sería lo normal, lo esperable. Alguien que ha vivido con tantos excesos, de una manera tan explosiva, sin prestarle atención a lo "normal"... hace años que ya debería estar 6 pies bajo tierra.

Sin embargo, Maradona cada 4 o 5 años sorprende a la gente. No muere. Al contrario, se reinventa. Aparece con unos kilos menos, con una arracada más, ahora canoso, ahora con barba. Y sigue sin poder mantener esa boca cerrada. Opina de todo. No conoce la moderación, y si la conoce, no la saluda ni de lejos.

Ese desparpajo que lo hacía brillar en la cancha, ahora lo mantiene en la órbita futbolera por su sinceridad. Porque podrá ser muchas cosas, pero que dice lo que piensa no se cuestiona, y éso no es tan común como debería.

Este es mi pequeño homenaje para en mi juicio, el futbolista más interesante que ha pisado una cancha. Y para una de las personas más interesantes que existe al mismo tiempo que yo. Felices 50 años, Maradona.

Veremos qué es lo que sigue. Creo que todavía le queda algún truco en la chistera.


// como addéndum:

Amigos me reprochan que sea tan "Maradoniano" siendo él argentino y yo mexicano. Que las drogas, que el egocentrismo, etc.
La rivalidad de Argentina y México es sana, y nos ha dado excelentes partidos hasta el momento. No se guarda rencor por las derrotas, aunque calen. Pero de andar de vengativo y malaleche, jamás.

Lo de las drogas... Maradona fue grande A PESAR de las drogas, no GRACIAS A las drogas. Intenten salir a correr un sábado en la mañana después de ponerse una borrachera de aquéllas, y rendir a un, si no bueno, regular nivel. Así con él, se descuidaba pero a la hora de los partidos nadie lo paraba. No le hacían bien, al contrario.

El futbol no conoce patrias ni colores. Como decía Eduardo Galeano, "Yo voy por las canchas mendigando una buena jugada." Donde la encuentre, de quien la encuentre... la voy a agradecer. No importa si es de un ruso, de un letón, de un francés o hasta de un tigre...

saludos, gracias por sus visitas y si se toman la molestia en comentar, les agradeceré mucho. Se trata de fomentar el debate futbolero. Todo con respeto e inteligencia, el que se enoja pierde.

un abrazo