jueves, 23 de marzo de 2017

Messi

Me encuentro escribiendo ésto desde Buenos Aires, Argentina. El destino azaroso me tiene aquí en este tiempo y coincide con un partido de Argentina clasificatorio para la Copa del Mundo 2018. Pagué 250 dólares por una entrada. A Leo lo tenía que ver sí o sí.

Estaba sentado junto al guía turístico francés (Mathieu) y charlábamos sobre futbol en general. Él me contó que nunca había ido al estadio Monumental y que jamás había ido visto a Messi. Éso era lo que más le emocionaba. El resto del grupo (un chino, dos chilenos, cuatro argentinos y un estadounidense) asintió y revalidó lo dicho. Todos íbamos para ver a la Argentina pero también para rendirle pleitesía a ese chaparro endemoniado.

No me salen las palabras porque creo que todo lo que se pudiera decir sobre Leo, ya está escrito: es un genio, es talentosísimo, es un perro, tiene una visión de campo espectacular, es un líder, es autista, es infantil, es argentino, es un crack, es un buen pibe, es un pechofrío, es sencillo, es modesto, es amable, es tímido, es reservado, es rosarino, es el mejor jugador de futbol que ha existido.

Sí, creo que es el mejor jugador de futbol que ha existido. No sé si el que existirá. Dudo que surja alguien mejor que él así como lo dudaron los admiradores de Di Stéfano, Pelé, Cruyff y Maradona en su momento. Tal vez sí. Ojalá que sí haya alguien mejor que él para que siga emocionándome como niño con este deporte tan lindo.

Fue un mal juego. Argentina jugó horrible. Chile mereció ganar. Hubo un penal mal marcado, un gol mal anulado y pocos tiros a gol. Leo no jugó bien y, por ende, Argentina no jugó bien. Es irrelevante. 

Habrá algunos afortunados que verán en vivo sus mejores goles. Habrá quien esté en un estadio cuando le toque festejar algún campeonato. A mí me tocó un partido irrelevante donde se practicó un futbol prácticamente impresentable. Me da igual.

Me considero afortunado porque lo vi en vivo, de lejecitos y canté un gol suyo y ya se lo podré contar a mis nietos.

martes, 7 de marzo de 2017

Me prometí ya no escribirte

Han pasado ya meses desde la última vez que hablamos. Ha pasado todavía más desde la última vez que te vi y creo que probablemente ya no te veré. ¿Pensarás en mí ocasionalmente? ¿Extrañarás mi cuerpo al lado del tuyo cuando cierras los ojos? ¿Alguien más te habrá hecho reír como yo lo hacía? Teorizo que le dirías a todo el mundo que no pero que tal vez en algunos momentos sí, aunque ni estés dispuesta a reconocértelo a ti misma. Es irrelevante. 

Creo es la primera vez que algo en mi vida ocurre así. Tan decidido. Tan final. Ahora sí entendí. 

Me dijiste cómo eras. Entre lágrimas y besos y súplicas, entonces. Que no me fuera -y no hablabas de distancia-. Que me quedara. Que me ibas a tener que superar y olvidar y que podías hacerlo pero no querías. 

Rompí mis promesas. Me fallé y te fallé. No hago planes estúpidos ni concibo esperanzas vanas: sé que ésto ya fue. 

No voy a escribirte diciéndote lo que seguramente ya sabes: que te amé, que te amo, que me haces falta, que con nadie me reí como contigo, que extraño estar contigo todo el tiempo y que ojalá pudieras burlarte de mí en mi carota hasta el día que me muera. Todo éso ya lo sabes y sé que lo sabes. Es irrelevante, igual.

No quiero perturbar tu calma. Sé que estás bien. Sé que estás mejor que antes. Por fin entiendo. Quiero que seas muy feliz. Quiero que hagas feliz a todos los que te rodean. Quiero que brilles y que seas famosa, ejemplar, un modelo. Quiero que seas como siempre fuiste. Quiero que contagies a todos con tu buena vibra, con tu alegría, con tu ética de trabajo y tu manera de ser. Quiero que encuentres a alguien que te haga muy feliz, infinitamente feliz, que te llene de amor y de alegría y de esperanza y que jamás te haga daño. Quiero que ese alguien te trate como mereces ser tratada. Quiero que vivas feliz y plena como tú quieres vivir.

Por mi parte, sólo te puedo decir que envidiaré con toda la envidia de la mala que soy capaz a esa persona que estará contigo y que disfrutará de tu presencia porque, si hubiera hecho las cosas diferentes, esa persona sería yo.