domingo, 15 de noviembre de 2015

Si hubiera.

Todos los días se presentan miles de posibilidades que determinan qué es lo que nos sucede. La enorme mayoría de las decisiones ni siquiera las tomamos desde un punto de vista consciente, solamente dejamos y permitimos que ocurran de cierta manera. Anoche me desvelé leyendo la entrada en Wikipedia sobre Phil Heath y Kai Green, dos fisicoculturistas estadounidenses que sostienen una férrea rivalidad en la competición de Mister Olympia porque antes vi el documental "Generation Iron" desde la comodidad de mi cama mientras intermitentemente revisaba mi timeline en Twitter. Hoy me desperté tarde por ello. Me desperté porque mi vejiga estaba llena porque no fui a orinar antes de dormir y me zampé un vaso de Coca-Cola con hielos antes de dormir. También me gruñía el estómago porque en la madrugada sentí hambre pero no sabía qué comer y no quise salir a comprar unas papitas porque ya era tarde, hacía frío y estaba lloviendo.

Bajé a la cocina y no había nadie en la casa. Por un lado, ello era bueno porque pude dormir hasta la hora que quise. Por otro, era malo porque pude dormir hasta la hora que quise y ya eran casi las 2 pm y se me estaba yendo el día y la vida sin hacer nada. Bajé a la cocina, pues, y me di cuenta que había barbacoa fría pero no había ya refrescos así que primero que nada fui a comprarlos. Al regresar calenté la carne para desayunar-comer; no calenté tortillas porque tenía hambre pero más flojera.

Decidí subir a mi cuarto porque la televisión de la sala estaba ocupada por mi hermana, su esposo y su pequeña bebé. En mi cuarto hacía frío así que elegí tomar una cobija mas sin encender la calefacción porque a) gasta mucha energía y b) tiene un tiempo indeterminado sin funcionar el aparato.

A partir de ahí ya no decidí. Solamente estuve acostado, bajando periódicamente para jugar con la bebé y para servirme más refresco. La desidia, pereza o la apatía me eligieron a mí y no hice nada. No salí de mi casa. No hice nada de "provecho". No sostuve alguna conversación edificante o constructiva. Permití que el día se me fuera en nada y tampoco es que sienta un arrepentimiento muy profundo porque nadie me dijo nada. Nadie me regañó o me llamó la atención o me dijo que estoy desperdiciando mi vida, mi potencial, mis talentos y mi tiempo. Si nadie te dice nada, no tienes por qué enfrentarlo.

Y yo sé que no tomar decisión alguna es decidir un camino también. Permitir que la vida suceda sin plantarle cara es decidir esconderse y no se vale quejarse de lo que sucede por nuestra inactividad.

El problema no es el durante. Las cosas pasan y uno puede dejarse llevar por la inercia de las cosas sin recapacitarlo. Hoy pasó, mañana no... hasta que pasa otro día y otro día y otro día y ya no se puede romper el vicio y ya no se puede reparar lo roto y todo se pierde. Pero mientras pasa, mientras nadie te obliga a confrontarlo, no tienes por qué pensarlo y toda posibilidad es válida. El problema no es entonces. El problema llega después, cuando las consecuencias llegan y uno tiene que explicarse por qué hizo las cosas así, por qué no de otra manera. Si hubiera sido asertivo, si hubiera decidido un camino diferente, si hubiera hablado antes, si hubiera dicho las cosas con más convicción, si no hubiera dicho aquéllo, si hubiera sido honesto, si hubiera dicho que estaba viendo al mismo monstruo de siempre y que no sabía cómo enfrentarlo, que me estaba comiendo las entrañas y no tenía con quién hablarlo porque nadie quiere asustar a los demás, nadie quiere decir que se quiere morir, nadie quiere decir que la vida y las fuerzas y la motivación se le están yendo porque entonces te miran como loco, o peor, te miran como queriendo decirte "pobrecito". Uno ya siente suficiente lástima y tristeza por sí mismo como para agregarle la tristeza y lástima de los demás. O peor aún, nadie siente nada, nadie entiende, todo está bien, tienes gente que te quiere, tienes salud, no tienes por qué estar triste, no tienes por qué estar deprimido, el problema es que no valoras lo que tienes y nunca has sufrido carencias, no sabes lo afortunado que eres, deberías dar gracias antes que quejarte, si todo es tan sencillo: sal, conoce gente, sonríe, tu actitud determina lo que consigues y las respuestas que generas en los demás, la felicidad está en ti mismo, es un camino y no una meta, sonríe, sonríe, sonríe, la gente te quiere y no importa que uno se ahogue en su soledad y que no puedas hablar y que prefieras no hablar y que todo sea tan amargo, tan oscuro, tan tonto y patético porque sabes que no deberías estar triste, no existe motivo racional alguno para estarlo y es vergonzoso que lo estés pero lo estás y no sabes ni cómo decirlo entonces mejor no lo dices.

El problema es ahora cuando todos los hubieras no importan, son irrelevantes pero no dejas de pensar en ellos, en todo lo que pudo haber sido y no es. Hay mil caminos posibles a priori pero qué chingados importa si en este universo, en esta vida, solamente conocemos uno y es el que caminamos, el que elegimos y nos elige. No queda otra que tratar de sonreír, mirar el gran plato de caca que tenemos enfrente y empezar a comer.