lunes, 16 de mayo de 2011

Abogado del diablo

Cuando se desata alguna controversia, soy muy contreras. Es parte de mi proceso mental el intentar empatizar con los diferentes puntos de vista, argumentar a favor y en contra de cada uno de ellos y al final, si no justificar, al menos entender el por qué de las cosas.

No soy jugador de futbol y por éso creo que para todos aquéllos que vivimos ajenos a esa subcultura, es difícil entender algunas cosas. El futbol tradicionalmente ha sido un juego de hombres, un tanto primitivo. Como toda competición deportiva, es interesante analizarlo desde un punto de vista sociológico como un "escape" a las tensiones, a la competitividad, a la violencia que se asocian con el género. Ojo, tanto para el deportista como para el aficionado. Un espectador imparcial que se asome en las gradas podrá reconocer al tímido profesor de Filosofía de la Universidad, al oficinista asalariado de 9 a 5, al padre de familia, al doctor, al ingeniero, al abogado, al albañil... y percatarse de la transformación que, generalmente, el sujeto en cuestión sufre durante un periodo de 2 horas.

Ahora bien, si se entiende (aunque no se justifique) esta transformación y se explica como "parte del juego", ¿por qué no podemos entender que la violencia se desborde dentro de la cancha de juego? De nuevo, generalizo pero solo por explicar el punto: los 22 hombres que dentro de ese rectángulo verde persiguen un balón, probablemente encajarían en el tipo A de personalidad. Son hombres que quieren demostrar su valía ante las masas, ser reconocidos, que necesitan de la aprobación de los demás, que constantemente buscan y anhelan la competición, sumamente orgullosos, agresivos, et al.

Vamos pues, son "machos alfa" encerrados en una cancha con reglas impuestas por la gente "de pantalón largo." Se necesita un poco de ese tipo de personalidad para brillar en el juego. De nuevo, generalizo solo para ilustrar un punto, estoy bastante consciente de que hay muchos futbolistas que no encajan con el estereotipo que presento.

En una situación crítica, donde la frustración está al tope y las reacciones se pueden volver exageradas, pasa lo que ayer en el encuentro entre Cruz Azul y Morelia. La desesperación prácticamente anula el proceso racional y se convierte en una situación instintiva donde la violencia se desborda.

No quiero justificar la violencia dentro de las canchas, siempre va a ser algo deleznable. Sin embargo, entiendo la violencia (hasta cierto punto) como parte del juego, un ingrediente más. Las reacciones del Chaco Giménez y Corona fueron desproporcionadas... pero entendiendo al equipo como tribu, ¿no quisiera el lector que alguno de sus integrantes defendiera al conjunto ante el ataque enemigo violento hacia los suyos?

Los jugadores perdieron la cabeza y los castigos son justificados. Ahora sí que como leí en la mañana "les salió el barrio". Estas rencillas son comunes en partidos amateurs, claro, uno espera más de profesionales pero recordemos que todos ellos nacieron fuera de la cancha.

Ahora bien... No creo que Corona se merezca anular su convocatoria a la Copa Oro. Ya se tomó la decisión y no hay vuelta de hoja, pero creo que 1. Su desempeño es claramente superior al del resto de los arqueros en México y 2. Es una situación extracancha que no influye. No se trata de perdonar y juzgar con diferente vara, sino de entender que son situaciones ajenas.

Como futbolista, Corona ha demostrado ser el mejor portero en México actualmente. Es el de las actuaciones más regulares, es líder, y (obvio) tiene carácter además de talento. Como persona podrá ser muchas cosas, pero para bien o para mal, en el futbol esas cualidades no participan de manera indispensable.

Dirán algunos idealistas "es que los niños, qué ejemplo les están dando..." Yo opino que los valores, los principios, la educación se imparten en la casa y en menor medida, en la escuela. A final de cuentas uno tiene que hacerse responsable de sus propios actos y no achacárselos a alguien simplemente porque "vio que él lo hizo". Es ENTENDIBLE pero no JUSTIFICABLE.

Sin embargo, en nuestro futbol y en nuestro país siempre tenemos que encontrar un chivo expiatorio, y en esta situación ya quedó claro que Corona pagará los platos rotos en el juicio público. Por tonto, por impulsivo, por violento, por precipitado, por defender a sus compañeros... en fin, por ser hombre.

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