miércoles, 6 de julio de 2011

La pureza como bandera

2 de octubre del 2005. La Selección Nacional de México, en su modalidad sub-17, se encuentra disputando la Final del Mundial de la categoría contra su “similar” de Brasil. Jamás había visto éso y dudaba muchísimo de verlo en algún momento. Y ahí estaban, para sorpresa de un país entero, los casi niños mexicanos: sonrientes, desafiantes, despreocupados, llenos de coraje y hambre de ser.

Para el que ahora escribe, más sorprendente que el hecho de que la Selección Mexicana se encontrara en la Final, es el hecho de que me acompañó en ese momento mi mamá frente al televisor. Ella que huye ante las conversaciones de futbol familiares, que siempre elige refugiarse en un libro durante los partidos televisados, que nos invita a la mesura y describe a los futbolistas como brutos cuasi mercenarios que se adueñan del tiempo e intelecto del público.

Más allá de si tiene algo de razón o no, quiero enfocarme en el hecho de que en ese momento ella estuvo ahí conmigo, emocionándose y festejando los goles de los jóvenes futbolistas. Todavía más: jamás lo reconocerá pero estoy seguro que vi sus ojos llenarse de lágrimas impulsada por el sentimiento de orgullo, esperanza y admiración ante la más hermosa faceta del futbol, mientras luchaba por no derramarlas y provocar las burlas de nosotros, sus hijos.

Y es que ver a estos muchachos jugando conmueve. Todavía no son estrellas. Algunos de ellos a lo más que llegan es a promesas. De ésos, solo unos cuantos proseguirán su camino y brillarán en el plano internacional. La mayoría tal vez juegue profesionalmente, unos con más pena que gloria. Algunos ni eso.

Por ésta razón, verlos en esa etapa de su carrera futbolística es lo más cercano que estaremos de verlos limpios, puros, no viciados.

No hay que generalizar, pero hay que ser realistas: muchos futbolistas profesionales anteponen el beneficio económico sobre el factor diversión, y está bien, el futbol es un negocio. Muchos son los jugadores jóvenes que, vislumbrando la grandeza, pierden el piso y terminan olvidados por esta maquinaria siempre renovable. Tristes e innumerables son las historias de aquéllos que dejaron escapar su oportunidad de renombre al cometer errores y no tener oportunidad de rectificar.

Muchos futbolistas aprenden “mañas”. En el tiro de esquina, el defensor insulta de mil y un maneras al delantero rival para sacarlo de concentración. El delantero rival, al enfilar al área enemiga, siente un rozón en la parte posterior de la pierna derecha y cae desplomado mientras rueda por el suelo… sale de la cancha con un rictus de dolor en el rostro, e inmediatamente se para, hace unos estiramientos en la lateral de la cancha y regresa a la cancha trotando tranquilamente. Jalones de playera, recordatorios maternales, tocamientos para distraer, escupitajos, entradas desleales para ablandar al rival… Todo aquéllo que es ilegal pero “justificable” para algunos en el futbol profesional. Lo importante es ganar.

Aquí no. Cae un rival e inmediatamente el balón sale de la cancha. La mayoría de las faltas son verídicas; ningún jugador quiere caer y dejar escapar la oportunidad de anotar el gol, de hacer feliz a su equipo, su familia y a su país.

Sí, son jugadores en etapa de formación. Todavía les falta depurar muchos conceptos de juegos, muchas herramientas de las cuales se valdrán más adelante; por lo mismo, hay errores en la marcación, desaciertos ofensivos, malas salidas de los arqueros… Todo esto contribuye a un mayor espectáculo, a marcadores más abultados, a llegadas constantes de ambos lados. Es un futbol más torpe tal vez, pero muchísimo más noble y más agradable a la vista y al corazón.

Los que han estado siguiendo este torneo, ¿con qué se han emocionado más: Mundial sub-17 o los partidos disputados hasta ahorita en la Copa América? ¿Dónde han visto mayor espectáculo? ¿Cuál competición los ha conmovido?

Durante esta competición es cuando más orgulloso me he sentido de este deporte y todo lo que provoca. Lo más bello del futbol, para un servidor, no es todo el dinero que mueve, ni la mercadotecnia, ni la táctica, ni siquiera los jugadores de talla internacional. Me enorgullece y me emociona que sea capaz de tocar las fibras sensibles de toda aquella persona que está dispuesta a observarlo como si fuera un niño.

1 comentario: