martes, 20 de diciembre de 2011

¿Felicitaciones? No.

Ha pasado más de una semana y, sinceramente, todavía no sé qué decir o qué hacer. Sabía que en algún momento pasaría: "No hay mal que dure 100 años" y esas cosas. Sin embargo, es una característica muy humana el sostener la esperanza aún ante la imposibilidad. Entre más difícil parezca el objetivo, menos se resigna uno a la caída. En fin.

El domingo 11 de diciembre del 2011 terminó la sequía de títulos para los Tigres de la UANL. El equipo regio al cual, por cultura y por influencias cercanas, se me inculcó si no a despreciar u odiar, sí a sostener con ellos una enemistad deportiva. Nací en una cuna "rayada" así como pude haber nacido en una "chiva", "águila" o "cementera". Así como nací "católico" y pude haber nacido "budista", "musulmán" o "evangélico". Nací así no por decisión, no por convicción sino por mera cuestión geográfica y familiar. Sin embargo, es difícil (por no decir imposible) liberarse de esas primeras aficiones, de esas pasiones y enamoramientos sin sentido.

No hay un motivo en específico para la enemistad. Muchos de mis mejores amigos son aficionados de los Tigres. Se trata simplemente de una cuestión geográfica también. Supongo que los moros y los cristianos pudieron haber tenido muchas cuestiones en común también pero los dos querían ocupar el mismo espacio. No justifico, al contrario: digo que es una estupidez pelear por éso. Además, es claro que hay leguas de distancia entre una situación y la otra. Aún con éso no dejo de sentir cierto dolor o envidia ahora, sin importar los logros obtenidos recientemente por "mi" equipo.

Se trata de tolerar. Se trata de saber que las burlas llegarán y uno tiene que plantarles cara. Se trata de no enojarse, de presentar una sonrisa aunque se sienta falsa. Se trata de guardar silencio para no enredarse. Se trata de tener esperanzas aunque la situación actual propia no inspire mucho. Se trata de rezar porque los logros del vecino se detengan con éste: que sea debut y despedida. Se trata, también, de experimentar un poco (muy poco) de alegría por esos amigos que ahora sonríen. Se trata, claro, de menospreciar el logro de cualquier manera, de toda manera, por más inverosímil e increíble que sea. Se trata de responsabilizar a todos menos a ellos; de restarle méritos, de intentar molestar, de ser un cadillo. Se trata de resignarse.

Se trata, en fin, de esperar una revancha y de pedirle a los dioses del futbol porque sea pronta y expedita.

No felicito a los rivales porque creo que éso no cabe en el futbol. Felicito a mis amigos porque me da gusto su alegría. Sin embargo, no la comparto. Así como estoy seguro que ellos tampoco compartirían la mía, en esta situación en específico. Estábamos destinados a ser Caín y Abel.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Inocencia.

En aquellos tiempos, mis papás (ambos médicos de profesión) trabajaban durante el día y gran parte de la tarde. Por esa razón, mi abuelo pasaba por nosotros al kinder. Un hombre serio, fuerte, que inspiraba respeto. Él me enseñó a leer y me inculcó ese hábito. Para bien o para mal.

Mi abuela era completamente diferente. Dicharachera, sonriente, extrovertida y llena de abrazos y besos. Siendo el nieto mayor, el primero de muchos, me tenía bien chiflado. Es fecha que todavía mi comida favorita son los frijoles con chorizo porque ella los preparaba para mí. No recuerdo si me gustaron porque ella me dijo "están llenos de hierro, son para que crezcas bien fuerte" o si esa información fue solamente un beneficio extra. Sí tengo la seguridad de que después de que supe éso me dediqué a comer frijoles como si fueran espinacas para Popeye.

Tengo recuerdos difusos de mi infancia ahí. Algunas cosas las recuerdo porque se quedaron implantadas en mi memoria, de manera azarosa. Otras, las más, las recuerdo porque a través de los años mi familia se ha encargado de recordarme esos días. "¿Te acuerdas que bailabas la de 'Chiquilla cariñosa'"? "Te la pasabas cantando la de Sufre mamón de los Hombres G". O la mejor: "Tu pobre abuela preguntaba por todas las jugueterías de Monterrey por Letilio, un mono que querías y no lo encontraban hasta que un dependiente descifró que hablabas de Reptilio, de los Thundercats".

Todas esas memorias no son mías. Me las compartieron y ahora las recuerdo como si las hubiera leído en un libro, como si fueran de una persona que no soy yo y que tal vez me gustaría ser.

Sin embargo, hay una que sí tengo presente y que he cargado conmigo desde entonces. Como prácticamente vivíamos ahí con mis abuelos, la mayoría de mis juguetes estaban ahí. Soldados, luchadores, personajes de caricaturas. Por las tardes, en la recámara de mis abuelita ella se recostaba de lado frente a la pared, quedando profundamente dormida.

Una situación de libertad y de posibilidades. Sin embargo, protegido por su cuerpo y sin intentar un escape siquiera, me refugiaba en mis juegos. No ponía a los juguetes a luchar o a experimentar aventuras exóticas. Simplemente los acomodaba a lo largo de la ventana: en las varillas que la atravesaban, algunos colgados, otros intentando escalar el muro que separaba la cama de la ventana.

No tengo idea por qué ese recuerdo permanece. No le encuentro un simbolismo o que sea una imagen que hable de mí. Tal vez sí, pero no es lo que pensé ahorita.

Nada más el recuerdo evoca un tiempo lejano pero muy feliz. Fui un niño muy feliz, muy pleno, muy inocente. Todo lo que fui y que tal vez todavía soy lo veo ahí. He cambiado pero anhelo seguir siendo un niño que se contenta con estar cerca de alguien querido sin perseguir más. Que se contenta con acomodar sus juguetes e imaginar.

Ése es uno de los recuerdos más bellos que tengo.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Pancho Villa vs El hombre chillón

Nota aclaratoria: Ésto lo escribí hace varios años. Espero que no se me juzgue por las tonterías que en algún momento llegué a escribir.


Estoy seguro que si Pancho Villa estuviera vivo en este mundo y por una misteriosa razón recuperara su juventud, quedaría decepcionado del nivel de hombría de los muchachos de ahora. Inclúyome en “estos muchachos de ahora”.

El señor Pancho era el epítome de todo lo que un macho mexicano debe de ser: bravucón, bigotón, peleonero, tomador, líder, sombrerudo, y con sus dos viejas en la silla. Don Pancho llorando, triste por el amor no correspondido, con alma de poeta, contemplando las estrellas pensando en su mujer, en si estará pensando en él, en si estarán contemplando la misma estrella… ¡Qué esperanzas!

Ahora los muchachos somos la antítesis de don Pancho. Y dicen que no debe uno de generalizar, pero cuando se escribe con humor todo es válido (según yo). Ahora todos lloramos, cantamos, nos sale lo poeta, nos pintamos los ojos, nos maquillamos, uno que otro valiente se plancha el pelo, entre más apretados sean los pantalones mejor, entre más andrógino el look más guapo el pela’o, faciales, peelings, manicure y pedicure.

Y no lo niego, tiene su atractivo el ser vanidoso y cuidar la imagen personal de uno. Después de todo, dicen que de la vista nace el amor (aunque también unos dicen que del estómago, pero he visto muchas cocineras muy feas la verdad). Hay muchas mujeres que se fijan en la portada y no en el contenido, entonces tiene sus beneficios cuidarte. También hay a las que les gustan los sensibles…

Y es normal, y es sano cuando es con medida. Pero la sabiduría comercial me ha enseñado que todo aquello que se realiza en exceso adquiere connotaciones negativas fácilmente. Artistas y personas sensibles ha habido en todo el mundo a través de los tiempos. Pero en estos tiempos que atravesamos en los que todo es rápido, en que es fácil caer en el consumismo y demás, yo siento que se ha convertido en un exceso de sentimentalismo masculino.

A lo mejor la comparación con Pancho Villa no es la ideal, porque tampoco se trata de ser retrógradas y despreciar a la mujer. Pero cuando uno nota que los casos de depresión masculina se han incrementado, que el número de hombres que padecen de anorexia nerviosa y bulimia crecen casi exponencialmente… es obligatorio reflexionar sobre un problema que los medios no han analizado lo suficiente a mi parecer:

¿Qué hay de la presión que los medios de comunicación ejercen sobre nosotros y sobre nuestra autoestima? Las mujeres quieren un Brad Pitt, que sepa pintar, declamar, escribir sonetos y además, que pueda realizar los trabajos duros del hogar, que sepa de carros y que sepa cambiar la llanta del carro si se llega a ponchar.

No se pasen de lanza.

Si Pancho Villa estuviera vivo en estos momentos, seguramente se avergonzaría de mí por andar de chilletas y me pondría una buena madrina.

Y posteriormente, entre los medios de comunicación y las mujeres que lo quieren todo, estoy segurísimo que lo dejarían chillando también.

martes, 18 de octubre de 2011

No es fácil encontrar a Dios

No es fácil encontrar a Dios. “No tienes que buscarlo, Dios está en todas partes”. “No lo busques, Él está contigo”. “Él te eligió desde antes de nacer”. Ni siquiera son los mejores clichés que he escuchado y sí, yo también los he repetido en numerosas ocasiones.

Es difícil, al menos para mí ha sido difícil… y sigue siéndolo.

La persona que conozco que tiene la fe más fuerte es mi mamá, dudo que dude. Si acaso ella ha dudado, me consta que se abandona todavía más en sus creencias y ora pidiendo más fe.

Si crecí dentro de la fe católica fue gracias a ella y a su influencia. Pero pues desde chiquito soy contreras. No lo niego: cuando me llevaba a misa a la Purísima estaba más concentrado en las chavas (grandes, no chiquitas) que había ahí, nada más viéndolas. Aclaro: probablemente en ese entonces tenía menos de 10 años, no había morbo ni cochinadas que enturbiaran mi admiración hacia el género femenino. Pero desvarío…

Entonces crecí en una escuela católica, el Instituto Regiomontano, y salvo que algún valiente se atreva a contradecirme, los valores religiosos que se nos inculcaron ahí tuvieron influencia, sí, pero a medias. No sé si es el hecho de que éramos solamente hombres, si faltó más doctrina, si faltó más práctica, si los métodos pedagógicos fueron insuficientes. No tengo la menor idea, no soy educador y tampoco puedo acusar a la escuela sin más. Pero sí, de ahí saqué valores y principios pero no una gran certeza en cuanto a mi fe se refiere. Creía porque no tenía otra opción, porque era inconcebible creer en otra cosa o, todavía más, dejar de creer.

Entonces llegó la época en que pude ir de Misiones, en 2º año de prepa. Proseguiré con la sinceridad: no tenía la menor idea de qué era, de qué se trataban y cuál era el oficio o beneficio. Fui a las juntas y a la sierra de Durango porque una chava que me gustaba iba de Misiones. Añado: jamás hablé con ella, je.

No me cambió la vida, pero sí me gustó. En retrospectiva, no creo que haya sido tanto una experiencia de “fe” sino de socialización. Me gustó la convivencia, hacer amigos, hacer reír a los niños de la sierra, platicar con las señoras y los señores de la comunidad, y sí, ahí va otro cliché: “aprender de ellos en lugar de que yo les enseñara algo”. Sí, aprendí mucho de ellos en cuanto a la sencillez, la humildad, la llana felicidad, el esfuerzo y los frutos del mismo.

Más por permanecer que por méritos propios fui “ascendiendo en los rangos” de la organización. Ahora yo, el inseguro, tenía que formar a nuevos misioneros. La única razón por la que no rehuí a la invitación fue por la presión de que mi hermana, 1 año menor que yo, también iba a serlo. No sé, es algo de orgullo entre hermanos, creo. No lo hice tan mal. No sé qué tan bien, pero sé que no lo hice tan mal… pero seguía sin encontrar a Dios.

Entonces pasó algo que marcó un cambio: mis amigos se “cambiaron de grupo” de misiones. Uf, el faux pas en cuanto a movimientos religiosos. Si se hubieran hecho budistas creo que no hubiera causado tanto revuelo. Para acabarla, se fueron con el grupo de misiones de mi colonia, cuya parroquia está a menos de 10 cuadras de mi casa.

¿Y qué pasó? Los vatos emocionados, alterados, en plena efervescencia y enamoramiento quisieron compartirlo. Lo que suele pasar cuando alguien descubre algo nuevo que los desestabiliza (aunque sea para bien). Es difícil aguantar a una persona que se la pasa hablando de lo mismo cuando no lo conoces. Para utilizar un símil: si no tienes pareja, ¿te gusta escuchar a un amigo hablar sobre lo maravilloso, genial, asombroso, estupendejo y perfecto que es su novia? Osea sí, dices, chido, pero por favor cállate tantito.

Entonces los mandé a la goma literalmente por mucho tiempo. Seguí con un vacío pero, en serio, en esta sociedad y en estos tiempos quién no tiene un vacío por dentro… ¿soy el único? Ah bueno, prosigo.

Entonces, Navidad del 2006. Más por insistencia de mis amigos y por cansancio mío, accedí al fin. MSJ ahí te voy. No era mi mejor etapa (tampoco la peor, ja), entonces sí, llegaba tarde a las juntas, desvelado, UNA vez crudo. “Been there, done that”, por eso después le tomaba un cierto agrado a los que veía en situaciones similares. Las juntas… pues chidas, digo, se tomaban la molestia de saludarme aunque no me conocieran, gente que yo veía como alienígenas o lunáticos porque no dejaban de sonreírme me preguntaban cosas, querían que me pusiera a jugar. Igual mi opinión es controversial en este círculo pero no sé, según yo las juntas sirven para tres cosas (parafraseando a un amigo): para nada, para nada y para nada.

Sin embargo, la semana de Misión… Por muchísimas razones fue diferente. Yo venía arrastrando mil cosas y necesitaba una respuesta, un camino, ALGO nuevo. Bueno pues lo encontré.

Ahí empezó mi estadía en el grupo que duró varios años. Sin quererlo ni buscarlo (algunos dirán sin merecerlo, je), llegué a hacer cosas que jamás pensé haría.

No sé si decir que me cambió la vida. Recuerdo ese tiempo con mucha añoranza y con mucha gratitud, eso sí. Me sentí pleno y satisfecho por primera vez en mucho tiempo, y bien o mal, mi fe en Dios alcanzó un nivel que jamás había experimentado.

El grupo es obra de Dios, rinde frutos, no se queda estático, aborda la tarea que le corresponde con alegría y con bondad. Hay muchísima gente buena involucrada. Hay muchísimas sonseras y bronquitas, como en todo asunto humano pero es lo de menos, en verdad. Ha formado personas: aquí y en cada uno de los lugares de misión que le ha tocado visitar. Ha tocado vidas, ha cambiado perspectivas, ha ablandado corazones, ha iluminado vidas y ha mostrado a algunos (como su atento servidor) que hay gente buena y que uno tiene la libertad de elegir cómo vivir.

Por todo ésto y muchas cosas más, estoy agradecido con MSJ. Sí, hay gente que aprecio, hay algunos que hasta quiero. Fue una etapa muy, muy bonita de mi vida y estoy agradecido con Dios por haberme permitido vivirla. Además, jiji, ahí conocí a la persona que más admiro, quiero, respeto y venero. Aunque fuera por esa razón nada más, tendría motivos de sobra para estar agradecido con MSJ.

En fin, mucho rollo ya. Feliz 10º Aniversario, Misión San Jerónimo.

martes, 27 de septiembre de 2011

Es fácil perder de vista lo obvio

Es fácil perder de vista lo obvio. Se lee estúpido pero es así. No es accidental esa anécdota que cuenta que Albert Einstein en una ocasión estuvo buscando sus anteojos por toda su casa hasta que su mujer le señaló que los tenía descansando entre su alborotada cabellera. No importa qué tan verídica o no sea la historia… lo importante es el mensaje.

Lo obvio es que el futbol es un juego. Entonces, me resulta triste leer la mayoría de las cosas que se escriben ahora. Cada quien tiene su estilo y su acercamiento pero no siempre lo comparto, a pesar de que en numerosas ocasiones disfruto leyendo esas columnas. Se escribe sobre el parado táctico, los despliegues defensivos, la rotación de los centrocampistas. Hay 8 maneras diferentes de acomodar un 4-4-2 en la cancha y 20 posicionamientos para esos 4 mediocampistas. Que el trivote, el 5 falso, el 9 atrasado y el trecuartista. Se estudia y se comenta la dieta, la capacidad aeróbica y se cuantifica cada parámetro involucrado en la mejoría de la resistencia física del atleta. Las coberturas, los relevos, las variantes ofensivas.

No lo voy a negar: admiro esa capacidad de describir minuciosamente lo que pasa en el terreno. No soy ajeno ni soy un neófito y puedo hacer el intento de copiar ese estilo pero no es lo mío. Habrá quien opine, como el DT de la Selección Nacional de Futbol Playa mexicana Ramón Raya, que un simple aficionado que no comprende y maneja la terminología y táctica del futbol profesional no puede emitir un juicio de valor. Tal vez sea cierto. Yo no pretendo ser un Director Técnico de tribuna que critica los movimientos y los planteamientos de una persona que estudió y se preparó para realizar ese trabajo.

Sin embargo, pienso que la seriedad está quitándole un poco lo divertido al futbol.

No se me alboroten: el futbol profesional es cosa seria. Es un negocio donde hay múltiples intereses y quererlo ver como un simple juego resulta inocente, por no llamarlo de peor forma.

Sin embargo, opino que el futbol no es tan rígido como el ajedrez. Indudablemente la estrategia influye en los resultados. En un momento determinado el parado táctico de un equipo y la habilidad de su entrenador para sacarle provecho a los jugadores puede definir un partido. A los dueños les importa un cacahuate si su equipo ganó 1-0 con gol de último minuto o si goleó 8-0 jugando bellamente. Bueno, no un cacahuate pero tampoco les quita el sueño.

Aún así el futbol continúa siendo un juego. Un juego muy importante, con demasiados intereses y con repercusiones en la vida de millones de personas. Con todo, sigue siendo un juego. A veces lo inesperado pasa y rompe la lógica y el orden. Uno puede simplemente dar un paseo por el parque más cercano y ver a un montón de niños correteando, sonriendo, jugando. Eso sigue pasando también en los estadios, con menos frecuencia pero sucede. El futbol no ha cambiado, los que cambiamos fuimos nosotros.
Pero tampoco estoy de acuerdo con los que romantizan el juego de más. Es lógico que un juego cambie, evolucione y se adapte. Malo si no lo hiciera porque estaría condenándose a desaparecer. No todo tiempo pasado fue mejor; tampoco peor. Nada más es diferente.

Aventurando a contradecirme, opto por verlo como un juego romántico. El futbol es un fabuloso generador de historias, de anécdotas y de cuentos. Todo puede pasar y no hay nada escrito. Hay héroes, hay villanos, hay víctimas que cobran venganza y héroes que caen.

Entonces, adelante. Uno puede escribir y opinar lo que sea de futbol. Si uno quiere desmenuzarlo y tratar de explicarlo como si fuera un televisor, adelante. Yo prefiero escribir sobre locos, sobre lo que pasa dentro de la mente y el alma de un futbolista, sobre cómo el futbol retrata a la vida. Prefiero a los que pueden apreciar el valor artístico de una bicicleta que asesinó con egoísmo a la jugada.

Es lo hermoso del futbol: todo se puede decir de él.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La superioridad moral de la clase media

Voluntariamente me estoy metiendo en camisa de once varas pero no le hace. Ahorita no pretendo poseer la verdad absoluta porque no domino el tema y no poseo las credenciales para respaldar mis opiniones. Sin embargo, me voy a defender diciendo que lo siguiente es simplemente ésto: una opinión.

Hace un momento leía las tarugadas que mucha gente pone en Facebook. Generalmente utilizo este método para inspirarme acerca de qué quejarme. Tranquilos, utilizo nada más las opiniones de las personas que en algún momento me agregaron como "amigo" y que no comparten algo conmigo mas que el hecho de que nacimos en este planeta, tal vez en la misma ciudad y en algún momento convivimos (mucho o poco, da lo mismo). A mis amigos los respeto (entrecomillado, tal vez).

Entonces de repente me topo con lo siguiente:

"Hola! Soy un comelonche con el cerebro lavado por el PRI, no me importa lo que pase con mi país, ni se que se anden robando lana y que lo hagan a vista de todos, no importa con tal de que papi gobierno siga dandome mi torta, mi coca y mis 500 pesos por quincena, no me importa."
Comentarios destacados:
- "si habia un chingo de comelonches no mames... falta que vayamos mas raza"
- "muertes a los comelonches jajajaja"
- "HABIA MIIIIIIIIL comelonches"

Sentí algo en mi interior: inflamó mi corazón y me dio coraje, tristeza, decepción, abatimiento... todo en orden consecuente, je.

Estamos en un país con muchísimos problemas, muchísimas "áreas de oportunidad" como le gusta decir a algunas personas. Me gustaría señalar una: la falta de empatía.

Al hablar de la falta de esta cualidad, la mayor parte de las personas se inclinarían a pensar en que hablo de los criminales que hacen y deshacen sin tomar en cuenta los perjuicios que le provocan a la ciudadanía mexicana. Robos, venta de droga, secuestros, extorsiones, balaceras, bloqueos, etc. Todo ésto se ha convertido en cosa de todos los días, por lo menos en Monterrey. Nadie se sorprende.

Tal vez ésto sería lo que pensaría otra persona: la falta de empatía con el sufrimiento del resto de nuestros conciudadanos. Si a alguien lo atacan o sufre una violación a su integridad física y espiritual es una tragedia... pero si es alguien que desconocemos no lo es tanto. Solamente nos conmueve y nos preocupa cuando le ocurre a alguien que conocemos, aunque sea de manera indirecta, y peor aún, si le pasa a nuestra familia y amigos.

Pero obviamente no estoy hablando de esa desconexión. Hablo de todos aquéllos que nacimos, por puro azar, en una situación favorable. Hablo de situación familiar, económica, social. Hablo de aquéllos que nacimos SIN HACER MERECIMIENTOS en una situación privilegiada, con la posibilidad de superarnos y de llegar tan lejos como nuestra ambición, aptitudes y esfuerzo permitan.

¿Sabes tú lo que se siente pasar un día entero sin probar bocado? El hambre es canija. Hay tanta gente que gusta de hacer dietas y de matarse tomando agua y comiendo pan VOLUNTARIAMENTE para cumplir con los caprichos de la moda y de la estética. ¿Para gustarse a sí mismo? Obvio no, para gustarle a los demás.

¿Tienes hijos? ¿Te gustaría tener hijos en algún momento? Imagínate esta escena: tu hijo, que se parece a ti y a esa mujer que amas, que tiene tus rasgos, que sonríe, que llegó a este planeta entre sangre y lágrimas por algo que, religioso o no, es difícil no llamar milagro. Un ser vivo, combinación cromosómica de dos individuos y al mismo tiempo completamente diferente a sus dos progenitores. Una personita.

Imagínate ahora a ese hijo mirándote a los ojos inocentemente y preguntándote que si va a haber algo de cenar ahora. Verlo flaquito, desnutrido, sufriendo de una manera estoica y callada. Valiente pero débil.

Sinceramente, si yo estuviera en esa situación me vendría importando tres kilos y medio de reverenda verga lo que un pendejo en una red social que NI CONOZCO piense. Si me quiere decir "comelonches", adelante.

Que es injusto, sí. Que así no se arreglan las cosas, OBVIO. Lo ideal sería que todo individuo tuviera acceso a las mismas oportunidades, a la misma posibilidad de desarrollo, que su trabajo fuera bien remunerado y no tuviera que pasar por el dilema de no saber si podrá alimentar a su familia. Sin embargo, así son las cosas. No hay una solución a la vista.

No sé cómo solucionar ese problema. No me compete a mí aportar una respuesta. Lo que sí es que por extraños designios de Dios o del Universo, me ha tocado convivir bastante con personas humildes, población rural que vive con temor, con sed, con abundantes necesidades. Que su destino está delineado, que su única escapatoria es irse a vivir a Estados Unidos a buscar algo mientras sacrifican a su gente, a su pueblo, tal vez su propia vida. Capacidades hay. He conocido en comunidades rurales a chavos y chavas con más capacidad, ingenio e intelecto que niños de la población urbana. (Sin hablar siquiera de la diferencia en el comportamiento, de la humildad, de la inocencia y la manera en que sus sonrisas iluminan sus rostros llenos de tierra.)

Precisamente por mi cercanía con esas personas, por mi apego a todo lo que me han enseñado, por el agradecimiento que tengo por haberme sensibilizado a las verdaderas necesidades y los verdaderos problemas que existen... Precisamente por éso me molesto y espero que aprendamos a ser un poquito más empáticos con todas esas personas, con los que son meramente estadísticas y son pisoteados y despreciados. Con ésos que no tienen rostro ni voz.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Una historia de caracoles

Tengo un recuerdo. Cuando salía de las clases de piano me quedaba afuera de la casa a donde iba, sentado en la banca esperando a que mi hermano(a) terminara su lección y que llegara mi mamá por nosotros.

Me paraba y en los jardines me ponía a buscar caracoles. Hace años que no veo uno. En ese entonces era facilísimo encontrarme con varios en cada aventurita. Los tomaba con mis manos y los iba juntando, uno por uno.

Los juntaba, y al echarles una rapida ojeada a cada nueva adquisición, veía que una babosa cafe/grisácea asomaba su cabeza... o lo que sea que era... por un agujerito.

Al tener un montoncito entre mis manos, los ponia todos en el suelo cuidadosamente, sin tirarlos para evitar que se rompieran.

Y luego los aplastaba uno por uno escuchando el suave crujir bajo mis tenis.

¿Que por qué lo hacía? No sé, no me siento particularmente orgulloso de mis crímenes. Tal vez lo hice por las razones que justifican muchos de los actos malos que llegamos a cometer.

Quería ver que se sentía destruir algo hermoso, único e irrepetible.

lunes, 29 de agosto de 2011

Gracias, Madre

Dicen que usted estuvo internada más de un mes cuando yo nací. Desde entonces yo ya tenía prisa. Apenas llevaba 7 meses en su vientre y se me antojó salir. Me cuentan mis hermanos que usted lloraba y rezaba todos los días para que Dios me salvara. Madre, no sé cuánta influencia hayan tenido sus oraciones pero sí sé que, a pesar del pesimismo de los médicos, salimos adelante, usted y yo.

Usted me decía Ratita desde chiquito. Dice que desde que me llevó a casa eso le parecí: una ratita. Flaquito, chaparro, aparentemente débil pero muy resistente. Me hacía repelar con el apodo al principio pero ya después me fui acostumbrando y, ¿se acuerda? Cuando gritaba mi nombre yo ya no respondía. Si usted quería que acudiera pronto a su llamado, tenía que gritar mi apodo. Eso sí, nada deRatita porque luego no me la acababa. Aunque a usted le molestara, ahora tenía que decirme Rata.

El Pepe y la Érika ya se habían casado, entonces nada más vivíamos en la casa Luisita, Tito, Toño, usted y yo. Fui el menor de todos y nos tocó batallar porque papá falleció poco después de que usted se embarazó. No conocí a papá pero todas mis tías decían que tenía sus ojos y su sonrisa. Mi tío Toño decía que en lo más importante nos parecíamos: yo también fui del Gaucho gracias a su influencia y también jugué siempre de extremo.

A usted no le gustaba que me la pasara en la calle por el temor a que me pasara algo pero pronto se dio cuenta de que nada se iba a atravesar entre la cancha y yo, así que tuvo que resignarse a permitirme jugar, siempre y cuando cumpliera con sus condiciones. Primero: terminar la tarea, barrer la casa y ayudarle a Doña Lupita, nuestra vecina, con sus mandados. No maltratar mucho la ropa, no pelearme y llegar temprano a la casa a cenar. Siempre cumplí con sus mandatos a excepción de la ropa, pero mamá, usted sabe que ya desde entonces no podía dar una bola por perdida y además, que me sentía orgulloso de los lindos parches que le ponía a mis pantalones cuando se rompían las costuras.

Cuando me fueron a buscar del club, usted se atravesó y habló conmigo. Otra vez, necesitaba su permiso y usted me indicó cómo ganarlo. Continuar con mis estudios, a la primera reprobada me sacaba del club, no pelearme y mantener siempre limpia la recámara.

Cuando me dijeron que me querían firmar y subir al primer equipo, lo de siempre. Seguir con los estudios, prohibido despilfarrar un centavo, nada de tomar o fumar, nada de mujeres y, un capricho de usted, usar el número 18 que papá siempre usó.

Cuando mataron a mi hermano Toño le dije que iba a salirme del equipo. No estaba jugando, ganaba dinero pero no el suficiente, era probable que me cortaran y no hay profesión tan veleidosa como la de futbolista. Usted me agarró de la cara, limpió mis lágrimas y me dijo que siguiera, que Toño era el más orgulloso de que yo estuviera en el club y él no hubiera querido que renunciara a mis sueños.

Cuando empecé a sumar minutos, usted me gritaba Ratita desde las gradas, agitando las manos y brincando de la emoción. Yo me hacía el desentendido hasta que mis compañeros se dieron cuenta que los gritos y las porras iban dirigidas a mí. Ahí murieron mis esperanzas de ser conocido por mi nombre o que, de perdido, me dijeran Rata. ¿Quién iba a pensar, mamá, que ese condenado apodo me iba a perseguir mejor que cualquier defensa contrario?

Usted ya era conocida por la afición. “Mira, mira… La mamá del Ratita”, decían y usted sonreía orgullosa mientras le contaba a todo aquél que estuviera dispuesto a escuchar el por qué de mi sobrenombre, además de todas las historias vergonzosas que se le ocurrieran en el momento. Mamá, si por alguna razón fui ganándome el cariño de toda la gente, usted tiene mucha culpa. Antes, era un chico más, un muchacho novato… con condiciones pero de endeble físico y mirada seria. Con sus anécdotas y con sus gritos, me fui convirtiendo en la Ratita del Gaucho, en el muchacho que simbolizaba la esperanza, que los sueños pueden materializarse. En el chico que las mamás querían para sus hijas y que los papás señalaban a sus hijos para inspirarlos y motivarlos.

¿Se acuerda de mi primer gol? Nunca fui de anotar muchos goles pero lo recuerdo perfecto porque usted bajó corriendo y yo quería brincarme para abrazarla, para llenarla de besos y llorar de felicidad juntos. Usted pegaba brinquitos de felicidad, todo mundo la abrazaba y mis hermanos gritaban de felicidad a su lado.

Usted me presentó a la Vivian, ¿recuerda? Una muchacha linda, noble, sonriente… Usted que me prohibió andar de noviero cuando empecé con el club, ahora venía a hacerla de Cupido. Pero bueno, quién podría conocerme mejor que usted, madre. La Vivian fue, es y será todo lo que yo quería y también por éso estoy en deuda con usted.

Innumerables pases para gol, campeonatos, convocatorias a la Selección, 2 Mundiales, viajes, recuerdos, lesiones… Cuando empecé con mis problemas de la rodilla, usted se quedaba conmigo y con la Vivian en el Hospital. Siempre con un Rosario entre las manos, pidiendo por mi salud, por mi recuperación, porque todo saliera bien.

Mamá, a usted le debo todo, desde antes de nacer. Si no fuera por usted, por sus cuidados, por sus rezos, por sus preocupaciones, por sus regaños e indicaciones, no sé qué sería de mí. Usted me hizo ser la persona que hoy soy.

Hoy dejo de ser futbolista, mamá. Hoy dejo de ser la Ratita del Gaucho para simplemente ser su Ratita, el de siempre. Me despido de toda esta gente, del estadio, de la cancha, de los colores de esta playera que jamás volveré a usar. De los entrenamientos, de los viajes, de las concentraciones, de las finales. Le digo adiós a mis compañeros, a la directiva, a la afición, a todos aquéllos que este hermoso deporte puso en mi camino.

Gracias, mamá, por acompañarme. Gracias al Cielo porque soy su hijo. Gracias a usted por ser mi madre.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Libros que leeré algún día (se actualizarán)

1. El amor es un perro que se tira por la ventana - Jordi Soler
2. Mil cretinos - Quim Monzó
3. La serie de Stieg Larsson
4. El cuento número 13 - Diane Setterfield
5. Las Piadosas - Federico Andahazi
6. Breakfast at Tiffany's - Capote
7. Ana Karenina - Tolstoi
8. El idiota - Dostoyevski
9. Gargantúa y Pantagruel - Francois Rabelais
10. La elegancia del erizo - Muriel Barbery
11. Cometas en el cielo - Khaled Hosseini
12. Incesto - Anais Nin
13. Diario íntimo de un guacarrocker - Armando Vega Gil
14. La vida nueva - Orhan Pamuk
15. Killing yourself to live - Chuck Klusterman
16. Trainspotting - Irvine Welsh
17. Mañana en la batalla piensa en mí - Javier Marías
18. Kitchen - Banana Yoshimoto
19. Cien años de soledad - García Márquez
20. Dios es redondo - Villoro
21. El buda de los suburbios - Hanif Kureishi
22. Lolita - Nabokov
23. La invención de la soledad - Paul Auster
24. Hace falta un muchacho - Arturo Cuyas
25. Los siete locos - Roberto Arlt
26. Los detectives salvajes
27. Gabriela clavo y canela - Jorge Amado
28. Residencia en la tierra - Neruda
29. Cuentos de invierno - Isak Dinesen
30. Dos horas de sol - José Agustín
31. La leona blanca - Henning Mankell
32. Los enamoramientos - Marías
33. Las almas muertas - Gogol
34. Compadre Lobo - Gustavo Sainz
35. La sangre devota - López Velarde
36. El padrino - Mario Puzo
37. El libro del desasosiego - Pessoa
38. La conjura de los necios - Kennedy O Toole
39. Absalón Absalón - Faulkner
40. El cielo protector
41. Pedro Páramo
42. Los demonios - Doderer
43. Biografía del poder - Krauze
44. Luz estéril - Iván Ríos Gascón
45. Obras completas - Dostoyevski
46. Las corrientes del espacio - Asimov
47. El caballero inexistente - Italo Calvino
48. Levi-Strauss o el nuevo festín de Esopo - Octavio Paz
49. El umbral de la noche - Stephen King
50. Auliya - Verónica Murguía
51. Triste, solitario y final - Osvaldo Soriano
52. La noche - Francisco Tario
53. Yo que he servido al rey de Inglaterra - Bohumil Hrabal
54. El otoño recorre las islas - José Carlos Becerra
55. Los 25 mejores cuentos negros y fantásticos - Jean Ray
56. Congreso de futorología - Stanislaw Lem
57. 36 toneladas - Iris García
58. Crimen y castigo - Tolstoi
59. Los de abajo - Mariano Azuela
60. From Hell - Alan Moore
61. El libro de la imaginación - Edmundo Valadés
62. Historias de cronopios y de famas - Cortázar
63. Barrabás - Par Lagerkvist
64. Los autonautas de la cosmopista - Cortázar
65. 2666 - Bolaño
66. La serie A song of ice and fire
67. Terra Nostra - Carlos Fuentes
68. La historia interminable - Michael Ende

69. Relatos I y II - John Cheever
70. Las partículas elementales de Houellebecq.
71. Tokio ya no nos quiere de Ray Loriga.
72. White Noise de Don DeLillo

miércoles, 3 de agosto de 2011

Cábalas del futbol: A Dios rogando...

A veces es difícil encontrarle una razón de ser a las cosas. A veces aunque uno haga su mejor esfuerzo, no salen como esperaba. Por más que estudies, entrenes, trabajes… éso no te garantiza nada. Claro, las probabilidades de que las cosas salgan bien aumentan pero vivimos en un mundo regido por el azar. Al menos así nos lo han explicado los hombres de ciencia. En este Universo todo está basado en un accidente tras otro. No hay explicaciones mitológicas, no hay maneras de alterar el destino aparte del esfuerzo y la dedicación.

Sin embargo, hay gente que quiere ver más allá. Hay gente que forzosamente necesita una explicación sobrenatural para sentir suelo firme. Hay gente que necesita creer que algún pequeño detalle altera de manera definitiva el desenlace de cualquier cuestión. Sin importar qué tan estúpido pueda ser el detalle y/o la cuestión.

En el ambiente del futbol todos conocemos algunas de las famosas “cábalas”. Si el jugador es cristiano, indudablemente a la hora de entrar al campo se arrodilla, toca el pasto y se persigna. El observador cuidadoso se percata de que rara vez uno de estos futbolistas pisa de entrada el campo con otro pie que no sea el derecho.

Hay delanteros que no tiran durante el entrenamiento “para no gastar los goles”. Si anotó en el partido anterior, repite uniforme sin haberlo lavado… tal vez traiga la esencia de la suerte. Hay arqueros que orinan (o besan) los postes antes de una serie de penaltis. Cuántos no llevan debajo de la playera una camiseta con un mensaje religioso o a la familia, con la esperanza de poder develarlo en el transcurso del partido.

Hay algunos jugadores que prefieren ser lo primeros en llegar al estadio. Hay otros que esperan hasta el último momento para ingresar al campo, segundos antes de que suene el silbato.

Pablo era uno de ésos. Creció en el seno de una familia profundamente católica. Sus hermanos y él estuvieron impuestos al rezo del Rosario todos los días. Los domingos de Misa eran ineludibles, sin importar que el Clásico lo transmitieran a la misma hora. Ese fin de semana en particular era dificilísimo para Pablo y para todos los hinchas obligados a asistir por sus mujeres.

Cuando a uno lo forman de tal manera, pasan dos cosas: uno se rebela o no lo hace. Pablo optó por la segunda y se abandonó completamente en manos de Dios. Todo lo que le llegaba a pasar formaba parte de Su Plan. No es difícil imaginar entonces que este razonamiento lo aplicara dentro de ese rectángulo verde.
De grandes aptitudes, rápido fue scouteado por el club local e incorporado al plantel. Sin embargo, el consenso respecto a Pablo siempre era el mismo: “El muchacho tiene gol en las venas, respira futbol… pero sus malditas cábalas.”

Siempre antes del partido rezaba el Rosario. No importaba si no anotaba gol: era una obligación. Si perdían el encuentro, soltaba en voz apenas audible: “Por eso decía que fuéramos a Misa todos…”, ganándose la antipatía de sus compañeros. Traía colgando 5 escapularios en cada muñeca, otros 5 en cada tobillo. Su cuerpo lo había llenado progresivamente de tatuajes con referencias religiosas. Una cruz, el Sagrado Corazón, una Virgen, versículos de la Biblia… En el vestidor encendía un Cirio Pascual enorme para que rindiera los 90 minutos del encuentro. Tenía su botellita de agua, aceite y sales bendecidas. No podía saltar tranquilo al campo de juego antes de conminar a sus compañeros a santiguarse y orar.

Sin embargo, lo malo de encomendarte por entero a factores externos es que lo interno deja de importar.

¿Para qué corro con más empeño? Si Dios quiere que llegue a ese balón, Él me pondrá ahí… O mejor aún, el balón llegará a donde yo esté.

¿Para qué intento una jugada diferente, un recorte, una gambeta, una pantalla, una finta? Todo éso es para lucimiento personal. Mis goles son una ofrenda para Dios, Él no me pide nada más. Si Él quiere que anote, anotaré.

Todo bien mientras las anotaciones y los triunfos llegaban. Siendo el sostén de su casa, le daba gracias a Dios por las enormes bendiciones.

Llegó una “mala racha”, como pasa en la vida, y los goles cesaron. El equipo empezó a perder y Pablo no anotaba. Los abucheos comenzaron a escucharse cada que tocaba la pelota. Nuestro héroe, sintiéndose un Job postmoderno, miraba con mansedumbre a las gradas y se ofrecía como cordero dispuesto a ser inmolado.

El entrenador y el dueño hablaron con él. Era hora de que anotara, no podían mantenerlo en el equipo si no anotaba goles, ésa era su función, para éso le pagaban. Pablo asentía con calma y serenidad. “Señores, yo sólo quiero que se cumpla la voluntad del Señor. Los goles llegarán si Él así lo quiere.” Ambos lo miraron incrédulos, con la certeza de estar tratando con un loco.

Lo mandaron a la banca. El sonido local lo nombró y el estadio retumbó en abucheos. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, pensó para sus adentros nuestro atolondrado Pablo. Inmune a los gritos e insultos, comenzó a rezar para sus adentros, completamente despreocupado del encuentro.

En ésas se hallaba cuando de repente sintió un fuerte golpe en la cara y se fue de espaldas. Todo se volvió oscuridad, los sonidos del estadio se apagaron. Vio una luz y Pablo, en éxtasis, intentó correr hacia esa luz divina para encontrarse con su Creador.

-“PABLO”, retumbó una voz. -“¡Sí, Padre, he aquí tu siervo que escucha!”
“TE LO VOY A DECIR UNA SOLA VEZ: TENGO COSAS MÁS IMPORTANTES QUE HACER QUE INMISCUIRME EN UN PARTIDO DE FUTBOL. ES HORA DE QUE TE DES CUENTA QUE YO ESTOY PARA TI EN TODO MOMENTO, ERES MI HIJO Y TE AMO… PERO LO QUE TÚ HAGAS O DEJES DE HACER ES IMPORTANTÍSIMO. COMO TE CONOZCO Y SÉ QUE SOLAMENTE SI LO OÍAS DE MI BOCA HARÍAS CASO, TREMENDO CABEZÓN. HÉME AQUÍ. AHORA SAL Y ESFUÉRZATE.”

De repente, regresó al mundo de los vivos, habiendo recibido tremendo cubetazo de agua helada. “Órale, Cristito, ya te nos andabas yendo.”“¿Pues qué me pasó?”“Pues nada, tremendo balonazo que te metieron entre ceja y ceja y te partiste la madre al caerte.”
Pablo se sentó lentamente. Se quitó todo escapulario, la medalla religiosa que le había regalado su madre para su Primera Comunión la guardó en su maletín y esperó. Cuando el entrenador lo llamó para que entrara al campo de juego, Pablo dio el partido de su vida.

martes, 26 de julio de 2011

Mario Balotelli: El futbol es cosa seria

Pobre de aquél que se atreve a romper los cánones. Merece ser repudiado e insultado por todo el mundo. ¡Mira que intentar una jugada así, Balotelli! ¿Qué necesidad tenías? Es una falta de respeto hacia el equipo contrario, hacia tus compañeros de equipo, hacia tu técnico y hacia la afición. Todavía más, es una falta de respeto al fútbol.

¿Que era un partido amistoso? Claro, éso ya lo sé. ¿Acaso tienes una idea de cuánto dinero están ganando con esta gira por Estados Unidos? No creo que al equipo lo vuelvan a invitar, menos con este petulante futbolista. Fue una tremenda falta de respeto a la ciudad de Los Ángeles que los recibió con los brazos abiertos.

¿No era más fácil tirar a puerta? Este juego se gana con goles. Da lo mismo marcarlos con la cabeza, con los pies, con la espalda, con el vientre, con lo que sea. Mientras el marcador cambie, un delantero es eficiente y rentable.

Me dices ahora que es un jugador con muchos problemas psicológicos. Sí, yo sé que a los 3 años una familia italiana le dio alojo porque sus padres biológicos no podían mantenerlo. Sí, sé que ésos mismos padres que lo entregaron a servicios sociales y desaparecieron, reaparecieron en su vida cuando ya estaba despuntando como futbolista profesional. Sé que a pesar de que él siempre proclamó su deseo de jugar para Italia y no para Ghana, sus compatriotas le gritan que “no hay italianos negros”. Sé que la temporada pasada lo amonestaron 11 veces y fue expulsado en 2 ocasiones… en su temporada debut en la Premier League.

¿Qué importa todo eso? Es un futbolista profesional: los problemas personales se deben quedar fuera de la cancha y tiene que rendir al máximo dentro de ella. En el Manchester City le pagan para que anote goles, para que el equipo gane.

Es un sinvergüenza. Es totalmente justificable la reacción global de los aficionados al futbol. Un jugador así no merece recibir nuestra admiración. Un jugador así debe ser relegado, escondido, sin llamar la atención y evitar que sea una mala influencia para todos aquéllos que practican el futbol. No quiero ni pensar que los niños el día de mañana quieran definir de esa manera en los parques. ¿Por qué imitarlo?

¿Para qué sirve atreverse? ¿Para qué disfrutar en este negocio? El fútbol no es algo que se deba tomar a la ligera, es algo sumamente importante.

¿Que qué diría si hubiera anotado gol así?

No quiero responder tu pregunta.