martes, 14 de junio de 2011

El tipo sin talento

¿Cómo se llega a la conclusión de quién es talentoso? Dejemos de lado lo desatinado de no aclarar desde el principio en qué área existiría dicho talento; lo importante aquí es aclarar quien demonios reparte esos juicios.

En el futbol se puede hablar de jugadores talentosos y, generalmente, el nombre mencionado dependerá del juez calificador. Además, la validez de su juicio dependerá de la importancia que el pueblo le otorgue a dicho juez. No es lo mismo que Pelé o Johann Cruyff hablen maravillas de Lionel Messi, a que lo hiciera mi vecino Pepe que es contador. Entonces partimos de que, como dice el antiguo proverbio, la belleza está en la mirada del espectador.

Hay aquellos que ven el talento como la capacidad de invención, de hallar espacios en donde los demás solo ven cuerpos moviéndose sin orden aparente.

Otros dirán que es quien tiene la mejor técnica para golpear el balón. Aquél que, a pelota parada o en movimiento, “donde pone el ojo pone la bala”/el balón.

Algún romántico cantará glorias sobre la capacidad de regate, de conducción, de engaño de aquél. El talento como la capacidad de un hombre de mentir convincentemente, sin importar si obtiene o no algo de provecho.

Independientemente de lo subjetivo del tema, es bastante fácil juzgar. Todos tenemos una opinión y solamente estamos esperando que alguien nos preste atención el suficiente tiempo para pregonarle nuestra verdad. A veces ni siquiera es nuestra verdad sino la verdad que le hemos escuchado al comentarista de moda, al más respetado, o cuando suficientes personas lo dicen: tiene que ser verdad.

Imagina ahora que eres un jugador de futbol profesional. Así te vieron que a los 7 años te dijeron en el club: “vas de portero”. Claro, se necesita talento ahí pero de otra calidad. A los 11 años un visionario te dice: “vas de delantero” y anotas goles por montones. El futuro parece promisorio. A los 18 años debutas en primera en tu equipo y anotas un gol el primer año. La gente te abuchea, te califica de jugador torpe. Otro año y un gol más. Desciende tu equipo y juegas 3 partidos (como suplente). Un entrenador te dice que sólo sirves para cortar el pasto. Después, un entrenador diferente tiene confianza en ti y explotas. Sigues siendo torpe fuera del área pero dentro de ella, sin falsa modestia, no hay otro como tú. Escribes tu historia.

Ser un goleador requiere talento, sin duda, pero son tipos raros. Uno dudaría de calificarlos como talentosos per se porque no necesariamente esa frialdad asesina, esa metodología de la destrucción rival va acompañada de talento. No disfrutan necesariamente del juego de conjunto, solamente esperan la oportunidad para cazar un gol. No contribuyen gran cosa en labores defensivas; funcionan bien en su zona de confort a la ofensiva. Pueden definir de variadísimas maneras bordando en lo genial en ocasiones, pero puede que el pase más fácil lo fallen. O que en un partido fallen 3 penales.

Pocas veces un jugador tan carente de talento (al menos para muchas personas) consiguió tantos logros como ese loco que está a punto del retiro: Martín Palermo, El Optimista del Gol. Hasta pronto, Martín. No sé tus acérrimos críticos pero creo que con tu corazón, tu esfuerzo y tu talento en ese rectángulo verde, enamoraste a muchos amantes del fulbo.

“¿Vos querés buscarle la explicación a Martín Palermo? No se la busqués. Ni por la estadística, ni por los goles, ni por la técnica, ni por todo lo que evolucionó como jugador. Buscásela en la mente y en el alma, buscásela en el corazón, buscásela en la familia.”

“El Profe” Daniel Córdoba, el entrenador en Estudiantes que le tuvo confianza cuando nadie más se la tuvo.

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