lunes, 7 de mayo de 2018

No puedo bailar

Me declaro incompatible para realizar esa actividad que todos parecen realizar sin problemas. Es fuente de estrés y de conflictos internos que ya me resigné a jamás solucionar. No es algo nuevo.

Estaba en mi graduación de secundaria y fui con una chava que claramente no quería estar ahí conmigo porque se la pasó hablando con otro toda la noche. Estábamos en la pista y la música sonaba -música que no me gustaba, aparte- y a mi alrededor todos se movían al compás de la misma. Yo permanecía estático mientras todos giraban. Mis pies como de cemento y mi corazón escapando de mi pecho y mi cabeza vuelta un caos. No pude. Me fui y ella se quedó ahí.

Corte a mi primer novia. Fiesta de Halloween. Primero que nada, apestaba a catsup porque se me ocurrió disfrazarme de cirujano y tuve la poco inteligente idea de usar el condimento como sanguínea decoración. No fue uno de mis momentos más brillantes. Ella bailaba y me decía entre risas que moviera los pies. Sentía las miradas de todos encima. Intentaba e intentaba pero mis pies no respondían o respondían torpemente. Como los pies de alguien que se echó medio litro de catsup encima. Poco después ella me cortó. No estuvo asociado al baile pero supongo que en algo pudo haber contribuido.

Desde entonces he tenido ese problema con todas las chavas con las que he salido y andado. Unas han intentado pacientemente explicarme y ayudarme y se ríen cuando se dan cuenta que no puedo, que todo esfuerzo es vano. Otras se han desesperado y me presionan y me gritan y me obligan a estar parado justo donde no quiero estar. Piensan que qué me cuesta, que todos pueden, que qué apretado y que qué poca importancia le doy a hacer un esfuerzo por ayudarlas a que la pasen bien. Y es que ellas en general disfrutan bailar. Brincan, giran, se contonean y ríen. Les resulta natural lo que para mí es extraño y forzado. Jamás empataremos pero me gusta verlas bailando. Y me gustan ellas así que no le veo fin al conflicto. Me sigue pasando. No creo deje de pasar.

Puedo escucharlas y platicarles cosas y hacerlas reír y hacerlas gemir y cantar y que les brillen los ojos pero neta, no puedo bailar con ellas y lo único que pienso es que, si un día me caso, no quiero bailar donde todos puedan verme sufriendo.