miércoles, 2 de enero de 2013

El Perdón

Somos rencorosos, a pesar de lo que queramos pensar de nosotros mismos. Es difícil librarnos del deseo de revancha, de justicia, de sentarnos a la mesa a disfrutar de un frío plato de venganza. Tan fácil y tan cómodo que es justificar nuestros errores con un "Eres humano", como si al ser generalizado un defecto fuera comprensible y hasta loable. 

Le guardamos rencor a los que nos lastiman consciente e inconscientemente, a los que avanzan más rápido y más lejos que nosotros, a los que poseen lo que nosotros 'merecemos', a los que todo les sale bien, a los que hieren a los que amamos, a los egoístas, a los soberbios, a los ricos, a los locos, a los tontos, a los criminales, a los que hacen la guerra, a los políticos y a una larga lista de etcéteras. Más que a ningún otro, le guardamos rencor a la primera persona del singular: al Yo.

Estamos tan acostumbrados a los reclamos y a las exigencias que los incorporamos a nuestros procesos mentales hasta que la autoinmolación forma parte de nuestro día a día. Debí haber hecho más, debo hacer más, deberé hacer más. Los por qués ya no son tan importantes y, si acaso surgen, son simplistas: para tener más, porque así debe de ser, porque así es la vida, porque es lo que se espera de mí. Qué facilidad tenemos para abandonarnos al yugo de la vida. Qué prontos a "disfrutar" de las mortificaciones y los cilicios mentales. 

No sé, tal vez generalizo en  un intento de sentirme "parte de", de aspirar a la muchedumbre para no sentirme solo en ésto. Sin embargo, no creo ser el único que pasa largos ratos analizando lo que pude haber sido, lo que pude haber hecho, lo que debí haber dicho para que las cosas fueran diferentes, tal vez mejores. Pensar en los errores cometidos, en los aciertos perdidos, en las oportunidades desaprovechadas y en el tiempo que se esfumó. Pensar en los daños y en las heridas y en las sombras y en las lágrimas y en las noches en vela y en todo éso que me hizo daño pero lastimó a otros. 

¿Éso me hace mejor persona o es consecuencia de los errores? ¿Soy el único egoísta? ¿Se puede ser mejor? ¿Qué es ser mejor? ¿Ser más funcional, más agradable a los demás, más productivo? ¿Ser feliz? ¿Qué es ser feliz? ¿Lo he sido? ¿No lo soy ahora o es ésto sólo tranquilidad/paz/confort? ¿Son preguntas estúpidas porque sé que la respuesta no está afuera pero no puedo evitar formularlas?

No puedo evitar pensar que ésto tiene tintes de patetismo, que si lo leyera de alguien más tal vez sentiría algo de náuseas y de asco. Francamente espero que no sea así pero, si lo fuera, no tengo otras palabras en mí ahorita. Me brotan, me sangran, las eyaculo, vomito y lloro. Son naturales, no impostadas. Perdón.

A pesar de lo rencorosos que somos/soy, entiendo algo: siempre será más difícil perdonarme porque sé por qué me equivoco y porque la debilidad es odiosa, hasta repugnante. Se puede (¿y se debe?) comprender y empatizar con los demás pero es muy difícil engañarse a uno mismo. Tal vez debo aprender a mentirme mejor.


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