viernes, 9 de mayo de 2025

el último diez (regiomontano)

Desde que empecé a ver el futbol, siempre tuve un sesgo hacia los pocos jugadores que tenían la capacidad y el atrevimiento de conducir el juego desde el área ofensiva. Obviamente el paradigma para mí siempre ha sido Diego pero en mi vida el jugador que pude ver que desarrollaba el juego así era solamente uno: Juan Román Riquelme.

Recuerdo haberlo visto en los pocos juegos que transmitía Fox Sports sobre la Copa Libertadores en México y me enamoré de su estilo de juego desde el principio. Pisaba la pelota, gambeteaba, encaraba sin miedo y con desenfado a los rivales y, además, era efectivo porque muchas veces su atrevimiento llevaba a, por lo menos, tiros al arco y, muchas veces, a goles. Y Román se llevaba las manos a las orejas como desafiando al público a gritarle cuando había hecho lo que pensaban que no podía hacer.

La posición del diez es una posición muerta porque ya no puede existir. El jugador libre ya no puede deambular como tal porque obligatoriamente tiene que cumplir cierta labor defensiva y deportiva que cada uno de los partícipes del juego tiene que cumplir. Para bien o para mal, el futbol se ha convertido en un deporte donde la participación tiene que ir acompañada de ciertos parámetros atléticos que incluyen la colaboración en las actividades defensivas.

Con el pasar de los años me he acostumbrado a ajustar mis expectativas sobre nuestro juego. Entiendo que cada jugador tiene que cumplir ciertas funciones si es que espera pisar el terreno de juego y, por eso, no entiendo a veces cómo es que Sergio Canales llegó a Monterrey.

No pretendo decir que sabía sobre su carrera antes de que llegara a México porque mentiría pero lo veo y siento que no necesito saber sobre su pasado. Es un futbolista que se atreve a ser el líder y que lo hace con desparpajo y elegancia porque desea conducir.

En cada ocasión que el balón pasa por sus pies, reconduce y redirecciona para llevarlo a un mejor destino. Pisa, toca y gambetea pero siempre con la intención de avanzar y, además, siempre estéticamente agradable. Posee además la capacidad técnica para que todos aquéllos que intentan retirarle la pelota terminen topándose con aire. Su habilidad le permite esconderles la pelota por lo menos durante unos momentos. Lo suficiente para en milisegundos decidir en donde el juego tendrá un probable mejor desenlace.

Siempre ha habido jugadores así y siempre los habrá, en mi opinión. Siempre harán falta los diferentes que se atrevan a entretener y a ganar así. Pero aún entre esos diferentes, hay especies y variantes y creo que los que predominan son los técnica y físicamente superiores que participan en el juego aprovechando sus ventajas competitivas pero priorizando el aspecto atlético. Tal vez en ocasiones haciendo gala de su creatividad para deambular por el campo de juego sin tantas restricciones pero lo que más destaca siempre termina por ser su capacidad de superar por físico y velocidad a sus contrincantes. 

Pero a mí no me importa. A mí siempre me gustaron los jugadores por su potencial. Me enamoré de Jay Jay Okocha, de Paulo Henrique Ganso, de Oliver Gourcouff, de Marco Reüs, de Juan Román Riquelme. Prefiero morirme en la mía de que el romanticismo le gane al tecnicismo y a la estrategia. Por eso, le doy gracias a Dios de que Sergio Canales esté en mi equipo.

sábado, 18 de enero de 2025

los videos de youtube en fin de año

 Nunca me han importado las fechas a celebrar ni los aniversarios. Siempre me han traído problemas con otras personas porque no estoy al pendiente de los cumpleaños y tampoco he estado al tanto de cuándo cumplo meses o años con mis parejas. Me justifico pensando que tampoco me importa si alguien no me felicita en mi cumpleaños pero pienso que en parte es hipocresía porque sí me pesa un poco cuando alguien no me dice al menos "felicidades" cada 27 de noviembre.

Obviamente donde más me ha traído problemas esta postura personal es en mis relaciones de pareja. Entiendo y sé que la mayoría de las personas sí le asigna una importancia tal vez desmedida a celebrar algunos días como especiales. Aunque la verdad es que no me interesa mucho modificar mi comportamiento respecto a estos días porque siento que no pierdo tanto si alguien decide alejarse de mí por algo que para mí es tan banal.

Sin embargo, sí mantengo ciertos comportamientos rutinarios en algunas fechas. Los fines de semana si hay partido de Rayados, hago lo que puedo por verlos, siempre y cuando sea posible. Desde mediados de noviembre empiezo a escuchar villancicos navideños y a Mariah Carey y Bing Crosby y Michael Bublé porque mi mamá se encargó de inculcarnos el espíritu navideño. Y cada 31 de diciembre, durante la convivencia familiar y la cena de fin de año, pongo en YouTube algún compilado de los mejores goles de futbol del año.

La mayoría son goles que no vi en el año y conforme pasa el tiempo se agrava el decremento en el porcentaje porque cada vez veo menos futbol. Recuerdo más con asombro que con añoranza tiempos en que pasaba días enteros pegado al televisor y a la computadora viendo partidos de futbol de todo el mundo y aprendiéndome datos inútiles sobre este deporte. Ahora la mayoría de los goles que veo esa noche, son goles que por primera vez atestiguo. 

No me afectaría no verlos. Cada vez me importa menos verlos. Es más: intuyo y casi aseguro que nadie en mi familia está al tanto de que esa ceremonia personal a la cual los obligo a ser partícipes, existe. Siento, percibo y rezo porque mi padre, que sigue siendo mi norte, lo sabe y por eso me permite ese exceso.

jueves, 17 de octubre de 2024

elliott smith

 siempre me acuerdo mucho de cuándo descubrí a elliott smith pero no sé cómo lo hallé. 

estaba en preparatoria entonces. no existía spotify y, en gran medida, el internet como lo conocemos ahora. tal vez fue gracias a audiogalaxy que según lo que querías bajar te recomendaba cosas parecidas.

no sé y no me importa. lo que me acuerdo es que empecé a escucharlo y a conocer sus canciones y a compenetrarme con él y a sentir lo que él decía. el terrible dolor de amar y saberse no amado pero, en lugar de abandonarlo, continuar.

mi corazón se asfixiaba en amar. pasé meses haciendo el trayecto a la escuela en nuestro camión mientras escuchaba mi música y nadie me hacía caso mas que lo que oía. 

angeles era mi canción favorita y la escuché centenares de veces. 

viajé tantas veces en ese camión escuchando a elliott en lugar de hablar con personas que tenían poco en común conmigo y que tenían menos interés en hacerlo. 

hoy como ayer sigo acordándome de elliott. 

jueves, 3 de octubre de 2024

futbol y la identidad

 Desde que tengo uso de razón soy de un equipo porque mi papá era de ese equipo y porque íbamos al estadio a ver a ese equipo y porque no puedo concebir mayor traición hacia mí que dejar de irle a ese equipo del que somos.

Obviamente en el transcurso de mi afición al futbol aprendí a discernir entre los estilos de juego que me atraen y los futbolistas con los cuales me identifico. Aprendí a distinguir entre diferentes tipos de formaciones y de estilos y de propuestas pero nunca me he podido desprender de mi equipo porque soltar eso representaría dejar una parte de mí que es intrínseca a mi familia.

Hubo momentos en que mi papá me obligaba a ir al estadio mientras yo estaba crudo y vomitando y no podía siquiera funcionar pero me quedé varias veces en el carro vomitando mientras mi papá y mi hermano entraban. 

Ahora entiendo que la falla estaba en mí. No íbamos para ver al equipo. Íbamos para ser parte de algo y porque éramos un conjunto y ojalá lo hubiera entendido antes pero ahora lo entiendo porque sé que veo un partido de nuestro equipo y sé que mi papá lo ve. Somos parte de la misma tribu. Queremos que nuestro equipo gane.

A lo largo de los años he aprendido a ser menos tribalístico y a apreciar sin la necesidad de involucrarme. Pero hoy sé que los dos vemos a nuestros Rayados y compartimos ese goce y ese sufrimiento.