sábado, 16 de julio de 2022

blancos, negros y grises

 Estoy leyendo "Real life", una novela de Brandon Taylor y en uno de los pasajes se encuentra un grupo de amigos reunidos junto al protagonista para tener una cena. El personaje principal, Wallace, es un estudiante de posgrado negro y gay. Su papá, con quien llevaba una relación distanciada, falleció recientemente y, a pesar de su ausencia de tristeza, su experiencia universitaria lo está abrumando y en un momento de angustia, le confesó a sus compañeros que es miserable y que no le encuentra sentido a continuar en su preparación. Las reacciones son diversas entre los que lo escuchan: algunos intentan mostrar empatía, compasión, amabilidad y apoyo. Sin embargo, uno en particular comienza a reprocharle diciendo que, de entrada, sus prospectos de trabajo no serían los mismos sin su doctorado simplemente por ser negro. Además, al venir de una familia de clase baja, es casi una muestra ingratitud ante aquéllos que lo han apoyado económicamente durante su formación. 

La reacción durante ese momento es de silencio. Nadie dice nada. Nadie lo corrige. Nadie le discute.

"Silence is their way of getting by, because if they are silent long enough, then this moment of minor discomfort will pass for them, will fold down into the landscape of the evening as if it never happened. Only Wallace will remember it. That's the frustrating part. Wallace is the only one for whom this is a humilliation."

Al leer esa escena me quedé pensando en una preocupación recurrente mía. Ver el mundo en blanco y negro es la manera más fácil de lidiar con la vida porque permite ejercer juicios de manera categórica ante los diversos dilemas que se lleguen a presentar. Aunque pienso que no deja de ser una reacción incluso infantil y una manera muy simple y limitada de confrontar los conflictos porque el mundo existe en una escala de grises y la mayoría de los problemas no tienen soluciones sencillas, tratar con dignidad a otro ser humano no debería ser visto como algo complicado.

A veces pienso que debatir y corregir no tiene sentido porque es un juego en el que nadie gana. Cada quien tiene su contexto y su formación y, quiero creer, sus principios morales con los que navega en sus interacciones. Quiero creer que la mayor parte del tiempo las personas intentan hacer lo correcto y lo moralmente bueno según su punto de vista. Por ello creo es conveniente brindar el beneficio de la duda antes de confrontar. 

Pienso también y con mayor fervor, no obstante, que permanecer en silencio es convertirse en cómplice. El que se une a la horda que abusa y maltrata y se burla tendrá sus motivos y es muy difícil cambiar por qué lo hace. Pero el que sabe que está presenciando un acto de maldad y decide no intervenir es un cobarde y me parece todavía peor.  Deseo sinceramente no dejar de conmoverme ante el sufrimiento y el abuso y siempre tratar de hacer algo al respecto. 

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