Él la conoció en un hospital. Ella venía de España a México porque algo ha de tener roto por dentro. ¿Por qué otro motivo alguien vendría a México voluntariamente?
La tercera noche aquí salí a fumar un cigarrillo y lo escuché hablando por teléfono con ella. "Te quiero", le dijo antes de desearle buenas noches y despedirse. Luego colgó y me dijo que estaba loca, que ella dudaba de él y que tenía que decírselo. Lo dijo de esa manera que tenemos los hombres para evitar que se note que sentimos y que nos enamoramos y que nos quebramos. Supongo.
Ella estaba de vacaciones y vino a visitarlo. Se estuvo quedando en un hotel en la plaza central del pueblo y las mañanas, tardes y noches las pasaba aquí con él. Definitivamente estaba loca.
Se besaban a escondidas. Ella acariciaba su espalda con ternura. Él recostaba su cabeza en su regazo. Me resulta lindo ver a dos personas que se quieren. Me provoca envidia también pero generalmente me da más alegría que otra cosa.
Hoy se fue ella. Se despidieron anoche y hoy nuevamente lo hicieron. Ella regresó a Monterrey para posteriormente viajar por el país y después regresar a su hogar. Me lo contó él de esa manera desapegada que tenemos los hombres para minimizar las cosas que nos duelen y nos rompen. "¿Volverás a verla?" "Nah". Encendimos un cigarrillo y caminamos rumbo al hospital sin decir otra cosa en el trayecto.
Así se acaban las cosas. No es metáfora, es vida.
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