viernes, 24 de noviembre de 2017

Letilio

Mi abuela era mi todo. Ella me crió, me consintió y empezó ese ciclo terrible de mujeres que me consintieron de más durante mi infancia. 

Tendría creo alrededor de 2 o 3 años. Mis papás se la pasaban trabajando y todo el tiempo estaba en casa de mis abuelos. Un día fuimos a conocida juguetería regiomontana ("el Paraíso del Juguete...") porque, como ya lo dije, a ella le encantaba chiflarme. Ella me preguntó qué juguete quería y yo le dije que quería a "Letilio"

Mi abuelita abordó al dependiente preguntándole por ese muñeco, sin saber si existía o era invento mío o qué. El muchacho la miró confundido y no supo qué decirle. Ésto desencadenó una serie de consultas y preguntas y revisiones de inventario porque en aquél entonces no existía Google. Aparentemente todo este proceso duró horas en las cuales varios hombres adultos me preguntaron que qué monito quería y yo les dije a todos que quería a Letilio.

Mi abuelita perseveró y al final encontramos a Letilio. Me gustaban los Thundercats pero no sé por qué no me gustaban los Thundercats sino Reptilio: el mono más feo de todas las caricaturas ochenteras. Esa era mi obsesión. 

Ella me lo compró y me lo regaló a escondidas de mamá. Toda esta historia me la sé porque mi abuelita se la contó a carcajadas a toda mi familia y todavía es fuente de burlas. Sigo sin saber por qué quería a Letilio. Sí sé que todavía extraño a mi abuelita con toda mi alma.

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