jueves, 21 de octubre de 2010

Un caballero aburrido.



Definitivamente la gente que es aburrida batalla para ganarse un lugar en nuestra memoria.

Por ejemplo, Zinedine Zidane pasó toda su carrera repartiendo fantasías a diestra y siniestra. Un golazo por aquí, una ruleta por allá. Quedó campeón del mundo, y aún así creo que hasta antes del cabezazo a Materazzi pocos se hubieran atrevido a colocarlo al mismo nivel de Pelé, Maradona y algún otro genio. Todavía DESPUÉS del cabezazo que nos mostró a "Zizou" como un ser humano temperamental, hay muchos que no se atreven a colocarlo ahí.

Aquéllos que se ganan un lugar en nuestra memoria colectiva son los extravagantes, los excéntricos, los que "tienen personalidad", carácter, huevos. Antonio Mohamed y sus Toros Neza multicolores, Paul Gascoigne y sus portadas de tabloide (todavía... pobre Gazza), vamos, hasta los troncazos que han pasado por el futbol mexicano como Gerardo Rabajda con su pelo largo largo y calva amplia amplia es recordado. No hablemos del "Cuchillo" Herrera, el "Picas" Becerril, el "Coreano" Rivera.

Los tibios, los que no se atreven, los pasivos parece que quieren reservar su pasaje al olvido. Para los observadores casuales, su intrascendencia dentro de una cancha nos da la certidumbre de que deben ser igual de intrascendentes fuera de la misma. ¿Por qué pensar lo contrario?

Y sin embargo, emitir juicios sin fundamentos es algo demasiado sencillo, barato e injusto. Que todos lo hagamos no lo justifica.

A veces se nos olvida que las personas que vemos en los periódicos, en las televisiones, de los que leemos nota tras nota, son seres humanos con familias, con esperanzas, con frustraciones, tristezas, miedos, vida.

Definitivamente mi fanaticismo dentro de las canchas (y tal vez fuera también) está reservada para los rebeldes, los autodestructivos, los poetas de las canchas y de la vida. Si pudiera partirme en dos, mi yo preferido se parecería más a George Best que a Raúl.

Pero creo que el secreto de la felicidad, si es que existe alguno, es buscar parecerse más a Victor Manuel Vucetich tirándole a ser aburrido, pero honorable, honesto, trabajador, humilde, sencillo, modesto, respetuoso. Un hombre que antepone a su familia y a su entorno que la posibilidad (aunque sea remota) de la gloria.

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